En la mansión Álvarez, Mía estaba en su estudio leyendo unos documentos. Se quedó de piedra al escuchar las palabras de Alicia. Después, preguntó:—¿Qué quieres decir?Entonces, Alicia le contó todo lo que había pasado y volvió a suplicarle.—Mía, ahora eres la única que puede salvar a Miguel.La se
—Miguel, ¿se lo digo a los demás? —preguntó José.—No hace falta —Había un aura asesina en sus ojos—. Voy ahora mismo a la Mamba Negra. Si le pasa algo a Alicia, mataré a toda su familia —Y colgó el teléfono.Se puso en pie y abrió la puerta de la suite presidencial de un porrazo. A su alrededor gir
Al disiparse el humo, se veía claramente la figura de Miguel.Pascual entrecerró los ojos levemente y se fijó en Miguel.—¿Quién eres?No respondió Miguel, pero sí dirigió su mirada hacia Alicia.Preguntó con una voz fría:—¿La golpeaste?Rafael, sentado en una silla de ruedas, miró a Miguel fruncie
Miguel levantó el sable y mató a Pascual sin piedad.El rey de la Ciudad Oeste se despidió del mundo de manera tan insulsa.Rafael, todavía en su silla, tembló como un azogado.Todo le parecía tan irreal cuando vio el cuerpo de su padre.Su padre, Pascual, debería ser invencible.¿Cómo podía morirse
Francisco se acercó a Alicia con preocupación y le preguntó:—¿Estás bien, Alicia?—No pasa nada, pero recuerdo que estaba en la oficina de Pascual. ¿Por qué están aquí? —replicó Alicia y se amasó de manera suave la cabeza.—Me preocupé tanto por ti que le pedí al señor Ramos que me llevara hasta aq
Al escuchar, Miguel no podía reaccionar y frunció las cejas.¿Alicia fue a pedir a Mía?Por eso, no era extraño que apareciera Lucía en aquel momento.No esperaba a que Miguel dijera la relación entre Mía y Lucía, Alicia lo empujó.Miguel agarró inmediatamente su muñeca, apresuró:—Quizás hay alguno
En la mansión del presidente de Ríomar.Diego no cesaba de toser en la cama, de vez en cuando, tosía sangre.—Doctor Gómez, ¿por qué mi enfermedad es tan grave?Y ni siquiera el propio Pedro entendió lo que estaba pasando.Siguió tocando su barba.—Presidente de la Cruz, su pulso está muy alterado.
En este momento, alguien llamó a la puerta continuamente.Miguel abrió la puerta y vio a un hombre desconocido.Llevaba puesto un traje, parecía que era de clase alta.Detrás de este hombre, había un hombre fornido con traje y gafas de sol.—¿Usted es?Romo, sin rodeos, fue al grano:—Soy hijo de Di