—¿Y cuál es el estado de la partida? —preguntó Heros, moldeando una sonrisa tensa.—Felicidades, has ganado el juego —dijo Hestia, sin tomar el maletín—. Ahora puedes reclamar tu premio. Pero, antes debes abrir el portafolio.Heros frunció el entrecejo. Se había concentrado en encontrar a Hestia, que su interés por lo que contenía el maletín había pasado a un segundo plano. Divisó una mesa, y lo puso encima de la superficie del mueble, para luego quitar los seguros. Así que, eso era lo que había estado cargando Hestia durante el viaje, y también él en el transcurso de la fiesta. Era un pequeño juego de consoladores, esposas de cuero, frascos de lubricante, velas, un encendedor y látigos. Sin embargo, fue sorprendido por Hestia, que se había colocado detrás de él y lo fue empujando hacia el muro del cuarto, quedando de espaldas a ella. Estaba siendo dominado una vez más por Hestia. ¿Por qué excitaba tanto al ser sometido por ella? No era masoquista, pero no era desagradable estar a la
La mujer de rubio temblaba de la ola de emociones que sentía al ver, y eso que no se comparaba con lo que debía estar experimentando aquella mujer, que sabía que estaba ahí, pero no le importaba que los viera. Su cuerpo ardía y su entrepierna le rascaba, quería tocarse y aplacar ese fastidioso malestar que no la dejaba tranquila. Sus mejillas estaban ruborizadas y su respiración se había agitado. Metió su brazo derecho por la abertura del vestido. Apenas se rozó el muslo y sus vellos se erizaron, ante la sensibilidad que tenía. Deslizó su mano diestra, por debajo de su braga, y percibió una extraña humedad de la que no se había percatado. ¿Qué era eso? Era demasiado viscoso para ser orina. Pero, era justo lo que necesitaba para lo que quería hacer. Se frotó sus labios hinchados, sin dejar de ver a la pareja que mantenía relaciones en el cuarto. La rasquiña no se iba; necesitaba ir más al fondo, por lo que debido a sus resbaladizos fluidos, sus dos dedos se introdujeron en ella misma si
Heros encendió las otras velas y las puso sobre el artístico cuerpo de Hestia, que se iluminaba ante el resplandor del fuego. Las puso de forma inclinada, para que la cera que fuera derritiendo, cayera sobre ella, y se endurecía a los segundos. Ahora, hallaba la diversión de hacer tantas cosas descabelladas y extremas. Esa era la maldad que habitaba en él, y que se había sido prendida por Hestia, similar a la mecha de una dinamita que había explotado en su interior, y lo había hecho renacer. El iris de sus ojos resplandecía con igual fulgor que el de Hestia, podía verlo; como si la niebla que le tapaba de ver la verdad, le hubiera sido quitada. Atestiguaba que, eran como almas gemelas, que se habían conocido y habían colisionado, provocando todo lo que habían estado viviendo en lo últimos días. Movió su mano, encima de los senos, más exacto, por la zona del pezón, para bañarlo del líquido caliente.Hestia observaba con orgullo al monstruo que había creado. Sonreía con felicidad, al se
—¿Por qué quieres que sea tu asistente? —preguntó Heros, tensando su mandíbula. Estaba si empleo, pero con facilidad pudo haberle encontrado trabajo en otro lugar.—Así, estarás más cerca de mí, porque de otra manera, tendríamos que esperar a vernos durante días —respondió Hestia, con sinceridad. En eso no le estaba mintiendo—. Además, mejorarás tu hoja de vida y te puedo enseñar algunas cosas, para que, cuando vuelvas a emprender, tengas más éxito. Después de todo, eres mi discípulo, y deseo enseñarte en todas las áreas que manejo.Hestia bebió del vino y puso la copa en la mesita de cristal. Llevaba puesto un camisón de terciopelo rojo, con una túnica, que hacía juego con su ondulado cabello. Estaba toda de roja, en el que solo variaba a blanco, debido a las partes de su cuerpo que exponía, como el cuello, el busto; debido al escote, los mulos y los las piernas. Se puso ahorcajas sobre el regazo de Heros, y le rodeó la nuca con sus brazos. Veía a los ojos cerúleos de su lindo chico.
