Miguel negó con la cabeza.—No.Alicia suspiró aliviada. Comenzó a relajarse y su puño apretado comenzó a abrirse gradualmente.—Miguel, te pido disculpas en nombre de mi hermano. Él no es consciente de lo que hace, por favor, no se lo tengas en cuenta —se disculpó Alicia.Alicia se sentía muy averg
Sonrió sin darse cuenta y pensó: “Dios debe estar de mi lado.”El rubio se agarró el pecho, consciente de que no era rival para Francisco. Le señaló y dijo:—Espera a que venga mi jefe a por ti, hijo de puta.Francisco puso los brazos en jarras y le dijo, vacilándole:—Papaíto te está esperando aquí
Área de hospitalización del Hospital Ríomar. Alicia está en el pasillo absorta en sus pensamientos. Francisco se acercó a ella.—¿En qué piensas?—En nada —contestó.—¿No estarás pensando otra vez en Miguel? —¿Por qué iba a pensar en él? —negó con la cabeza a la vez que forzaba una sonrisa.—Pues
Maldijo internamente a Ana por ser tan idiota. ¿Cómo iba a enfrentarse a tantos hombres él solo? Ahora huir no era una opción. Y no huir tampoco. No importaba lo que hiciese. Y, entonces, el rubio se acordó de él.—Jefe, ese es el hijo de puta que me ha pegado antes —dijo, señalándole.De pronto, to
¡Bam, bam, bam!Con una serie de sonidos secos, los gamberros fueron cayendo uno a uno. Nadie podía contener los puños de Miguel, quien ahora avanzaba hacia el líder como un tanque humanoide.—P... paradle. ¡Paradle! —gritó el jefe de los bandidos, asustado.Miguel parecía un perro rabioso. Cuando u
—Arrodíllate, pide disculpas y te perdonaré la vida —dijo Rafael señalando al suelo.En cuanto terminó de hablar, Miguel levantó la mano y le arrancó dos dientes de un guantazo.—Me importa una puta mierda quién seas. Si te atreves a tocar a Alicia, ni tu padre te salvará.Rafael no podía creer que,
Rafael no estaba muerto. Pero tenía la columna rota y la parte inferior de su cuerpo totalmente inútil. Todos lo miraron ojipláticos, sin atreverse siquiera a respirar. Miguel cogió sus medicinas y se dio la vuelta para marcharse. Ni el chico rubio ni ninguno de los otros se atrevió a detenerle.—¡M
Cuando pensó que tendría que ir en silla de ruedas el resto de su vida, deseaba con todas sus fuerzas arrancarle la piel a tiras a Miguel.—¿Quién coño le ha hecho esto a mi hijo?—Un… un tío llamado Miguel Rodríguez —contestó el rubio.—¿Y quién es?—No es muy influyente, solo tiene relación con la