—¡Marco! —exclamó Frida apretando los dientes y viéndolo con intenso odio—. ¡Fuiste tú y ni siquiera tuviste el maldito valor de ir al juicio! Los guardias la tomaron de los brazos e intentaron sacarla del despacho, pero Marco, con un solo movimiento de mano, los detuvo.—No quieras culparme de lo
—Ha estado muy estresado por lo ocurrido con Román… —dijo Matilda con los ojos llorosos al lado de la cama de Benjamín. El hombre había sufrido de un infarto que casi lo mató, su presión estaba por los cielos y lo mejor que pudieron hacer de momento fue someterlo a un coma inducido, pues de no cont
—«Mi palabra». ¿En qué año crees que estamos? —preguntó Martina divertida mientras se cruzaba de brazos. Aunque el rostro le dolía, se sentía plena y orgullosa de lo que estaba logrando—. Quítate de mi camino, Marco… si no quieres que tu empresa se vuelva también mía. —No me amenaces, Martina. —Ma
Antes de que su puño tocara a Román, este giró y golpeó a Gerard con la charola de metal, tirando la comida. No dio tiempo a que su adversario respondiera y lo golpeó un par de veces más con la charola, hasta que esta se dobló. Después tomó a Gerard por el cuello y lo puso contra la mesa. —Eres un
—¿Me ayudarás a sacarlo de la cárcel o no? Jimena torció los ojos y se cruzó de brazos. En verdad quería mantener distancia, pero recordaba a Frida llorando desconsolada, y se arrepentía. —Lo haré… —Se sentó frente al escritorio lleno de papeles—, pero no de buena gana. —¿Frida? —preguntó Lo
—En verdad gracias por quedarte y ayudarnos con el jardín. Te prometo que pronto las cosas mejorarán —dijo Frida meciendo al pequeño Mateo en sus brazos, apenada por lo poco que le ofrecía a Johan. —Señora, no se preocupe… —Dime Frida, con confianza… ¿Tienes hambre? Lorena preparó un pollo delici
—Álvaro… tal vez ya se regeneró… —¿Regenerarse? Alguien así solo sale de la cárcel para volver a delinquir. —Sí quisiera hacernos daño, hubiera mentido sobre su nombre… o ya hubiera robado algo. Tal vez… —Tal vez a ti te falta malicia. No tuviste que dejar entrar a cualquier desconocido a la cas
Johan colgó de inmediato y vio su arma mientras las palabras de Lorena se repetían en su cabeza. Era la primera vez que alguien lo veía con piedad. Siempre fue un rechazado y las mujeres solo lo veían con miedo o lujuria, pero nunca con esa ternura tan dulce que Lorena dedicó. Apretó los dientes, m