Hestia le bajó los pantalones a Heros y sostuvo el duro talento en sus manos. Dejó caer saliva y luego abrió sus labios, para tragarse la erguida virtud. Después se puso de rodillas en el piso, mientras Heros seguía sentado en el sofá. Saboreaba su delicioso helado sin pudor. Así estuvo, por los siguientes minutos, hasta se puso de pie y se dio medio vuelta, quedando de espalda a Heros, para quitarse la túnica. Entonces, se alzó su camisón, mostrando su esbelto trasero, con la braga de encaje que llevaba puesta. Se inclinó hacia adelante y se deslizó la prenda por sus piernas, regalándole una vista de su empapada humanidad. Apoyó su mano zurda en el muslo de Heros, mientras que con la otra se acomodaba el rígido atributo en su intimidad. Gimió y afianzó su agarre, cuando volvió a sentir como era llenada en la parte inferior de su vientre. Movía sus caderas de arriba abajo, en tanto lo acompañaba trazando círculos. Miraba por encima de su hombro, para contemplar las expresiones de su b
—Como ordene, señora Haller —dijo la empleada, un poco conmocionada. Era la primera vez que atendía una llamada directa de la directora general.—Entrégale una tarjeta de acceso —dijo Hestia, y colgó la llamada.La recepcionista palideció al escuchar el mandato de la misma CEO de la corporación. Le entregó lo que le habían ordenado e hizo pasar a Heros, indicándole el piso. Al ir adentro del ascensor, su móvil timbró. Observó el nombre del contacto: La jefa, y contestó con una sonrisa tensa en sus finos labios.—Buenos días, guapo —dijo Hestia, al otro lado de línea—. ¿Tuviste problemas para llegar a mí?—Buenos días, hermosa —dijo Heros, siguiendo el pequeño juguete de Hestia—. Al parecer, debía tener una cita, para poder hablar con la señora Haller.—Bueno, eso es necesario agendar una cita con meses de anticipación, para poder obtener algunos minutos de mi tiempo —dijo Hestia, con sutil arrogancia al conversar—. Pero, tú eres mi excepción. Te espero en la oficina, para darte la bie
El aura que los rodeaba a los dos era la misma, como una diabla y un demonio, que se quemaban en el fuego del infierno, y que tenían la misma maldad.Heros recorrió con sus manos el dorso de Hestiay, y los llevó hasta los glúteos, y le dio un fuerte apretón las firmes nalgas de corazón, que ella poseía.—Lo que ordene la señora Haller —dijo él, con complicidad ante lo que hacían.Hestia le explicó lo que debía hacer y cómo sería que se comportarían a la vista del público. Estaban por salir del despacho, luego de haber ultimado detalles de su acto criminal pasional. Llamó a otras de las empleadas, para que reuniera al personal, ya que por algún motivo no había llegado su desleal secretaria.—Espera —dijo ella, sacando otro pañuelo de su ropa. Le limpió la boca a Heros, que estaba pintada lápiz labial—. Ya estás listo, ahora te presentaré a los demás empleados. Recuerda que debes actuar, como si no conocieras a Lacey.Al salir de la oficina, se encontraron con el grupo reunido.Hestia b
Hestia alzó su dedo índice, provocando que Lacey se quedara callada con simple movimiento. Ya la tenía acorralada, y era el momento justo, para devolver la esperanza, de que todavía no había sido descubierta.—Ha llegado varios minutos tarde. La impuntualidad no es bien recibida en mi empresa, y menos en la sección administrativa —dijo Hestia, con seriedad y rudeza—. Espero que no vuelva a ocurrir, porque el castigo podría ser severo.Lacey sintió como si una pesada carga hubiera sido quitada de sus hombros. El drama y el susto que había tenido, y por el casi muer, era por haber llegado tarde a la aburrida empresa de la bruja de pelo de antorcha. Empezó a reír en sus adentros, se burlaba de Hestia. Solo le faltaba hablar con Heros, y todo lo volvería a tener bajo control. La suerte siempre estaba de su lado. Era un don divino haber nacido con tanta fortuna, que la hacía triunfar, para poder darse sus lujos. Agachó la cabeza en un acto de falsa sumisión, luego de haber salido sin nada