Alessandro De Andes. La miré removerse sobre la cama. Por fin estaba despierta. Hoy era mi último día aquí en Alemania. Y lo iba a disfrutar inmensamente, la idea de dejarla, me estaba ocasionando un hueco ardiente en el corazón, como si la sensación de separarme de ella, me estuviese asfixiando. Abrió sus hermoso ojos, los restregó con sus dedos para después enfocar la vista en mí. —¿Qué haces?— Habló con la voz un poco enróquesesida. Intentó estirarse, allí se dió cuenta que se encontraba amarrada de las muñecas. — ¿Me ataste a la cama? — Asentí sin decir una sola palabra. Bajé completamente la colcha. Había disminuido la temperatura de la calefacción para que estuviese frío en el interior de la habitación. Reprochó al inicio. — Aless. ¿Qué haces?— Inquirió con un tono de burla. «Oh pequeño cuervo. Dejarás de pensar que es gracioso en poco tiempo» Iba a disfrutar de su cuerpo, iba a tomarla como un malnacido infeliz. Pero lo amaría. ... Busqué en el gabinete la caja donde
“El alma de las personas es corrompida por la eterna, y egoísta, espiritualidad de quienes creen, el poder brinda la felicidad" -OdetteDejé que el humo del cigarrillo escapara de mis labios, lancé el desperdicio hacia un lado de la terraza. Me encontraba sola en un departamento de lujo. Sola, como había estado toda mi vida. No era algo nuevo, se me volvió costumbre sentir el dolor en el pecho, en ocasiones, prefería contratar a una enfermera que me suministrará calmantes, solo de esa manera, encontraba paz. «Un alma atormentada» Decidí refugiarme del frío, entré al interior del departamento, todo parecía completamente ordenado en mi cabeza, aunque no era así. Conforme avanzaba, la escena perfecta pasaba a convertiste en un desastre, desde muebles acuchillados, floreros rotos, cosas tiradas y espejos en pedazos. —Odette, Odette. Mira lo que haz hecho pequeña. — ¿A caso importa padre? — Gruñí viéndolo reflejado en el exterior de un espejo. — ¿Hasta cuándo Odette? ¿Hasta cuándo Od
Odette — No entiendo porque tenía que ser yo tu compañera papá— Rodé los ojos. — Últimamente no me he sentido bien de salud. A parte te recompensaré con bolsos caros. — Claro, como los bolsos costosos me dan tanta felicidad— Exclamé una vez entramos al evento. — A veces parece que si. Ahora calla— Espetó. Italia no parecía ser lo que me imaginaba. Aunque últimamente ya nada me satisfacía. Todo me daba igual, no le encontraba ningún tipo de interés. Ningún viaje, ningún evento de ricos. La música rellenó mi atención, encontrandola menos despreciable que la mayoría de hombres, quienes no dejaban de verme el trasero. Aunque tampoco es como si no me hubiese enfocado en mostrarlo. — ¿Quién es él?— pregunté apuntando al chico de cabellos dorados. — Su padre es dueño de una gran compañía, aumentó sus ganancias diez veces este mes. Seguro su empresa será la nueva franquicia millonaria de Europa. Ese es su hijo. Giovanny Arcuri.. — Así que dices veces más— Susurré. Solté el bra
Un bebé en camino. Odette. — Lamento mucho la muerte de tu padre— Escucho a mis espaldas. Sonrío de manera cínica. «Yo no la siento» Solamente había sido un negocio más para él, encontrar a una hija cuya existencia sabía en su mente desde que nací, desde que fui puesta en ese horrible lugar. Él tanto como mi madre, estaban manchados de suciedad. — Gracias. Pero es mejor así. Estaba sufriendo mucho. Encontrar el cáncer en él, fue una noticia devastadora, ahora comprendía la disminución de su razón para tomar decisiones, ello le trajo la ruina. No podía permitir que los demás se dieran cuenta de ello, estaba a nada de la quiebra. Al ser la única hija biológica, las propiedades también pasaban a ser mías. Pero, de la misma forma, las deudas. El funeral fue algo simple pero costoso, no sabía la cantidad de amistades que mi padre poseía en el medio hasta que la iglesia se llenó. Algunos para dejar sus condolencias, otros para asegurarse de que su camino en la industria estuviese va
