Dicen que tomar una decisión bajo presión es una de las cosas más difíciles. Para mí no lo fue, el amor no se juzga y mucho menos se deja ir, eso es lo que Melissa me enseñó.La veo y no puedo retener la incertidumbre que me invade. Es tan pequeña, tan débil y frágil.Veo como se remueve entre mis brazos. Abre los ojos y puedo leer sus pensamientos.«No te cases»- ¡Buenos días bella durmiente!- Buenos días Leo- se remueve un poco en la cama, en ese momento escucho el timbre sonar.- ¿Quién es?- Frunzo el ceño y me levanto, de reojo veo como la pequeña pelirroja se cubre los ojos con la sábana.Río para mis adentros y me dispongo a ponerme un pantalón de chándal.El timbre sigue sonando como loco, sin humor me dispongo a abrir.-¿Es enserio?- ¿En dónde está? Pregunta bruscamente Eiden- ¿Por qué mierdas entras de esa forma?- Te vas a casar, no permitiré que mi hermana se convierta en tu juguete- la ira crece en mi, lo estampo contra la pared y lo tomó su cuello.- La amo, y si cree
Llena: - ¿Mamá?- susurro.Lágrimas tibias opacan mi visión, soy incapaz de creer lo que mis ojos están viendo. La misma mujer que me dio la vida y cuidó de mí está aquí, vestida con prendas negras, su cabello recogido en una coleta alta y teñido de negro, en sus manos sostiene un arma apuntando hacía Erick. Muy a lo lejos puedo escuchar el llanto de Narisa, las maldiciones de Richard, he incluso la respiración acelerada de Leonardo y Eiden.- Estás viva – escupe con odio Sanders.- Lo estoy, Llena apártate de él – me ordena.- ¿Por qué?- le reprocho.- Amor, tenía que hacerlo, ahora que has cumplido la mayoría de edad y eres toda una mujer, volví , no sabes cuánto lamento no haber estado a tu lado mientras crecías.- ¡Tú no sabes nada!- grito y lloro por impotencia.- No sé cómo es que estás viva, se supone que encontraron dos cuerpos en el accidente – Exclama el padre de Leonardo.- El otro cuerpo no era mío, si no de Eleonor, una amiga que se sacrificó por mi, ella tenía un tumor y
Llena: Un año después:- Entonces las quieres ¿con alitas o sin alitas?- preguntó burlón Eiden.- No seas imbécil, y con alitas por favor- le digo mientras esté toma las llaves del auto y va al supermercado.- Recuerda traer la cena.- Si mandona – cierra la puerta y suspiro.Estoy en mis días y aproveché para encargarle algunas toallas sanitarias a mi hermano. Busco algo que ver en la enorme televisión de plasma. Pero no encuentro nada.Ha pasado un año desde que estamos viviendo aquí en París, Eiden y yo nos enamoramos de su cultura y él de su gastronomía. De hecho abrió un restaurante en el centro, muy cerca de la torre Eiffel.El dolor de mi corazón sigue ahí, quizá mis heridas han sanado pero se quedaron las cicatrices. Con el apoyo de todos, me siento bien, porque puedo decir que ahora estoy bien..Luciana mi madre, decidió sustituirme temporalmente como directora de las empresas Generation, la verdad se lo pedí yo, quería estar alejada lo más posible de Leonardo, la última vez
Leinad Grossver. Respiré profundo, encontrando el dulce aroma de la canela caliente en el aire. Poco a poco abrí los ojos, me encontraba en mi habitación rodeada por mantas gruesas y un calor un poco reconfortante —a su vez molesto— en mi espalda. Relamí mis labios nerviosa. Sentía la garganta completamente seca, tan seca que dolía centrar mi atención en esa parte. Recordé entonces lo sucedido, aumentando el latir de mi corazón contra el pecho. El frío recorriendo mi cuerpo de forma dolorosa. Mi garganta ahogándose. La presión en mi pecho. Dolor, y después, le recordé, entre ese remolino de viento congelante. Él estaba allí. Leinad. Un ataque de tos hizo que me separara de la superficie caliente intentando calmarme. El peso de la cama se volvió ligera cuando él, se levantó encendiendo una luz. — Tranquila. Respira profundo. ¿Cómo te sientes?— Coloca la palma de su mano sobre mi frente. Su mirada preocupada se aligera. — Ya no tienes fiebre. — ¿Leinad?— Hago una mueca. Me raspa
