—Creo que tienes razón… —respondió Lorena tomando por la corbata a Otto—. Creo que… dejaré de tomar los anticonceptivos y… podemos intentarlo. La sonrisa de Otto se volvió enorme, abrazó a Lorena por la cintura y la levantó mientras la llenaba de besos. Se sentía cada vez más cerca de apoderarse d
—Pensé que estarías feliz de volverme a ver… —Johan dejó una de las botellas sobre la mesa, así como dos copas—. No podía permitir que te fueras de la cena sin probar el vino. Supongo que dedujiste en quien me inspiré…—Creo que no solo yo… —respondió Lorena sin ocultar su molestia. —¿Otto se enojó
—Pues no lo parece… Tu cuerpo sigue respondiendo al mío, tu boca me lo confirmó —dijo Johan victorioso.—No me voy a separar de Otto… —respondió Lorena decisiva.—No necesito convencerte, tu matrimonio no existe porque el hombre con el que te casaste tampoco existe. —Cada vez se mostraba más arrogan
—Jane… —dijo la pequeña estirando su manita hacia él, intentando presentarse como lo había visto en los adultos. Johan estrechó la mano de su hija y besó el dorso con ternura, estaba embelesado. —Creo que es hora de que Jane se vaya a dormir —dijo Lorena besando la frente de su hija—. ¿Me acompañ
—Qué curioso… Justo el día que te encuentras con Johan, extravías el anillo de matrimonio que afirma que eres mía. —Con cada palabra, Otto perdía más la cabeza y se cegaba por la furia. —Otto… No quiero pelear… —dijo Lorena queriendo hacer las paces—. No perdí el anillo adrede, eres mi esposo y… —
No hay fecha que no llegue, ni plazo que no se cumpla. Eso lo entendió Natalie en cuanto su salud se deterioró con rapidez, evitando que pudiera salir del hospital. Los medicamentos que tomaba parecían no surtir efecto, sus médicos cambiaron muchas veces de fórmula, pero nada funcionaba, el cáncer h
Le arrancó la mascarilla de oxígeno y presionó la almohada contra su rostro. Aunque Adelina esperaba forcejeo por parte de su víctima, esta no hizo nada y aceptó su muerte pacíficamente. Bien podría decirse que Natalie incluso la estaba esperando, ansiosa por abandonar esa cama donde solo sufría, si
El corazón de Lorena dolía y pegó su frente a la de Johan mientras su garganta se retorcía en un nudo. —Déjame ir contigo… —pidió. —Si algo nos pasa a los dos, ¿quién cuidará de nuestros hijos? Sus palabras hicieron sentir a Lorena que eran una familia de verdad y que siempre lo habían sido.