No logré encontrar a Sasha, decidí entrar a la siguiente clase, estaba por acabarse el tiempo del receso.Me senté a lado de Ireka, está parecía un tanto pensativa, seguramente se arrepentía por haber tratado a su amigo como lo hizo. Cuándo el rubio decidió entrar me sonrió en señal de que todo estaba bien. Pero cambió su expresión a una de seriedad cuando su mirada se cruzó con la castaña.Cuando las clases por fin terminaron estaba bastante cansada y tenía náuseas. Pero debía sobrevivir a otras dos horas en la biblioteca. Tendría que hablar con la doctora sobre la dosis que estaba llevando. Esto molestaba en gran nivel.Me pareció sencillo elaborar el ensayo, incluso me dio tiempo de ayudar a mi compañera en algunos puntos que se le dificultaban. Dado que todos terminamos en un mínimo de una hora, la profesora nos dejó irnos. Volví a tomar el celular llamado a mi madre para avisarle que había salido. Sin embargo no contestó. Seguramente estaría ocupada. De igual manera no me costaba
—Voy a extrañarte papá— este me da un fuerte abrazo antes de despedirse de mamá.La semana había terminado. Desde el accidente que tuve donde vomité en el gorro de Sartori, no he vuelto a verlo. Por lo que decían los demás, no vendría en toda la semana, y ciertamente no debía importarme.Hoy desgraciadamente mi padre tenía que regresar a Nueva York, al parecer lo necesitaban con urgencia en un nuevo caso, del cual no podía negarse a participar. Aunque estaría de vuelta en cuanto el juez lo autorizara.—Cuídate mucho Reynald— le pidió mamá. Lo echaría de menos, ahora solo seríamos ella y yo por unas semanas.El camino a casa fue bastante silencioso, tranquilo. Pasamos por un parque, varios niños y niñas jugaban acompañados de sus hermanos, acompañados de sus amigos, de sus papás. Me recordó mi infancia, una infancia bastante amorosa a decir verdad. En gran parte se lo agradecida a mis padres, nunca fui una hija rebelde, mucho menos problemática.Cuando tenía quince años Evangeline me c
Sin decir nada más, entré al baño para cepillarme los dientes, la pijama ya la traía puesta. Salí de vuelta hacía el escritorio, el me recorría con la mirada, cada movimiento que hacía, cada mueca o gesto. Abrí el cajón sacando las pastillas que debía tomar antes de dormir. Me había pasado de la hora, he igual tenía que ingerirlas.La llevé a mi boca pasándola con algo de agua.—¿Vas a irte al amanecer?— le pregunté de espaldas.—En un par de horas me iréDaniela— levanté la cabeza cuando dijo mi nombre. Sonó tan diferente, tan, irreal.—Bueno, yo dormiré, no pienso desvelarme, y se que no harás nada malo.Sin saber porque había usado ese tono de voz tan, melancólico, me acomodé para subirme a la cama, impulsé mi cuerpo rápidamente con mis manos, una vez arriba acomodé mis piernas con mis manos, iba a tomar la manta para cubrirme, sin embargo, y sin darme cuenta, Jordan ya lo estaba haciendo por mí.Suspiré volteándome de lado, no quería verlo. Cerré mis ojos aspirando su perfume, el
Voy a extrañarte papá— este me da un fuerte abrazo antes de despedirse de mamá.La semana había terminado. Desde el accidente que tuve donde vomité en el gorro de Sartori, no he vuelto a verlo. Por lo que decían los demás, no vendría en toda la semana, y ciertamente no debía importarme.Hoy desgraciadamente mi padre tenía que regresar a Nueva York, al parecer lo necesitaban con urgencia en un nuevo caso, del cual no podía negarse a participar. Aunque estaría de vuelta en cuanto el juez lo autorizara.—Cuídate mucho Reynald— le pidió mamá. Lo echaría de menos, ahora solo seríamos ella y yo por unas semanas.El camino a casa fue bastante silencioso, tranquilo. Pasamos por un parque, varios niños y niñas jugaban acompañados de sus hermanos, acompañados de sus amigos, de sus papás. Me recordó mi infancia, una infancia bastante amorosa a decir verdad. En gran parte se lo agradecida a mis padres, nunca fui una hija rebelde, mucho menos problemática.Cuando tenía quince años Evangeline me co
