Tras sacar el móvil, llamó a Rulo por teléfono.Dentro del Pub Insomnio, justo cuando estaba en el cuarto de baño, Rulo recibió la llamada de Miguel.Dudó por unos instantes, pues no sabía si debería cogerlo o no. Tras pensarlo un rato, decidió contestar al teléfono. —Dime, Miguel —dijo en voz baja
Dentro del pub Insomnio, Luis jugaba con su navaja mariposa. A su juicio, sus dos subordinados tenían una fuerza sin igual. Acabar con Miguel no sería tarea fácil. Justo cuando estaba regodeándose en su orgullo, escuchó un fuerte golpe. La puerta del pub Insomnio se abrió de una patada. Un grupo de
Rulo saltó rápidamente encima del hombre de negro y lo apuñaló ferozmente por la espalda con una navaja. En ese momento, el hombre de negro sangraba sin parar.—Hijo de puta, ¿cómo te atreves a traicionar a Luis? —maldijo.—Que te den por culo, yo soy el líder de ciudad oeste. Luis solo es un pedazo
—Cierra la boca, no necesito que me digas cómo hacer las cosas —dijo Mía mirándola con asco.Ana se encogió asintiendo con la cabeza al escuchar los gruñidos de Mía.—Sí, está bien… lo que diga la señorita Álvarez.Los hombres de José tenían una ventaja abrumadora y ya casi habían completado el ased
—Parece que José sigue teniéndonos en consideración —le dijo Ana a Alicia. Juan también asintió con la cabeza.—Así es, incluso los Álvarez han traído gente. Sin duda ha tenido que ser el presidente quien los llamó. —Alicia, no estés triste, ya ha acabado todo —dijo Francisco con brillo en los ojos
Miguel quería acercarse a consolarla, pero, sin embargo, fue apartado de un empujón. Entonces, Ana gritó enfadada:—¿Qué hace aquí este inútil? ¡Mi hija no quiere verte, sal de aquí de una puta vez!Miguel hizo caso omiso de Ana y miró seriamente a Alicia.—Alicia, no tienes que preocuparte. Es una
—Ese hijo de puta de Miguel… tarde o temprano acabaré con él. Jamás me habría imaginado que podría traer a tantos luchadores expertos. ¿Sabes quién le ayudó? —preguntó. —No tenemos ni idea…—Parece que ese Miguel es un tipo de recursos. Lo he subestimado —dijo Luis culpándose a sí mismo.—Luis, cre
—¡Vuelve aquí ahora mismo, te haré sufrir como nunca! —Los ojos de Miguel miraban a Luis llenos de odio e ira. —Chaval, no importa el poder que tengas en Riomar. Al otro lado de este río está el territorio de Centromar. No seas tan arrogante —dijo Víctor frunciendo el ceño. Miguel le parecía extrem