—¿Seguro? ¿Qué me dirías si te confieso que el abuelo de Carina, el gran señor Benjamín Gibrand, es el culpable de la muerte de tu madre? —preguntó Aida fascinada por ver caer ese muro de frialdad y soberbia que Rainer sostenía delante de ella. —¿Qué? —preguntó desconcertado. —Entiendo que Carina
Entre la penumbra se encontró con el cuerpo de Carina, escondido entre las sábanas y abrazando a ese elefantito de peluche que tanta gracia le daba a Rainer. Aida tenía razón, no podía ver a Carina sin pensar en el sufrimiento de su madre. Ella no era la culpable de lo ocurrido, pero Benjamín aparen
A diferencia de esos días en la casa de campo, donde toda la familia Gibrand se juntaba para festejar un año más del viejo Benjamín, esa noche en el hospital, solo estaban Román y Frida en la puerta de la habitación, atentos a cualquier emergencia. En ese momento, como ave de mal agüero colándose
—No podré irme de este mundo ileso, Marco… —dijo Benjamín queriendo reír, pero la tristeza y el miedo se apoderaron de su corazón—. Tengo tantas deudas que no pagué en vida y parece que ustedes tendrán que pagar por mí. —¿De qué hablas? —preguntó Marco desconcertado. —Llama a Román… Hay algo que
El silencio se hizo profundo. Ambos hermanos estaban horrorizados, pues creían en las palabras de Benjamín y lo consideraban capaz de una atrocidad así. —¿Lo saben? —preguntó Román con la mirada perdida—. ¿Los Winter saben que tú mataste a esa mujer? —Estoy seguro de ello… De la misma forma en l
—Me acabo de despertar y no creí conveniente volver a dormir, quiero enfrentar mi destino con los ojos abiertos —dijo Benjamín con la mirada perdida. —Es hora… —Solo respóndeme… ¿Desde cuándo…? —Desde hace un año… En cuanto Carina llegó a Alemania. —¿Quién te pidió este favor? —Aaron Winter… E
Carina se sentía victoriosa, había conseguido el corazón de Rainer, había encontrado al hombre indicado, ese que la ama con compromiso y determinación. Se había enamorado perdidamente de él y la alegría de saberse correspondida no cabía en su pecho. —Te amo, Rainer… Te amo, te amo, te amo —dijo Ca
—Son 11:34 —respondió Walter molesto. —Gracias, caballero. —Marco asintió gustoso y se apartó de la farmacia, internándose en la primera calle que lo llevara hacia la parte trasera del local, sin que Walter se diera cuenta. Cuando el ayudante de Rainer buscó a Carina dentro de la farmacia, ella