—Parece que José sigue teniéndonos en consideración —le dijo Ana a Alicia. Juan también asintió con la cabeza.—Así es, incluso los Álvarez han traído gente. Sin duda ha tenido que ser el presidente quien los llamó. —Alicia, no estés triste, ya ha acabado todo —dijo Francisco con brillo en los ojos
Miguel quería acercarse a consolarla, pero, sin embargo, fue apartado de un empujón. Entonces, Ana gritó enfadada:—¿Qué hace aquí este inútil? ¡Mi hija no quiere verte, sal de aquí de una puta vez!Miguel hizo caso omiso de Ana y miró seriamente a Alicia.—Alicia, no tienes que preocuparte. Es una
—Ese hijo de puta de Miguel… tarde o temprano acabaré con él. Jamás me habría imaginado que podría traer a tantos luchadores expertos. ¿Sabes quién le ayudó? —preguntó. —No tenemos ni idea…—Parece que ese Miguel es un tipo de recursos. Lo he subestimado —dijo Luis culpándose a sí mismo.—Luis, cre
—¡Vuelve aquí ahora mismo, te haré sufrir como nunca! —Los ojos de Miguel miraban a Luis llenos de odio e ira. —Chaval, no importa el poder que tengas en Riomar. Al otro lado de este río está el territorio de Centromar. No seas tan arrogante —dijo Víctor frunciendo el ceño. Miguel le parecía extrem
Víctor se quedó sin palabras por un momento y después dijo:—Miguel, tu familia y la nuestra no se tienen ningún rencor, no merece la pena toda esta pelea solo por Pascual. ¿Merece esto ese tío?—Tu sobrino le ha hecho un corte en la cara a Alicia y va a pagarlo con su vida.—Pero… ¿solo por una muj
Observando la figura de Víctor mientras se alejaba, José se decidió por hablar: —Joven Rodríguez, la familia González aún tiene cierta influencia en Centromar. ¿Deberíamos comenzar a prepararnos?Miguel negó con la cabeza: —No hay necesidad de eso, ¿qué puede hacer la simple familia González?—Ell
Miguel ni siquiera lo pensó dos veces y le lanzó una bofetada a la cara del guardia. Con tal fuerza que el hombre de casi dos metros sintió como si su cara hubiera sido golpeada por un automóvil.Se dio la vuelta y cayó pesadamente al suelo con un ¡bam!Todos los allí presentes se quedaron pálidos.
Miguel estaba sentado en la sala de té, bebiendo té aburrido y sorbiendo su té. No sabía cuándo regresaría Pedro. A lo que se levantó tranquilamente de la sala de té. En los pasillos vio varias enfermeras corriendo de aquí para allá. De repente, se escuchó una pelea.Miguel se acercó curioso y en u