Abrir los ojos a esa realidad no es algo que le agrade, pero es lo que tiene… la soledad.Pietro sale de la cama de mala gana, se mete a la ducha de la misma manera y cuando se viste su humor no ha cambiado en mucho, así que mejor se bebe un vaso de agua y sale directo a casa de su padre para ir por sus hijos y luego llevarlos a pasear a algún lado que lo ayude a olvidar lo que pasó con Cara.En todo el trayecto piensa en lo mucho que le gustaría terminar con todo eso, poder ser feliz de manera definitiva. Él sabe que una persona no es quien determina aquello, pero tras conocer a Cara ya no está tan seguro.Al bajarse del auto en casa de su padre, deja escapar un suspiro y esboza la mejor sonrisa para entrar a buscar a sus hijos. Los encuentra desayunando y se sienta con ellos, mientras que a Octavio le toma sólo dos segundo de esa sonrisa para saber que es más falsa que los senos de su exesposa.Los niños le cuentan que vieron una película con su abuelo y su tío, que los dos se queda
Joshua no se pierde ni un detalle de la mujer que tiene en frente, por supuesto que sabe quién es y que su hermano no lo supiera sino hasta después del incidente en la fiesta, sólo le demuestra que no es de esas celebridades que anda gritando a los cuatro vientos quién es para hacerse notar.—Señorita, la escucho —le dice Joshua tomando asiento e indicándole a ella que haga lo mismo.—Mire, puede sonar a la excusa más barata y estúpida, ¡realmente pendeja! Pero la verdad es que, en mi trabajo, no sueles confiar en las personas y peor aún si se muestran de una manera, para luego encontrarte con que son diferentes.—¿Y eso es lo que le pasó con mi hermano?—Sí y, para mi vergüenza, dos veces… —ella se mira las manos en un claro gesto de arrepentimiento, mientras que Joshua no se pierde nada de su expresión—. Primero, vi a su hermano como un protector nato, respetuoso y cálido. Me quitó de encima a un hombre que intentó forzarme Dios sabe a qué, en todo momento se preocupó de que estuvie
Cuando Cara anuncia su llegada a la propiedad de Octavio, no se tardan en hacerla pasar, lo que le causa curiosidad, pero Joshua ya se había encargado de irle con el chisme a su padre, así que el anciano se había encargado de correr a su hijo para que no se encontrara a la mujer…No porque no quiera que se vean, sino para ponerle más suspenso y para ver cuánto ella está dispuesta a insistir. Cuando Cara se baja del auto, Octavio se acerca a ella y la mujer se sorprende de que se vea tan firme a su edad, aunque decir que tiene sesenta u ochenta años no parece sencillo, y es que los Petrucci no son fáciles de colocarles edad.—Señorita Modigliani, la estaba esperando —le dice él estrechando su mano y ella se quita los anteojos con una sonrisa.—Mucho gusto, señor Petrucci, espero que mi visita no sea inoportuna.—No lo es, créame que cualquier cosa que pueda hacer feliz a mi hijo para mí es más importante que cualquier cosa, así que dígame, ¿qué puedo hacer por usted?—Necesito un cómpl
Los días que siguen a esa noche, Cara y Pietro sólo se llaman para saber cómo están, ya que la actriz está con varios asuntos en su agenda y Pietro ha regresado al trabajo luego de tomarse unas semanas por su divorcio, no porque le afecte, sino para cuidar de sus hijos.Al llegar, como siempre, varios de los trabajadores nuevos lo miran con cierto temor, y es que ese hombre serio parece un demonio en traje. Sólo los más antiguos se atreven a saludarlo cordialmente y por supuesto que él responde con la misma cordialidad, pero sin sonreír.En cuanto llega a su oficina, su secretaria se levanta con una enorme sonrisa coqueta y lo saluda.—Buenos días señor Petrucci, tengo para usted varios mensajes, ¿quiere que se los lea?—No, gracias, yo aprendí a leer —le dice con seriedad y extiende la mano para que ella le entregue los mensajes. Pero la mujer no desiste y se los deja con un movimiento sensual—. Sally…—¿Sí, señor Petrucci?—Deje de moverse así y le dará lumbago —la mujer se sonroja
