Will permanecía en silencio, sentado a la cabeza del comedor, con las miradas desconcertadas de Lorena y Rose clavadas en él. Era como ver a un zombie, con la mirada perdida y el rostro pálido. Rose tomó a Lorena del brazo y la llevó con ella, sabiendo que no era momento de preguntarle al amo Will l
—Ese hombre es malo… Si no lo haces por tu hijo, al cual no has querido reconocer, entonces hazlo por Emma, si tanto la amas, no permitas que esté con ese monstruo… —dijo July furiosa, encajando sus dedos en los descansabrazos de su asiento. —William Harper es un monstruo, lo creo capaz de todo lo
«¡Esa m*****a! ¡¿Nunca sale de la casa?!» pensó Tina furiosa, si seguía así, su plan de que Emma se accidentara en su auto, nunca funcionaría. Vio al pequeño Tim jugando con el señor Orejas y sonrió, una idea se le había ocurrido. —Tim, necesito un favor… —le dijo al niño y le arrebató al peluche c
El pequeño Tim estaba entero, pero inconsciente, tal vez por la impresión del golpe. Quiso mover su mano hasta alcanzarlo, pero el dolor la detuvo, su brazo estaba fracturado. El grito de la gente a su alrededor se escuchaba sordo, la cabeza le daba vueltas. De pronto un grupo de hombres comenzó a
El accidente le heló la sangre a William y lo hizo recordar el momento en el que perdió sus piernas, incluso sintió como un hormigueo descendió por su espalda, apoderándose de sus extremidades. —Señor, Tim está en el hospital, sufrió de un desmayo y sus manos están heridas, pero prácticamente resul
Frida se sentó ante la mesa, con las manos temblorosas y trató de respirar. —¿Dónde está mi hija? —preguntó con más docilidad. —Conmigo… En un lugar seguro. Fue atendida por mi doctor de cabecera. Sufrió una fractura en el brazo izquierdo y algunos golpes y tallones, pero en realidad está bastante
Apenas había desaparecido Johan de la vista de todos cuando se comenzaron a escuchar los reclamos. —¡¿Pero por qué?! ¡No le encuentro sentido a renunciar a lo que te hace feliz! —exclamaba Emma molesta mientras Johan, cansado de escucharla, la empujaba en una silla de ruedas—. ¡Debes de luchar! Ap
—¿Ahora agradeces las clases de manejo que pagué para ti? —preguntó Román levantando una ceja y Emma solo asintió apenada, pues recordó que cada clase terminaba entre quejas y berrinches. —Gracias, papá —respondió apenada y escondió el rostro contra el pecho de Will. Los días siguientes fueron