Heros tuvo que alzarse el bóxer y el pantalón, para poder caminar con normalidad. Se acercó a Hestia, contemplando aquel impresionante paisaje que su hermosa dama le proporcionaba. Las anchas caderas, el firme trasero con esos tonificados glúteos y la línea de la espalda, hicieron que su virtud recobrara de nuevo la dureza, que se volvía a marcar de forma vivida en su entrepierna. ¿Qué debía hacer? Aunque tuviera a su total merced a semejante mujer, que era una auténtica diosa descendida de los cielos, no sabía qué hacer o cómo proseguir su frenética sesión. Su cabeza estaba en blanco, aún le faltaba experiencia para mantener sus pensamientos serenos en situaciones de intensa pasión. Su pecho se inflaba y se vaciaba con rapidez. Respiraba, agitado, pero se mantenía estático, como en un estado de reflexión, aunque en realidad solo admiraba la espléndida vista de Hestia. Entre las diversas opciones que podía escoger, su brazo se movió por sí solo hasta el ondulado cabello rojo de su dio
Hestia agarró la dura virtud su mano derecha, mientras veía a los ojos azules de Heros. Levantó su cuerpo y acomodó el erguido atributo dentro de ella. Suspiró con pesadez y gozo al volver a ser llenada. No importaba que lo hubieran acabado de hacer, se sentía tan bien al inicio de la velada. Movía sus caderas, mientras se apoyaba en los muslos del chico. Sus enormes pechos estaban expuestos y con sus pezones rígidos.La transpiración de ambos mojaba las sábanas. La cama se estremecía ante la violenta cabalgata que estaba aconteciendo. Los gemidos de los dos se combinaban, para dar paso un armonioso canto de lujuria. Sus pieles ardían en la llama del deseo y sus cuerpos se acoplaban como uno solo. Ósculos, caricias y chupetones acompañaron la escena de los amantes, que se habían escapado un fin de semana para estar juntos, en secreto, para entregarse a la pasión que se había avivado en sus corazones; una por venganza y castigo, y la otra por haber sido seducido y encantado. Así pasaro
—Eso era lo que quería escuchar —dijo ella, con expresión impúdica.Hestia extendió sus brazos, para quitarle el bóxer, y lo arrojó fuera de la tina. Luego, le rodeó el cuello y se puso encima de él. Aplastó sus grandes pechos empapados de espuma en el esbelto cuerpo del chico. Sintiendo en sus muslos la firme virtud que se había despertado.Heros la abrazó por la cintura. Cerró los ojos, cuando percibió el agradable peso de los deliciosos labios de Hestia contra los suyos y las dos grandes senos, que se aplastaban en su torso. Deslizó sus manos por la línea de la espalda, llegó a los glúteos y siguió por los mulos de las piernas. Apenas llevaba algunos días en la casa de Hestia, y sentía que toda su vida había estado con ella. El tiempo, junto a Hestia, se tornaba lento; le agradaba tanto y era feliz compartiendo con su diosa, que disfrutaba cada instante que pasaba con su hermosa amante. Además, esa sensación de excitación, deseo y orgasmo, era difícil de sacar de sus pensamientos.