Y tal como los dos acordaron, luego de que Cara se libera de sus responsabilidades, Pietro recibe su llamada por la tarde. —Hola, ¿estás ocupado hoy por la noche? Necesito compañía para una cena y no quiero ir sola —Pietro firma un documento y despacha a su nueva secretaria para que no escuche. —Hola… no, hoy no tenía planes más que de irme temprano a la cama, ya sabes, como estoy viejito —él se ríe y Cara se molesta. —No vuelvas a decir eso, ni siquiera tu padre se ve viejito… ustedes me ponen nerviosa, todos parecen diez años menores. —Bueno, entonces sólo soy un hombre de cincuenta años que pensaba descansar, pero ya que me quieres para ir a una cena, me animo y me sumo, ¿a qué hora paso por ti? —No, yo iré por ti. —Oh, no, querida mía —le dice él con esa voz ronca que a Cara le fascina y la hace morderse el labio—. Yo iré por ti, a ti te gusta que yo sea un caballero y no voy a tranzar eso por nada. Dime la hora y yo paso por ti al hotel. —Bien, si lo dices así… a las siete
Pietro conduce con cautela y muy nervioso hacia el hotel en donde se hospeda Cara, se mira a cada rato al espejo pensando en que un mechón se le ha escapado o para acomodarse la pajarita.A cada rato tiene que usar un pañuelo que ha dejado en el asiento de al lado para secarse el sudor de las manos, hace tanto que no se sentía tan nervioso como ahora y sabe que es porque Cara es una personalidad más que pública, que irá a una cena importante… y asistirá con él.Cuando se detiene frente al hotel, respira profundo muchas veces y se baja para entrar al hermoso edificio, se anuncia y la mujer en el mostrador llama de inmediato a Cara para anunciarle que Pietro ha llegado.Él se queda parado allí con esa misma expresión que usa en público, mirando a su alrededor para tratar de pasar aquellos nervios de adolescente que lo atacan, hasta que la mujer le dice que Cara ya llegó, se gira y cuando la ve se le para… el corazón.Camina como idiotizado hacia ella, enfundada en aquel vestido rojo, co
La tensión en el silencio se puede casi tocar con los dedos, Pietro lleva a Cara firmemente tomada de la mano, lo cual aprovecha para dejar suaves caricias en el dorso de su mano, haciéndola sonreír.En cuanto llegan al primer nivel, ella se detiene de pronto y Pietro la mira algo confundido, Cara se suelta con suavidad de su agarre, sin embargo, se acerca a él para ver mejor sus ojos.—¿Estás bien? —Cara sonríe y le acaricia el rostro.—Sí, es sólo que he recordado algo y necesito preguntarte algo muy serio.—Claro, lo que sea, pregúntame y yo te responderé.—¿En verdad soy tu mujer? —Pietro abre los ojos y, como cosa rara y adorable, se sonroja, sacándole una enorme sonrisa a Cara. Él cierra los ojos y tras sonreír también, asiente.—Sí, eres mi mujer… a menos que tú no quieras.—Sabes que quiero, pero eres tú quien se niega a todo esto… aunque ese beso de hace unos minutos me dice que ya no puedes escapar más de lo que sientes por mí.—¿Y cómo podría hacerlo? Si eres magnífica, muj
Pietro comienza a trazar un camino de besos cálidos y húmedos, mandando mil sensaciones por todo el cuerpo de Cara. La pobre siente que se quema y con justa razón, si está debajo de aquel hombre que está ardiendo, y es por ella.Cuando Pietro llega a uno de sus senos, Cara se retuerce y de arquea, ofreciendo mejor aquella parte de su anatomía, sintiendo cómo aquel hombre, todo un experto, le está dando un placer que jamás conoció. Por unos segundos recupera un poquito de su cordura y lo mira, encontrándose con sus ojos y sintiéndose vulnerable ante aquella atención.—Eres tan hermosa… eres una diosa ¡y no te das cuenta!—Si me sigues diciendo esas cosas, me lo voy a creer… ¡ah!Pietro deja una mordida suave en si piel y sigue bajando. Al llegar a su ombligo traza círculos a su alrededor y Cara emite un gemido involuntario, Pietro sigue su camino hacia ese lugar inexplorado eliminando la molesta braga del camino rompiéndola sin pudor ni remordimientos. Cara lo mira con la boca abierta