Era lo que era. Y lo que pensaba en ser.— ¿Quién es usted?— Hablé de manera defensiva. La mujer de edad avanzada y aspecto descuidado, no quitaba su mirada de mí. — Te pareces mucho a ella. Veo que llevas a un ser en el vientre— Su mirada se estuvo en mi abultado, quién ya empezaba a pesar, estaba a tres meses de conocer a mi hijo. Daniel. — Hable ya. ¿Qué es lo que busca? O llamaré a seguridad. — Odette, llamada así Por el cuento favorito de tu madre. —¿Mi madre? ¿Usted conoció a esa mujer?— Hablo con amargura. — Tu odio sin sentido y sin razón, empieza a envenenar tu alma jovencita. Y si, yo conocí a Dora desde que era una niña. —¿Dora?— Su verdadero nombre— respiré profundo. Poseía dos opciones, la dejaba entrar y escuchaba lo que tenía para decirme o simplemente, llamaba a seguridad. — Pase. Tiene solamente unos minutos para convencerme de que vale la pena escucharla. La mujer de cabellera blanquecina con pequeños rayos oscurecidos, se sentó en el sofá individual de la
Marcel Jhonson. —Bien, podemos hacer esto por las buenas o por las malas. Tú decides— Caminé de lado a lado con mis manos sujetas a mi espalda. Bajé la cabeza pero mi tono de voz sonaba amenazante. —¡Ya se lo dije! Yo no sé nada. Sera jamás me dijo que escaparía junto con Amanda— gruñe cruzándose de brazos. — ¡Daniel! Voy a eliminar tu membresía de jugador estrella si no me dices la verdad. — ¿Es en serio? No se nada. No me lo dijeron, de haberlo sabido, hubiese ido con ellas— Lo fulminé con la mirada. — Cuando tú padre se entere que su prometida, que además esta embarazada, desapareció. ¡Va ha cortarme la jodida cabeza! —¡¿Creé que no lo sé?! A mí me meterá a un internado militar. — Esto no está bien. Jamás debí haber dejado sola a Amanda. Pero se acabó. Iré a buscarlas. —¡¿Qué?! Yo también voy. — De ninguna manera. Traeré a Oliver para que se hagan compañía. Simone y Nana los cuidarán. — Simini in nani lis cuidiran— rezongó. —¿Qué dijiste? — ¡Esta bien ya qué!Salí de su
Historias cruzadas. Sera.¿Qué es el amor? ¿Un villano a caso? ¿O el verdadero héroe de nuestras vidas? El amor está preso en cada celda de nuestra existencia. Se convirtió en un instinto de supervivencia, en una ley, en un reino, en una condena e incluso, el castigo más errático de todos. El amor se había convertido, más que en un sentimiento. En un respectivo negocio; libros, musica, películas, shows. El mundo entero giraba entorno al amor y desamor, una peligrosa aventura de pasión y deseo. — Quisiera entenderlo— Suspiró la chica a mi lado. —¿Entender qué? — Cuestioné. — Al amor claro. ¿Por qué mierda tiene que ser tan complicado? Es decir, a veces es un verdadero grano en el culo— articuló con desagrado. — Vaya que te han lastimado entonces. ¿Es ese chico? Con el que llegaste— Inquirí curiosa. — Siempre estuve enamorada de Fabián. Era mi mejor amigo— Su voz se quebró por un instante. Le entendía, muchas veces me hice la fuerte cuando en realidad no lo era. — ¿Y qué pasó?
— Ha pasado un poco más de un año. Este reencuentro es, lo que todos necesitábamos Adriana. ¿A caso no te emociona reencontrarte con Fabián y Mariano? — Respiré profundo. — Quizás pero, no tanto después de nuestra última conversación. — Tiene un matrimonio Adri. Yo también odio a Susan, pero... — Es su esposa ya lo sé. Me quedó Claro Stelle. — Solo trata de, mantenerte tranquila. Pasaremos el fin de semana es esa hacienda y, todo habrá acabado. Es más, si no te gusta, nos vamos a dónde sea. — No sé que haría sin ti Stelle— Le di un abrazo a la chaparra. — Bueno debo irme. Preparé mi maleta. Mañana nos recogerán muy temprano. Ánimo sí— Asentí con la cabeza. «No puedo creer que vaya a aceptar hacer esto» Resoplé. Había pasado más de un año. Un año donde mi vida había cambiado por completo, decidí abandonar a la versión de Adriana, de la chica en una familia perfecta. Abandoné la universidad en estudios contables, ahora estaba en Nueva York. Viviendo lo que tanto había soñado. M