Al día siguiente, los dos llegaron al aeropuerto, donde los estaban esperando los encargados de supervisar su vuelo en el jet privado. El sol de la mañana incendiaba las alturas y otorgaba una temperatura alta y sofocante.—Es bonito —dijo Heros, al atestiguar el lujoso medio de transporte aéreo. Ya había montado en helicóptero y ahora lo haría en un avión da gama alta, y tenía la certeza de que no sería la última vez de que lo harían, sino que faltaban más viajes por hacer.—Gracias, tengo otros más. ¿Quieres te dé uno o dos? —comentó Hestia, de forma divertida. Aunque, sí tenía pensado darle varios regalos. Resultaba algo incontrolable no darle obsequios, aunque eso le diera una imagen da mami de azúcar, pero eso también resultaba interesante.—Uno solo estaría bien, no sé cómo utilizar varios. Además, debe ser costoso mantenerlo activos —dijo Heros, con normalidad, ya que ella era la rica, no él, por lo que no podía darse esos tipos de privilegios. No le era desagradable viajar en
—Entonces, que comience el juego.—¿Qué tienes planeado? —preguntó Heros, mientras deslizaba sus manos por la espalda de Hestia.Heros la acercó más hacia él; ansiaba sentirla, tocarla y degustar el aroma que emanaba de ella.—Bueno, en realidad, no es tan difícil. —Hestia dirigió su mirada al lugar donde reposaba el maletín que recién le había entregado, y que había estado cargando—. Vamos a jugar al policía y al ladrón, combinado con las escondidas. Pero, debes llevar ese portafolios, y entregármelo cuando logres atraparme. Yo haré lo posible para que no me aprehendas, señor agente, por mis delitos. —Le mordió el labio inferior a Heros—. Y confieso, que soy culpable —susurró.Heros se excitaba ante las provocaciones de Hestia; cada vez necesitaba más de ella, como si fuera una droga, a la que se iba haciendo dependiente de tomar.—¿Qué pasará cuando logre alcanzarte? —interrogó él, con entusiasmo. Ya no contenía su deseo, de hacerle el amor.—Bueno, no es un secreto, que podrás hace
Heros avanzaba a paso lento, detallando el rostro de las distintas mujeres, que lo agobiaban. ¿Cómo era que había tantas? Además, había notado otro asunto, y era que, evitaban verlo a los ojos por mucho tiempo y no atendían, al hacerles alguna pregunta. No tenían permitido hablarle, porque sin duda aluna, la voz también era relevante para hacer descarte en su elección. Estaba rodeado de numerosas réplicas que no le prestaban atención, ni le respondía si les hablaba. Percibió un frío en su pecho. Ahora si estaba emocionado por jugar, porque la partida, que parecía ser sencilla, se había transformado en un gran desafío. ¿En qué parte podría estar Hestia? En un sitio alejado donde pudiera ver todo el panorama a gusto, eso sería muy obvio. Los segundos avanzaban en su reloj y se convertían en minutos. Estaba emocionado, porque estaba acorralado ante la multitud de damas de aspecto idéntico. Sin embargo, ansiaba obtener la victoria y conseguir el premio mayor. Su espíritu de competencia se
—¿Y cuál es el estado de la partida? —preguntó Heros, moldeando una sonrisa tensa.—Felicidades, has ganado el juego —dijo Hestia, sin tomar el maletín—. Ahora puedes reclamar tu premio. Pero, antes debes abrir el portafolio.Heros frunció el entrecejo. Se había concentrado en encontrar a Hestia, que su interés por lo que contenía el maletín había pasado a un segundo plano. Divisó una mesa, y lo puso encima de la superficie del mueble, para luego quitar los seguros. Así que, eso era lo que había estado cargando Hestia durante el viaje, y también él en el transcurso de la fiesta. Era un pequeño juego de consoladores, esposas de cuero, frascos de lubricante, velas, un encendedor y látigos. Sin embargo, fue sorprendido por Hestia, que se había colocado detrás de él y lo fue empujando hacia el muro del cuarto, quedando de espaldas a ella. Estaba siendo dominado una vez más por Hestia. ¿Por qué excitaba tanto al ser sometido por ella? No era masoquista, pero no era desagradable estar a la
La mujer de rubio temblaba de la ola de emociones que sentía al ver, y eso que no se comparaba con lo que debía estar experimentando aquella mujer, que sabía que estaba ahí, pero no le importaba que los viera. Su cuerpo ardía y su entrepierna le rascaba, quería tocarse y aplacar ese fastidioso malestar que no la dejaba tranquila. Sus mejillas estaban ruborizadas y su respiración se había agitado. Metió su brazo derecho por la abertura del vestido. Apenas se rozó el muslo y sus vellos se erizaron, ante la sensibilidad que tenía. Deslizó su mano diestra, por debajo de su braga, y percibió una extraña humedad de la que no se había percatado. ¿Qué era eso? Era demasiado viscoso para ser orina. Pero, era justo lo que necesitaba para lo que quería hacer. Se frotó sus labios hinchados, sin dejar de ver a la pareja que mantenía relaciones en el cuarto. La rasquiña no se iba; necesitaba ir más al fondo, por lo que debido a sus resbaladizos fluidos, sus dos dedos se introdujeron en ella misma si