Solo bastaron un par de minutos para que el dueño se asomara y corriera a todos los comensales con premura. Mientras Román avanzaba hacia Frida, cada persona ahí salía apresurada. —¿Qué está pasando? —preguntó Jimena en cuanto Román se sentó frente a Frida. —Quería privacidad —respondió Román mi
—No me jacto de ser el mejor hombre para ti, de hecho, apuesto a que podrías encontrar a alguien mejor, pero de algo debes de estar segura… Estoy arrepentido de todo el daño que te hice en el pasado, todo lo malo que has recordado o llegues a recordar, juro que haría lo que fuera para que jamás hubi
—Lo adquirió por 4,4 millones de euros, señora —contestó Álvaro desde el asiento del conductor. —¡¿Estás diciendo que Frida tiene 4,4 millones de euros en un solo dedo?! —exclamó Hugo al lado de Álvaro. —Una fracción… El diamante era muy grande y se mandó a cortar. Tal vez un millón solamente… —re
El suplicio parecía eterno hasta que el llanto del recién nacido iluminó el rostro de ambos padres. El dolor había desaparecido y se borró de la memoria de Frida en cuanto tuvo a su bebé entre los brazos. Una pequeña criatura que lloraba desconsolada, ablandando su corazón y provocándole lágrimas de
—¿Crees que me hubieran dejado pasar? Y, en caso de que fuera así, ¿crees que no hubiera acabado a golpes con Román? —Eres un infeliz, cobarde… ¿Crees que no sabemos de tus intenciones para derrocar a Román? ¿Por qué no lo has hecho? ¿Por qué te detienes de pronto? Marco pensó en Frida. En el fo
Frida anduvo por los fríos y grises pasillo de la prisión donde tenían detenido a Román. Álvaro y Jimena estaban trabajando a marcha forzada para poder resolver el caso, con el apoyo de Benjamín parecía que las cosas se resolverían pronto, pero eso no evitaba que no estuviera preocupada por su espos
—¡Marco! —exclamó Frida apretando los dientes y viéndolo con intenso odio—. ¡Fuiste tú y ni siquiera tuviste el maldito valor de ir al juicio! Los guardias la tomaron de los brazos e intentaron sacarla del despacho, pero Marco, con un solo movimiento de mano, los detuvo.—No quieras culparme de lo
—Ha estado muy estresado por lo ocurrido con Román… —dijo Matilda con los ojos llorosos al lado de la cama de Benjamín. El hombre había sufrido de un infarto que casi lo mató, su presión estaba por los cielos y lo mejor que pudieron hacer de momento fue someterlo a un coma inducido, pues de no cont