Recibir a Anna en medio de la noche para Giada fue lo más sencillo, lograr que nadie se la llevara fue peor, porque la mayoría de las parejas buscan bebés para la adopción y con eso, Anna era del grupo más solicitado, sin considerar que la pequeña es realmente hermosa.Gianna se encariñó con ella rápidamente, aunque es joven, trabaja de voluntaria en el orfanato y para ella es lo más hermoso que le ha podido suceder.—En verdad, papi, no entiendo cómo es posible que una hermosura así esté aquí… yo no tendría corazón para dejar un hijo abandonado —dice ella conmovida mientras la alimenta.—No todas las mujeres tienen las mismas condiciones, muchas de ellas lo hacen por miedo e incluso como una muestra de amor extremo, porque prefieren que otra familia les dé lo que necesitan.—Aún así… sería capaz de vender dulces en una esquina o flores en los semáforos, con tal de no separarme de un hijo —mientras admira a la pequeña Anna, sonríe al ver que es muy tranquila mientras come, a diferenci
Fabrizzio toma a su hijo entre sus brazos y sale de la casa realmente molesto, pero trata de mostrarle a su hijo una sonrisa, la que no es muy difícil si su niño va aplaudiendo feliz.—¡Papi, papi! —grita el pequeño emocionado mientras aplaude.—Iremos de paseo, mi pequeño —besa su cabecita, abre la puerta del auto y lo sienta en su sillita. Mientras le coloca el cinturón de seguridad, Giada sale hecha una fiera de la casa y camina hacia ellos. Fabrizzio cierra rápidamente el auto y camina hacia ella para que el pequeño Fabián no oiga la pelea.—¡No puedes irte así! Fabián también es mi hijo y no permitiré que te lo lleves de esa manera… —por primera vez en siete años juntos, Fabrizzio la toma sin delicadeza por los brazos y la aleja lo más que puede del niño, sacándola de visión. Ella lo mira asustada y con el labio temblando le dice—. ¿Vas a golpearme?—¡¡Claro que no!! Lo único que estoy haciendo es alejarte de nuestro hijo para que no oiga nuestra pelea —cuando están lo suficiente
Mientras Giada disfruta los primeros meses de su embarazo porque Fabrizzio no duda en para todo su día si es necesario para atenderla, alguien del pasado llega de regreso a Florencia.Gianna llega a la casa luego de un día agotador en el orfanato, pero con la misma sonrisa de siempre, la que se borra cuando ve a una figura masculina en la puerta que reconoce.—¿Giulio? —camina hacia él y recupera la sonrisa. Él abre los brazos y Gianna corre los últimos metros, porque él siempre fue un buen chico, nunca la trató como su madre o su hermana, le llevaba regalos y la invitaba a pasear cuando Giada no estaba disponible.—¡Gianna! ¡Por Dios, que linda y grande estás! —le dice él levantándola y Gianna se ríe.—Sí, eso es porque ya crecí… son siete años los que te has perdido —él la hace girar y Gianna se ríe más. Cuando termina, abre la puerta y lo hace entrar.Giulio no puede evitar sorprenderse de lo cambiada que está la casa, Gianna le ofrece algo de beber y él acepta mientras espera en l
Para Giada tener que aguantar al marido de su hermana, quien resulta ser su exnovio, no es para nada sencillo, especialmente porque ese hombre le mueve más fibras que su esposo millonario.Por eso, ir en el auto de copiloto junto a Fabrizzio y su hijo de camino a la casa de Gianna, la misma que ella le quiso quitar, no es algo que la haga sentir realmente feliz.—¿Te pasa algo, cariño? —le pregunta él en una parada y tomando su mano, para dejar un beso suave allí.—No, es sólo que el bebé está algo inquieto hoy —dice ella llevándose la mano al vientre y fingiendo una sonrisa.—Debe estar emocionado de ir a visitar a su tía, verás que pronto se calmará.Ella asiente y siguen el camino como si nada pasara, cuando en realidad pasa de todo.Al llegar a la casa es Gianna quien los recibe, va con un hermoso vestido de diseñador, el cual es obvio que Giulio le ha comprado en su escape a París. Giada no puede evitar sentir los celos corroerla, algo que su hermana reconoce perfectamente, pero
