—¿Por qué quieres que sea tu asistente? —preguntó Heros, tensando su mandíbula. Estaba si empleo, pero con facilidad pudo haberle encontrado trabajo en otro lugar.—Así, estarás más cerca de mí, porque de otra manera, tendríamos que esperar a vernos durante días —respondió Hestia, con sinceridad. En eso no le estaba mintiendo—. Además, mejorarás tu hoja de vida y te puedo enseñar algunas cosas, para que, cuando vuelvas a emprender, tengas más éxito. Después de todo, eres mi discípulo, y deseo enseñarte en todas las áreas que manejo.Hestia bebió del vino y puso la copa en la mesita de cristal. Llevaba puesto un camisón de terciopelo rojo, con una túnica, que hacía juego con su ondulado cabello. Estaba toda de roja, en el que solo variaba a blanco, debido a las partes de su cuerpo que exponía, como el cuello, el busto; debido al escote, los mulos y los las piernas. Se puso ahorcajas sobre el regazo de Heros, y le rodeó la nuca con sus brazos. Veía a los ojos cerúleos de su lindo chico.
Hestia le bajó los pantalones a Heros y sostuvo el duro talento en sus manos. Dejó caer saliva y luego abrió sus labios, para tragarse la erguida virtud. Después se puso de rodillas en el piso, mientras Heros seguía sentado en el sofá. Saboreaba su delicioso helado sin pudor. Así estuvo, por los siguientes minutos, hasta se puso de pie y se dio medio vuelta, quedando de espalda a Heros, para quitarse la túnica. Entonces, se alzó su camisón, mostrando su esbelto trasero, con la braga de encaje que llevaba puesta. Se inclinó hacia adelante y se deslizó la prenda por sus piernas, regalándole una vista de su empapada humanidad. Apoyó su mano zurda en el muslo de Heros, mientras que con la otra se acomodaba el rígido atributo en su intimidad. Gimió y afianzó su agarre, cuando volvió a sentir como era llenada en la parte inferior de su vientre. Movía sus caderas de arriba abajo, en tanto lo acompañaba trazando círculos. Miraba por encima de su hombro, para contemplar las expresiones de su b
—Como ordene, señora Haller —dijo la empleada, un poco conmocionada. Era la primera vez que atendía una llamada directa de la directora general.—Entrégale una tarjeta de acceso —dijo Hestia, y colgó la llamada.La recepcionista palideció al escuchar el mandato de la misma CEO de la corporación. Le entregó lo que le habían ordenado e hizo pasar a Heros, indicándole el piso. Al ir adentro del ascensor, su móvil timbró. Observó el nombre del contacto: La jefa, y contestó con una sonrisa tensa en sus finos labios.—Buenos días, guapo —dijo Hestia, al otro lado de línea—. ¿Tuviste problemas para llegar a mí?—Buenos días, hermosa —dijo Heros, siguiendo el pequeño juguete de Hestia—. Al parecer, debía tener una cita, para poder hablar con la señora Haller.—Bueno, eso es necesario agendar una cita con meses de anticipación, para poder obtener algunos minutos de mi tiempo —dijo Hestia, con sutil arrogancia al conversar—. Pero, tú eres mi excepción. Te espero en la oficina, para darte la bie
El aura que los rodeaba a los dos era la misma, como una diabla y un demonio, que se quemaban en el fuego del infierno, y que tenían la misma maldad.Heros recorrió con sus manos el dorso de Hestiay, y los llevó hasta los glúteos, y le dio un fuerte apretón las firmes nalgas de corazón, que ella poseía.—Lo que ordene la señora Haller —dijo él, con complicidad ante lo que hacían.Hestia le explicó lo que debía hacer y cómo sería que se comportarían a la vista del público. Estaban por salir del despacho, luego de haber ultimado detalles de su acto criminal pasional. Llamó a otras de las empleadas, para que reuniera al personal, ya que por algún motivo no había llegado su desleal secretaria.—Espera —dijo ella, sacando otro pañuelo de su ropa. Le limpió la boca a Heros, que estaba pintada lápiz labial—. Ya estás listo, ahora te presentaré a los demás empleados. Recuerda que debes actuar, como si no conocieras a Lacey.Al salir de la oficina, se encontraron con el grupo reunido.Hestia b
