Al despertar y no encontrar a Lorena a su lado, el corazón de Johan se había roto por la mitad. Estaba seguro de que no había sido un sueño, el sabor de su piel aún vibraba en su paladar. Las cosas no mejoraron cuando el pequeño Peter salió sollozando de su cuarto, preguntando por su Nena, alegando
Por un fragmento de segundo Otto pudo ver en el reflejo de los ojos de Román adoración y amor. El gran señor Gibrand amaba con devoción a su esposa y entonces lo entendió. Aunque nadie se lo había dicho, comprendía que era algo que Román hizo indudablemente. Todo lo que tenía, cada bien y cuenta ban
—Creo que tienes razón… —respondió Lorena tomando por la corbata a Otto—. Creo que… dejaré de tomar los anticonceptivos y… podemos intentarlo. La sonrisa de Otto se volvió enorme, abrazó a Lorena por la cintura y la levantó mientras la llenaba de besos. Se sentía cada vez más cerca de apoderarse d
—Pensé que estarías feliz de volverme a ver… —Johan dejó una de las botellas sobre la mesa, así como dos copas—. No podía permitir que te fueras de la cena sin probar el vino. Supongo que dedujiste en quien me inspiré…—Creo que no solo yo… —respondió Lorena sin ocultar su molestia. —¿Otto se enojó
—Pues no lo parece… Tu cuerpo sigue respondiendo al mío, tu boca me lo confirmó —dijo Johan victorioso.—No me voy a separar de Otto… —respondió Lorena decisiva.—No necesito convencerte, tu matrimonio no existe porque el hombre con el que te casaste tampoco existe. —Cada vez se mostraba más arrogan
—Jane… —dijo la pequeña estirando su manita hacia él, intentando presentarse como lo había visto en los adultos. Johan estrechó la mano de su hija y besó el dorso con ternura, estaba embelesado. —Creo que es hora de que Jane se vaya a dormir —dijo Lorena besando la frente de su hija—. ¿Me acompañ
—Qué curioso… Justo el día que te encuentras con Johan, extravías el anillo de matrimonio que afirma que eres mía. —Con cada palabra, Otto perdía más la cabeza y se cegaba por la furia. —Otto… No quiero pelear… —dijo Lorena queriendo hacer las paces—. No perdí el anillo adrede, eres mi esposo y… —
No hay fecha que no llegue, ni plazo que no se cumpla. Eso lo entendió Natalie en cuanto su salud se deterioró con rapidez, evitando que pudiera salir del hospital. Los medicamentos que tomaba parecían no surtir efecto, sus médicos cambiaron muchas veces de fórmula, pero nada funcionaba, el cáncer h