Maldijo internamente a Ana por ser tan idiota. ¿Cómo iba a enfrentarse a tantos hombres él solo? Ahora huir no era una opción. Y no huir tampoco. No importaba lo que hiciese. Y, entonces, el rubio se acordó de él.—Jefe, ese es el hijo de puta que me ha pegado antes —dijo, señalándole.De pronto, to
¡Bam, bam, bam!Con una serie de sonidos secos, los gamberros fueron cayendo uno a uno. Nadie podía contener los puños de Miguel, quien ahora avanzaba hacia el líder como un tanque humanoide.—P... paradle. ¡Paradle! —gritó el jefe de los bandidos, asustado.Miguel parecía un perro rabioso. Cuando u
—Arrodíllate, pide disculpas y te perdonaré la vida —dijo Rafael señalando al suelo.En cuanto terminó de hablar, Miguel levantó la mano y le arrancó dos dientes de un guantazo.—Me importa una puta mierda quién seas. Si te atreves a tocar a Alicia, ni tu padre te salvará.Rafael no podía creer que,
Rafael no estaba muerto. Pero tenía la columna rota y la parte inferior de su cuerpo totalmente inútil. Todos lo miraron ojipláticos, sin atreverse siquiera a respirar. Miguel cogió sus medicinas y se dio la vuelta para marcharse. Ni el chico rubio ni ninguno de los otros se atrevió a detenerle.—¡M
Cuando pensó que tendría que ir en silla de ruedas el resto de su vida, deseaba con todas sus fuerzas arrancarle la piel a tiras a Miguel.—¿Quién coño le ha hecho esto a mi hijo?—Un… un tío llamado Miguel Rodríguez —contestó el rubio.—¿Y quién es?—No es muy influyente, solo tiene relación con la
En la mansión Álvarez, Mía estaba en su estudio leyendo unos documentos. Se quedó de piedra al escuchar las palabras de Alicia. Después, preguntó:—¿Qué quieres decir?Entonces, Alicia le contó todo lo que había pasado y volvió a suplicarle.—Mía, ahora eres la única que puede salvar a Miguel.La se
—Miguel, ¿se lo digo a los demás? —preguntó José.—No hace falta —Había un aura asesina en sus ojos—. Voy ahora mismo a la Mamba Negra. Si le pasa algo a Alicia, mataré a toda su familia —Y colgó el teléfono.Se puso en pie y abrió la puerta de la suite presidencial de un porrazo. A su alrededor gir
Al disiparse el humo, se veía claramente la figura de Miguel.Pascual entrecerró los ojos levemente y se fijó en Miguel.—¿Quién eres?No respondió Miguel, pero sí dirigió su mirada hacia Alicia.Preguntó con una voz fría:—¿La golpeaste?Rafael, sentado en una silla de ruedas, miró a Miguel fruncie