—Por supuesto que sí. Tengo la misma edad que Carolina. Además, somos todavía estudiantes, seguro que nos espera un gran futuro muy brillante —refutó Lucas con desprecio.—¿Cuántos años tienes? Un hombre tan viejo como tú no puede enamorar a una muchacha tan joven como Carolina. La próxima semana se
—Hola, Miguel, ¿dónde estás?—En la Bahía Celestial.—Entiendo, por favor, no se te olvide venir al Hotel Paraíso. Acuérdate que hoy es la rueda de prensa para revelar nuestro elixir de las mil maravillas —dijo Mía.—Seguro que has visto la tele, ¿no? La familia Martínez también ha celebrado una rue
Al ver la aparición de Pedro, Marcos no pudo evitar fruncir el ceño con fuerza. Todos los periodistas de Riomar se adelantaron rápidamente.—Doctor Gómez, ¿para qué ha venido a la rueda de prensa de la compañía Álvarez? ¿Para representar su producto o simplemente como asistente? —preguntaron muy cur
Antonio se adelantó apresurado y tomó uno de los elixires de las mil maravillas con cautela. Al tenerlo en la mano, sus ojos se abrieron ampliamente y murmuró muy desconcertado:—¿Cómo es posible? Este elixir… huele muy bien. Además, no veo la huella industrial en él. ¡Qué maravilloso!Solo con su a
Íñigo miró el elixir de las mil maravillas, que estaba muy de moda, y respiró profundamente. Si no tomaba medidas de inmediato, su elixir de belleza sería olvidado por el mundo para siempre. Llamó de inmediato a dos secuaces y les murmuró algo en voz muy baja.En ese momento, la rueda de prensa de l
—¿Qué tonterías está diciendo? Las convulsiones de este hombre no son causadas por nuestro elixir. Señor Martínez, ¿por qué está aquí? Pensaba que estaba muy ocupado con su rueda de prensa —ironizó Mía con voz indiferente.—Señorita Álvarez, espero que vaya al grano. ¿Cómo solucionamos esta situació
—Señor Martínez, comprendemos muy bien que su compañía quería conquistar de todas maneras el mercado de Ríomar con el elixir de belleza. Por supuesto, podemos competir de manera muy justa, pero no toleramos que juegue sucio —comentó Mía con gran sarcasmo, cruzándose de brazos.Todos los periodistas
—¿Qué ideas tienes? —preguntó Íñigo, mirando a Antonio de reojo.—Recuerdo muy bien que la señorita Martínez ya tiene veintiséis años este año. Es hora de que se case, ¿verdad? Si podemos contraer matrimonio con uno de los clanes de Ríomar, podemos establecernos aquí con más facilidad —sugirió Anton