—Francisco, explícanos ahora mismo qué está pasando. ¿Qué tenemos nosotros que ver con la muerte de Pascual? —se apresuró Ana a preguntar mirando a Francisco—. ¿No fuiste tú quien lo mató?—Eso digo yo, Francisco. ¿No conocías a la gente del gobernador? ¿A quién temen ellos?—Jajaja… —Llegados a est
Alicia soltó un grito de dolor que resonó en toda la oficina. Ana no podía soportar más ver aquello y giró la cabeza hacia otro lado. Alicia sudaba a mares y respiraba con gran dificultad. Sus ojos, antes tan claros como el agua, ahora estaban empañados por una capa de niebla. El rostro del que esta
La puerta de la habitación se abrió sin hacer ni un solo ruido. Dos hombres vestidos de negro entraron de forma totalmente sigilosa. La oscuridad de la habitación hizo que entrecerraran ligeramente los ojos. ¡Pam! Justo en ese momento, escucharon un fuerte estruendo.Miguel le había dado una patada
Tras sacar el móvil, llamó a Rulo por teléfono.Dentro del Pub Insomnio, justo cuando estaba en el cuarto de baño, Rulo recibió la llamada de Miguel.Dudó por unos instantes, pues no sabía si debería cogerlo o no. Tras pensarlo un rato, decidió contestar al teléfono. —Dime, Miguel —dijo en voz baja
Dentro del pub Insomnio, Luis jugaba con su navaja mariposa. A su juicio, sus dos subordinados tenían una fuerza sin igual. Acabar con Miguel no sería tarea fácil. Justo cuando estaba regodeándose en su orgullo, escuchó un fuerte golpe. La puerta del pub Insomnio se abrió de una patada. Un grupo de
Rulo saltó rápidamente encima del hombre de negro y lo apuñaló ferozmente por la espalda con una navaja. En ese momento, el hombre de negro sangraba sin parar.—Hijo de puta, ¿cómo te atreves a traicionar a Luis? —maldijo.—Que te den por culo, yo soy el líder de ciudad oeste. Luis solo es un pedazo
—Cierra la boca, no necesito que me digas cómo hacer las cosas —dijo Mía mirándola con asco.Ana se encogió asintiendo con la cabeza al escuchar los gruñidos de Mía.—Sí, está bien… lo que diga la señorita Álvarez.Los hombres de José tenían una ventaja abrumadora y ya casi habían completado el ased
—Parece que José sigue teniéndonos en consideración —le dijo Ana a Alicia. Juan también asintió con la cabeza.—Así es, incluso los Álvarez han traído gente. Sin duda ha tenido que ser el presidente quien los llamó. —Alicia, no estés triste, ya ha acabado todo —dijo Francisco con brillo en los ojos