El auto de Tina daba vueltas y derrapaba alrededor de la pequeña glorieta, dando giros como si fuera manejado por un gran conductor de carreras. Después el auto se deslizó hasta el pie del pórtico y se estacionó en un solo movimiento con elegancia y precisión. Las llantas echaban humo y el carro par
—Sí, necesito que le compres un auto de la misma marca y modelo a Tina. —Deslizó las llaves por la mesa del comedor hacia Mike—. Deshazte después del auto de la entrada. —¿Quiere que me deshaga de él? Se ve en buen estado… —Lo está… pero Tina no lo quiere y yo menos. —Sí, señor. —También necesi
Emma estaba paralizada, viendo el hermoso auto negro delante de ella. Su rostro era un deleite para Will quien parecía satisfecho con su reacción, era mejor de lo que había esperado. La chica se acercó lentamente como si temiera que el auto fuera a desaparecer. Acarició la carrocería y de pronto se
Comenzó a picar botones hasta conectar su celular al sistema de sonido, necesitaba música de fondo. Will se sorprendió cuando la lista de reproducción de esa mujer tan tierna estaba llena de rock y punk. La canción correcta comenzó a sonar y Emma se sorprendió del excelente equipo de sonido que te
El corazón de Emma dio un vuelco, recordó cuando el señor Edward le había dicho del accidente, no ahondó en detalles, pero sabía lo que había ocurrido y su euforia la cegó. ¿En verdad afectó a Will? —Tina, el problema no fue el auto, sino el conductor… y Emma conduce muy bien. Que sea la última vez
—Espero que mi hijo te esté tratando bien —agregó con preocupación—. No es muy suave con las damas, pero tengo fe en que… —Su hijo es muy bueno conmigo, señor Harper… —respondió Emma—. Es dulce y protector. No podría estar más agradecida por tenerlo como mi esposo. —Me alegra… —Edward desvió la m
—No tenía opción… Mi padre… —Tina no sabía cómo justificarse y temía lo que esa mirada fría e inquisitiva de Emma advertía. —Mi padre es Román Gibrand y tiene una reputación que hace temblar a cualquiera, aun así, si yo amo a un hombre y sé que me necesita, soy capaz de enfrentarlo, de escapar de m
—Sí señor… pero… mi celular… —Te lo doy en la mañana —respondió William torciendo los ojos—. ¡Ya vete! Lorena, resignada y cansada, salió de la habitación de Will arrastrando los pies. En cuanto la puerta se cerró detrás de ella, William escuchó atento la grabación. Fueron minutos de tortura y do