El beso era apasionado y el cuerpo de Frida no se resistió, sus labios danzaban con los de Román y permitía la entrada autoritaria de su lengua. El aire se escapaba de sus pulmones, y se aferraba con ambas manos a sus hombros, sintiendo que sus piernas se volvían de gelatina mientras la canasta con
—¿En qué puedo ayudarle, señor Gibrand? —preguntó con el corazón roto. —Frida… No creí que… —Cualquier situación con el viñedo se la haré saber a la señorita Raig, puede consultarla a ella en el futuro. No tendría por qué dirigirse a mí en ningún momento. Retomó su camino hacia el viñedo, dejan
—¡Frida! ¡Te tengo dos noticias, la primera es que papá vendrá! —exclamó Marianne persiguiendo a Frida en la plantación. —Qué bueno, se sentirá orgulloso de ver lo que has logrado. —Sí, eso espero… —resopló nerviosa—. La segunda es que Román me pidió que se festejara el cumpleaños de Emma en la f
Frida volteó lentamente y le ofreció una sonrisa incómoda. —Señor Raig, qué gusto verlo… —Supe lo de tu padre, es trágico el momento por el que está pasando, pero me alegra tenerte aquí, me contó Gerard que has sido de gran apoyo para ellos. —Hago lo que puedo, sé tanto de uvas y vinos como de ae
—Entiendo que tu transición a la adolescencia te haga insoportable, pero debes de aprender a controlarte —dijo Román furioso—. Ella no te abandonó… —¡¿No me abandonó?! ¡¿La defiendes después de lo que nos hizo?! —¿Qué quieres? ¿Qué me quede con Marianne? ¿Quieres que ella sea tu madre? Parece que
—¿Señorita Gibrand? —preguntó sin ánimos de luchar por ver un poco de piedad en la mirada de la niña—. ¿Qué hace aquí? La van a extrañar en la fiesta… —¡No me llames así! —exclamó Emma furiosa, con las manos vueltas puño—. Soy tu hija… No me hables así… Me duele… Se acercó vacilante y se abrazó a
Durante el desayuno la tensión era palpable. Mientras Emma fingía muy bien sentir solo agrado por Frida, Cari no paraba de dedicarle miradas de complicidad a Román, que estaba sentado frente a ella, sonriéndole como si compartieran un secreto divertido que nadie más sabía. Román no era ajeno a la eu
—Marianne… —¿Por qué no me lo dijiste? ¿Qué pensaste que iba a pasar? —Te vi tan enamorada que no sabía cómo decirlo, tenía miedo de romperte el corazón —agregó Frida agachando la mirada. —Hubiera sido benevolente que me lo dijeras cuando apenas conocía a Román y no averiguarlo por mi cuenta cua