—Lorena, lleva a la niña a su habitación y arrópala, es noche y debe de dormir —dijo Román tomando el ramo de girasoles. Los vio con molestia, su aroma le desagradaba y el color chillante era horroroso. —Sí, señor —dijo Lorena y tomó de la mano a Emma mientras Román le entregaba el ramo a Celia y l
—¡Qué gusto verte! —exclamó la chica y la abrazó con fuerza.Marianne se volvió su amiga cuando ambas estaban en el ballet. Se volvieron inseparables, pero al crecer, después de que Frida huyera con Gonzalo, se habían perdido el rastro. Marianne era hija de un gran vinicultor. Su producto era recono
—Román, lo lograste… —dijo Benjamín con orgullo—. Ese es mi muchacho. —No, yo no lo logré… Tú lo hiciste… Supiste como manipularme con una mujer… —Esa no fue mi intención, hijo —respondió con tristeza—. ¿No la has encontrado? —No, pero ¿eso te interesa? Lo único que querías era la petrolera Tiz
—¿Estás tan segura? Su exesposa sigue siendo su adoración. Nunca había visto a un hombre tan obsesionado con una mujer. —Si lo abandonó entonces no lo merece. Pobre hombre… Yo alegraré su tristeza y se dará cuenta que soy una gran mujer, trabajadora, inteligente y sobre todo hermosa —dijo Mariann
—¡Ahhh! ¡Qué emoción! —exclamó Marianne pegando un brinco y levantándose de la mesa, dejando a todos desconcertados. —¿Ahora qué te pasa, loca? —preguntó Gerard quien estaba jugando con la pequeña Cari en sus piernas. —Conseguí que mi amiga convenciera a su primo, que es un gran empresario, de ven
—Creo que ella no lo aceptaría. Hace un año tuvo la posibilidad de regresar con él y optó por huir. —Notó con incomodidad como Gerard sonreía. —Entonces… ¿Tengo el camino libre? —Si me preguntas a mí, te diré que no y que no te acerques a ella. —¿Y si le pregunto a ella? —Eso sería lo más corr
—¿Estás segura de que es confiable? —preguntó Frida mientras le ayudaba a Marianne a maquillarse. —¡Claro que sí! ¡Super confiable! —respondió su amiga emocionada—. Es tan sexy y encantador. Ya quiero presentártelo. —Me alegra mucho por ti —dijo Frida acariciando el cabello de Marianne. —También
—Pues… que rara cena de negocios —dijo Frida compartiendo la sonrisa de su amiga. —Es un hombre… Fascinante, magnético… y muy romántico. Solo pensar en lo que pasó anoche me hace temblar. —Se sentó a la orilla de la cama y se mordió los labios mientras sus ojos perseguían sus recuerdos por la habit