—¿Ahora agradeces las clases de manejo que pagué para ti? —preguntó Román levantando una ceja y Emma solo asintió apenada, pues recordó que cada clase terminaba entre quejas y berrinches. —Gracias, papá —respondió apenada y escondió el rostro contra el pecho de Will. Los días siguientes fueron
—Rose y Lorena vieron todo… Son testigos oculares de lo que sucedió y las marcas en las manos del niño son la prueba perfecta, así como tus huellas en el cuchillo… —dijo Will haciendo su sonrisa más grande. Tina sabía que nadie la había visto, así como había limpiado el cuchillo antes de dejarlo en
—Tentadora oferta, señora Harper —contestó tomándola por los muslos y cargándola hacia la cama. No podía resistirse cuando Emma parecía arder en sus manos. Se deshizo de ese vestido rosa y disfrutó de su cuerpo desnudo, lo único que adornaba la piel de Emma era ese encantador collar que le había re
—Baja el arma… —dijo Emma con las manos al frente, como queriendo dominar a una bestia. —Tu padre metió a mi madre en la cárcel… Le dije que intentar acercarme a ti y enamorarte era algo estúpido, pero creyó que sería fácil manipularte —dijo Bastian entre dientes, sin dejar de ver a Emma mientras
—Qué inteligente, ¿quién sospecharía de la estúpida sirvienta o del chofer tímido? ¿Quién temería del abogado atolondrado y estricto? ¡Román es un puto genio! «Y te llevarás el secreto a la tumba». Lorena jaló el gatillo un par de veces, con la mano firme y sin cerrar los ojos. Cuando se aseguró d
—¡Lorena! La pobre sirvienta pegó un brinco y casi tira el pastel de cumpleaños. Cuando buscó al dueño de esa voz, se encontró a Hugo con una sonrisa amplia. —Señor Hugo, qué gusto verlo de nuevo —dijo con recelo y avanzó con el pastel, alejándolo de ese dedo que deseaba robar algo de glaseado.
—¿Qué ocurrió? —había preguntado un joven Román Gibrand, viendo a la pequeña y vulnerable niña delante de él. Apenas había cumplido los dieciséis años y tenía el rostro machacado por los golpes, pero su mirada guardaba rencor y ni una sola lágrima corría por sus mejillas. —Quiso abusar de mí… —res
—Lo peor que pudiste hacer es pegar y correr —dijo la dueña de la tienda con los dientes apretados y le soltó un bofetón a Lorena, haciéndola retroceder—. Le arrancaste la cola al diablo y te fuiste, dejando que su furia cayera sobre nosotros y nuestras hijas. ¡La humillación que le hiciste, la tuvi