Hestia alzó su dedo índice, provocando que Lacey se quedara callada con simple movimiento. Ya la tenía acorralada, y era el momento justo, para devolver la esperanza, de que todavía no había sido descubierta.—Ha llegado varios minutos tarde. La impuntualidad no es bien recibida en mi empresa, y menos en la sección administrativa —dijo Hestia, con seriedad y rudeza—. Espero que no vuelva a ocurrir, porque el castigo podría ser severo.Lacey sintió como si una pesada carga hubiera sido quitada de sus hombros. El drama y el susto que había tenido, y por el casi muer, era por haber llegado tarde a la aburrida empresa de la bruja de pelo de antorcha. Empezó a reír en sus adentros, se burlaba de Hestia. Solo le faltaba hablar con Heros, y todo lo volvería a tener bajo control. La suerte siempre estaba de su lado. Era un don divino haber nacido con tanta fortuna, que la hacía triunfar, para poder darse sus lujos. Agachó la cabeza en un acto de falsa sumisión, luego de haber salido sin nada
Heros se dirigió al comedor de la empresa, en la se sentó solo y apartado. Sin embargo, luego fue acompañado por las empleadas que lo habían visto en la mañana. Ellas hablaban y le hacían preguntas casuales, que respondía de forma puntual. Sin embargo, Lacey mantuvo la distancia y no se acercó a él.El día se desvaneció un instante. La noche pronto abrazó los cielos y la tímida luna se dejó ver, mientras iluminaba las alturas con su tenue luz.—Es mejor dejar pasar un par de semanas —dijo Hestia, cuando ya estaban por salir de la oficina—. Será un dead time.—Un tiempo muerto —dijo Heros, con tranquilidad. Habían estado muy activos, por lo que la sugerencia no era de extrañar—. Si es lo que crees que debe hacerse, yo lo haré.—Cuando volvamos, te daré algunos premios —dijo Hestia, con malicia. Llevó dos de sus dedos a sus labios, y luego los puso en la boca de Heros—. Hasta nuestro próximo encuentro, guapo. —Sonrió de forma tensa.—Esperaré —contestó Heros, con complicidad—. Mi señora
Los días pasaban y se convertían en semanas. Hestia y Heros detuvieron sus encuentros furtivos, sus besos y sus caricias, para actuar como dos desconocidos.—Señor Deale, cambie este informe —dijo Hestia, con voz severa y expresión despectiva hacia Heros—. Puede ser mejor.—Como ordene, señora Haller —contestó Heros, con su mirada baja.Así, con todos los empleados, la actitud frívola de Hestia se incrementó, pero era más estricto con Heros, por ser su asistente personal. En ese tiempo, Lacey dejó de verse y hablarse con su amante, y era más atento con Heros. Los dos asistieron a los cursos que debían que hacer como novios, para poder casarse. Quiso ir al gimnasio con él, por lo que cambio de sitio, para asistir con ella. Arreglaron los últimos detalles, preparaban su baile para el vals, la lista de los invitados y lo demás pendientes de la ceremonia del matrimonio, que se llevaría a cabo el veinticuatro de diciembre, para compartir noche buena, recién casados, y celebrar navidad como
Heros usó sus dedos en el acto, haciendo presión en la zona superior de ella, donde estaba ubicado el punto G. Sus yemas se deslizaban con facilidad, en la húmeda y aterciopelada pared de su diosa, cuyos gemidos eran los indicadores de que tanto estímulo le estaba provocando. Meneaba su lengua y chupaba con gusto el dulce néctar de Hestia, que la mojaba sus labios, mientras el sabor celestial invadía sus papilas gustativas. Se deleitaba con aquel manjar, tan exquisito, que podría comerlo por siempre. Además, estaba servido en la mesa, estaba a su total merced. Y, ahora, era como un animal hambriento, que no había comido por varios días. Saciaría su apetito, hasta el último trozo de carne. Si algo había aprendido de su ardiente maestra, era a ser voraz y codicioso.Hestia gozaba de la boca de Heros con suma alegría. El tiempo de abstinencia la habían vuelto más perceptible en su parte baja. Se desabrochó la camisa y se bajó el sujetador, exponiendo sus enormes senos, para manosearlos,