Esto es lo que quiero. Hoy, mañana, y siempre…—Para la próxima clase no olviden traer sus folletos. Y por cierto también recuerden el baile de otoño que se estará efectuando el próximo mes— terminó de hablar la profesora de informática.Tomé mis cosas guardándolas en la mochila. Los días iban pasando rápidamente, a casi seis semanas de mi llegada la universidad no parecía ser tan horrible, en todos los aspectos.—Este semestre es el más emocionante de todos— Comentó Emma, la mejor amiga de Hanna. Últimamente la hermana de Sasha y su inseparable compañera pasaban más tiempo con nosotros.No me quejaba, tener a un par de amigas de último año era en efecto divertido. Puesto que nos habían ayudado en varias materias. A lado de ello, las “Divas” como eran normalmente llamadas en la universidad, tenían información de todos y de todo. Algunos chicos incluso les pagaban para saber ciertas cosas de otros. Aunque, eran estrictas con sus reglas. Una de ellas era nunca pasar información que perj
—Tu padre habló hoy por teléfono, dijo que todo estaba saliendo muy bien en su nuevo caso. Quizá esté de vuelta para finales del mes— Comentó alegre mi madre.Estaba ansiosa por verlo, lo extrañaba demasiado.—Hoy Sasha te trajo un poco más tarde de lo normal, ¿no es así?—Aja, pasamos al centro comercial, Ireka iba a comprar unas cosas. De hecho aproveché y te traje esto— Me dí vuelta en la silla buscando la pequeña cajita de colores. La tomé para acercarsela.—¿Y eso?—Bueno, los vi y pensé en ti.Mamá abrió la caja sacando un par de pendientes de color celeste. Su rostro se le iluminó por un segundo.—Gracias cariño, los guardaré para usarlos cuando regrese tu padre.Terminamos de comer, estaba por ir a la habitación cuando me dijo que esperara.—Daniela, Naydeline y Matt han estado dejando varios mensajes en la contestadora, almenos deberías hablar por última vez con ellos— cerré mis ojos respirando profundamente.—Lo haré cuando tenga tiempo.Solo quería que ellos entendieran que
Cuando tenía dieciséis años vi algo que cambió mi forma de ver la vida. Esa tarde salía de la casa de Naydeline, nos habíamos juntado para elaborar un proyecto. El cielo estaba cubierto por nubes, aunque no parecía que fuese a llover. A una calle antes de llegar miré a una pequeña niña sentada en la banqueta de su casa llorando, no entendía la razón, claro. Hasta que presencié como su padre salía con dos maletas mientras que una desesperada mujer en medio de lágrimas intentaba detenerlo.Él solo se giró a la niña, la observó quizás tres segundos antes de subir a un taxi y desaparecer. Años atrás él debió haberle jurado amor eterno a la madre de la pequeña, años atrás debió haber prometido llegar hasta el final de sus vidas juntos.Sonreí y seguí mi camino, alejándome lo más rápido posible.El amor era una hermosa promesa, un delirante susurro agridulce, mezclado quizás con algodón de azúcar. Claro que en ocasiones, la promesa se rompía, los susurros se desvanecía y el algodón de azúca
—Me gustan las personas reales. Las personas que dejan a lucidez el color de su alma. Y puedo decir que…me encanta el color de la tuya— Respondió de una forma tan diferente. Tan peculiar. Por un mínimo maldito instante, me perdí en esos ojos, en esa mirada tan peligrosa que Sartori podía llegar a tener. Y sin embargo ahora, solo era un espejismo.El tiempo se pasó casi tan rápido como un ferrocarril, al salir del agua me colocó de vuelta en la silla de ruedas. Observamos a los demás subirse a toboganes, me compró incluso un delfín de peluche.—¿Tienes hambre?—Un poco— respondí peinando mi cabello.—Me alegro porque iremos a mi departamento a comer, está mañana preparé algo para ti— lo miré incrédula.—Tranquila ragazza, no soy ese tipo de persona.Allí fue cuando entendí algo, todos podían endulzarte el oído, manejar el control de tu corazón. Pero nadie podía dejar desapercibido la verdad en su mirada.No, claro que no, Jordan no era ese tipo de persona. Aunque esto era lo que más mi