Esa tarde Johan se encargó de los dos hombres que Lorena había atado, así como preparó todo para regresar a la ciudad. Antes de que pudieran irse del pueblo, le hizo una visita a Alfonso, y como esperaba, la residencia estaba bien custodiada, pero no fue problema para él escabullirse. Con una bala
No pudo evitar levantar la mano, tentado a acariciar su mejilla. Entre más tiempo pasaba con ella, más se embriagaba de su calor. —No lo hagas… —dijo Lorena entre dientes—. Soy solo un trabajo, ¿recuerdas? Por un momento se vieron a los ojos, ambos moribundos y heridos. Los dedos de Johan delinea
—¡Lorena! —¡Señor Román! —Explotó en felicidad Lorena y corrió con todas sus fuerzas hasta llegar a él, que de inmediato la recibió entre sus brazos y la cargó como lo haría con una hija. La estrechó tan fuerte que Lorena sentía que no podía respirar, pero no importaba, podría romperle cada hueso
—¿El padre de Lorena? —Román frunció el ceño. —Alfonso Phai… —Dueño de GreenField Agro… Saca su fortuna de la agronomía. Curiosa combinación, tecnología y cultivos. ¿Esa es la herencia que le quiere dar a Lorena? —Es inteligente, sabrá qué hacer —dijo Natalie con media sonrisa—, pero para que es
Habían pasado ya dos meses desde que abandonaron el pueblo, Natalie estaba delicada por el cáncer que devoraba sus pulmones y Lorena se dedicaba a ella por completo, llevándola al hospital y dándole sus medicamentos, así como preparando su comida favorita. Durante ese tiempo, se habían vuelto cercan
—Doctora… ¿Está segura? —preguntó con los ojos cargados de terror. —Lo estoy, el ultrasonido no miente —respondió Sofía congelada por el frío con el que Lorena hablaba. —¿Quién es el padre? —Emma estaba intrigada. —Johan… —pronunció Lorena en un hilo de voz. Durante todo el camino, Lorena es
Este era el quinto pretendiente que Natalie le conseguía en la semana. Lorena había asustado a todos con decir que estaba embarazada. Una madre soltera no era tan atractiva, no muchos se animaban a cargar con ese paquete y Lorena lo sabía. —No sé qué les haces para espantarlos, pero por favor, dej
—Lore… ¿podrías ponerme atención? —preguntó divertido y cuando esos ojos dorados se levantaron de su taza, se quedó sin aliento—. Ella aún cree que nuestra relación es para terminar en matrimonio, pero… yo me arrepentí. —¿Cómo? —Lorena ladeó la cabeza como un pequeño cachorro. —Yo… Quiero… Tomarme