Desperté sobresaltada, con la respiración entrecortada.« Fue mi culpa, fue mi culpa. Él tenía razón»—Meg, ¿Qué pasa?—Yo.. yo, fue mi culpa, fue mi culpa— lloro.— Jamás, jamás digas que fue tu culpa. Le haré pagar Megan, le haré pagar a ese malnacido.— Cuéntame una historia— Murmuré. —Creo que solo asi podré dormir.— Bueno, no soy un experto cuenta cuentos. A parte mis gustos son un poco oscuros— Sonrió con lujuria.— ¿Qué tipo de oscuridad señor Grossver?—Bueno, de aquella que, te hace sentir bien sin duda alguna. ¿Qué género te gusta leer?— Romance, am, clásicas aunque también, me gusta la fantasía.—¿Hadas y unicornios?—Vampiros y hombres lobo.— Tengo un libro en el móvil. Puedo leerte los primeros capítulos. La energía es de cuidado. En cuanto el clima se calme te llevaré al hospital— Negué.—No me lleves con un doctor. Por favor.— Pequeña, podrías tener una complicación y yo no lo sabría.— Pero, ¿Y si me recupero?— Entonces veremos pero, hay algo que si es seguro Mega
Esta parte contiene lenguaje sexual.No olvides regalarme un voto y comentario. Alessandro: La miré dar un paso hacia atrás. Era pequeña, su cabello negro con ondas justo debajo de sus hombros, ojos verdes, no debía medir más del metro sesenta. Delgada y con ese sexy uniforme de colegio. —¿Cuántos años tienes?—. No parecía tener más de dieciséis. Y si era así debía llevarme las cosa lento. —Veinte— susurró. Reí negando. —Es la verdad. —Entonces porque vistes uniforme de colegio. ¿A caso crees que soy ciego?— gruñí acercándome. —Es solo un disfraz...— susurró tensa. —¿A qué te refieres niña?—¡No soy una niña!, Soy una prostituta—. Remarcó temerosa. Algo dentro de mí prendió fuego. Mi alma gemela una prostituta. Esto debía ser una puta broma. Al estar dentro de mis pensamientos me di cuenta que había empezado a correr nuevamente. Suspiré. «¿Por qué los humanos eran tan tontos?» La alcancé en seguida gracias a mi velocidad estampandola en un árbol. Ella jadeó asustada, su
Desperté algo desorientada. Estaba en una enorme habitación que no era para nada familiar. Traía puesto uno de mis vestidos. Me sentía sumamente cansada, inclusive sentía la necesidad de cerrar los ojos, no podía pensar con claridad. —Tienes que comer así que deja de hacer ojos de chino—. Esa voz gruesa me hizo poner alerta. Los recuerdos de la noche anterior llegaron como golpes a mi memoria. Yo en el bosque, huyendo, un vampiro... después él. Tenía pequeñas escenas, el dolor de su mordida, su cuerpo sobre el mío.De pronto era consciente de la realidad. Las piernas me dolían horriblemente, quité la sábana que me cubría solo para notar las marcas de unas mordidas entre mis muslos. Sentía punzadas en la cadera. —Tranquila te daré medicamento humano para el dolor. Al menos que quieras beber de mi sangre para curarte—. Respondió burlón. —¿Me heriste?— Solté la palabra de manera seca. Era consciente de a qué me dedicaba. Y que nunca lo hice por voluntad propia. El hombre de cabe
Respiré profundo viéndome al espejo. Llevaba mi cabellera negra libre detrás de los hombros. Coloqué los accesorios correspondientes para dar una imagen completamente distinta a la Sera que él conocía. Esta jugada sería solamente entre Hiroshi y yo. Que Amanda asistiera sería un riesgo considerable que no estaba dispuesta a provocar. —¿Esta todo listo Polet?— Asentí con la cabeza. Sera se quedaba aquí, guardada en mi interior, porque en el juego del gato y el ratón, yo, sería Vallolet Treiden.La hija de Julián Desword. —¿Vas a ayudarme allá dentro cierto?— Pregunté con las manos llenas de sudor y temblando levemente. — No te preocupes. Seré más que tú asistente. Te guiaré mediante el audífono— menciona sacando un estuche con un auricular pequeño. — Podré escribir en la tableta y la tecnología te dirá exactamente cada paso. — Debemos buscar un lugar al fondo. No quiero estar al frente con Giovanny. — Sera, la verdad te ves muy diferente. A parte. Él sigue pensado que estás e