Gianna salta del pequeño sofá en donde lleva durmiendo ya más de una semana cuando escucha las arcadas de Giulio, corre para ayudarlo a llevar al recipiente en donde sólo vomita bilis y algo de sangre.Cuando termina, vuelve a recostarse y ella lo limpia con ternura, él la mira a los ojos en donde no hay ni un mal sentimiento y sólo cierra los suyos, porque tener que dejar a la mujer que ama con este mal recuerdo le pesa en el corazón.Durante años Giulio luchó por controlar su enfermedad, esa fue la única condición que Gianna le puso para casarse con él y habían buscado todas las alternativas, en donde la operación fue la primera.Luego vino la quimioterapia, radioterapia y todo lo que estuvo a su alcance, pero la enfermedad simplemente no quiso dimitir.Fue al inicio de todo eso en donde Giulio comenzó a sentir un calorcito especial por Gianna, lo que llevó al hombre a verla más que una amiga.Un día, muy cerca de su segundo aniversario, él llegó a la casa con un ramo de flores y un
Las cosas para Fabrizzio no se volvieron más sencillas después de que Gianna se ha apartado extrañamente de él. La empresa ha presentado serios problemas y entre iniciar un divorcio en esas condiciones o esperar a que pase la crisis, la verdad es que es mejor esperar.Pero si hay algo que puede parar toda esa vida tan horrorosa que tiene es su salud, por eso cuando comienza a sentirse mal y recurre al médico buscando un alivio, lo que se encuentra es algo mucho peor.—Señor Petrucci, usted padece Talasemia, es una enfermedad bastante grave si no se trata a tiempo y me temo que usted está en esa fase entre la vida y la muerte —Fabrizzio abre los ojos asustado, porque nunca se pensó que sería tan grave.—Pero… ¿qué es eso? ¿Cómo es posible que no me diera cuenta antes?—Bueno, requiere de estudios específicos, no es algo sencillo
Tras hablar con el abogado de la familia Petrucci, Fabrizzio finalmente decide viajar a Roma tanto para entregarle personalmente la demanda de divorcio a Giada, como también para ir a buscar a sus hijos.Al llegar aquel día, curiosamente, se encuentra a su mujer en casa y una de las empleadas le susurra que está de vacaciones. Se acerca a ella, quien se queda mirándolo de pies a cabeza porque sólo va con un sobre las manos, ni maleta ni nada.—Hola esposo —le dice ella con cierto sarcasmo que a él no le pasa desapercibido—. ¿Te han perdido el equipaje en el aeropuerto?—No, sólo vengo por el día —le entrega el sobre que lleva las manos y ella frunce el ceño—. Necesito que leas exhaustivamente ese documento y que lo firmes. Mientras tanto, yo organizaré todas las cosas de nuestros hijos.—¿Qué es esto?—Es la dem
—Está suspendida.Aquellas palabras resuenan en la cabeza de Gianna, quien mira a Su jefe y no puede comprender lo que está sucediendo.Desde los diecisiete años Gianna no ha hecho nada más que estar allí cuidando de los niños, atendiéndolos, dándoles amor y todas las necesidades emocionales que requieren cubrirse. Pero aquella mala jugada de su hermana le estaba jodiendo la vida.Y la desgraciada todavía sin aparecer.—Pero no entiendo ¿por qué estoy suspendida?—Es sencillo. Desde el primer ministro hacia abajo se nos ha pedido que, con todo el escándalo de los Petrucci, cualquier persona que esté involucrada con tu hermana debe salir de este lugar.—Pero es que ni siquiera a ustedes se les escapa el hecho de que mi hermana y yo nunca nos llevamos bien. Ambas teníamos una manera muy diferente de tratar a los niño