Frida se sentó ante la mesa, con las manos temblorosas y trató de respirar. —¿Dónde está mi hija? —preguntó con más docilidad. —Conmigo… En un lugar seguro. Fue atendida por mi doctor de cabecera. Sufrió una fractura en el brazo izquierdo y algunos golpes y tallones, pero en realidad está bastante
Apenas había desaparecido Johan de la vista de todos cuando se comenzaron a escuchar los reclamos. —¡¿Pero por qué?! ¡No le encuentro sentido a renunciar a lo que te hace feliz! —exclamaba Emma molesta mientras Johan, cansado de escucharla, la empujaba en una silla de ruedas—. ¡Debes de luchar! Ap
—¿Ahora agradeces las clases de manejo que pagué para ti? —preguntó Román levantando una ceja y Emma solo asintió apenada, pues recordó que cada clase terminaba entre quejas y berrinches. —Gracias, papá —respondió apenada y escondió el rostro contra el pecho de Will. Los días siguientes fueron
—Rose y Lorena vieron todo… Son testigos oculares de lo que sucedió y las marcas en las manos del niño son la prueba perfecta, así como tus huellas en el cuchillo… —dijo Will haciendo su sonrisa más grande. Tina sabía que nadie la había visto, así como había limpiado el cuchillo antes de dejarlo en
—Tentadora oferta, señora Harper —contestó tomándola por los muslos y cargándola hacia la cama. No podía resistirse cuando Emma parecía arder en sus manos. Se deshizo de ese vestido rosa y disfrutó de su cuerpo desnudo, lo único que adornaba la piel de Emma era ese encantador collar que le había re
—Baja el arma… —dijo Emma con las manos al frente, como queriendo dominar a una bestia. —Tu padre metió a mi madre en la cárcel… Le dije que intentar acercarme a ti y enamorarte era algo estúpido, pero creyó que sería fácil manipularte —dijo Bastian entre dientes, sin dejar de ver a Emma mientras
—Qué inteligente, ¿quién sospecharía de la estúpida sirvienta o del chofer tímido? ¿Quién temería del abogado atolondrado y estricto? ¡Román es un puto genio! «Y te llevarás el secreto a la tumba». Lorena jaló el gatillo un par de veces, con la mano firme y sin cerrar los ojos. Cuando se aseguró d
—¡Lorena! La pobre sirvienta pegó un brinco y casi tira el pastel de cumpleaños. Cuando buscó al dueño de esa voz, se encontró a Hugo con una sonrisa amplia. —Señor Hugo, qué gusto verlo de nuevo —dijo con recelo y avanzó con el pastel, alejándolo de ese dedo que deseaba robar algo de glaseado.