Miguel recorrió el Pabellón con la mirada y no pudo evitar expresar su sorpresa s por la gran cantidad de tesoros que se encontraban allí. Desde armas antiguas hasta obras clásicas de artes marciales, hierbas preciosas y píldoras... Sin embargo, no todas eran de buena calidad y lo que podría servi
—¡Papá! —gritó Raúl, sobresaltado, como si su corazón saltara de su garganta. Los sirvientes de la familia Navarro también estaban atónitos, pero solo Miguel se mantuvo impasible. Raúl se volteó hacia él con el rostro desfigurado. —Muchacho, ¿qué le has hecho a mi padre? ¿Por qué ha escupido sangr
El anciano realizó un ejercicio de expansión del pecho y exclamó:—Sí, me siento mejor. Ahora tengo mucha energía.—Miguel, tu elixir ha sido muy eficaz —elogió el anciano.—¡Ja, ja, ja! Ya he dicho que Miguel es el primer médico en Ríomar —sonrió el Maestro.Se volvió hacia su hermano y criticó:—E
Si el elixir dorado estuviera disponible para la venta, sin duda habría una gran demanda por él.Los Navarro estaban interesados en invertir en este elixir, incluso si solo pudieran adquirir un diez por ciento de las acciones.—Pues, ahora entiendo por qué has venido —sonrió Miguel.—Lo siento mucho
Mucho después, Alicia finalmente pudo reaccionar y dijo:—¿Victoria? ¿No deberías estar en el extranjero?Esta prima suya debería estar estudiando en el extranjero y regresaría al país el próximo año.—He regresado para iniciar negocios en Ríomar. Recientemente, he establecido una empresa con mis co
El Maestro no se esperaba que este hongo silvestre estuviera tan popular. Había prometido a Miguel que le buscaría un hongo silvestre, ¿cómo era posible que se lo hubieran arrebatado?¡Qué situación tan vergonzosa!—Hermano, ¿puedes llevarlos a ver a tu jefe? Puedo pagar un precio muy alto por el h
—Victoria, este hongo no te servirá para nada. Si te sientes mal, puedo ayudarte. Por supuesto, estaré dispuesto a pagarte. Véndeme el hongo.Victoria sacudió la cabeza y frunció los labios.—Me siento perfectamente bien. No necesito tu ayuda. ¿Crees que puedes curarme? ¿Quién te crees que eres?Al
Ana no quería dar la impresión de ser tacaña frente a su sobrina, pero los cuarenta millones no eran una cantidad pequeña.De hecho, ni siquiera Mario podía imaginar que un hongo pudiera costar cuarenta millones. ¡Qué ridículo era este mundo!—¿Señores, les gustaría aumentar el precio? —apresuró Mar