—¡Ahhh! ¡Qué emoción! —exclamó Marianne pegando un brinco y levantándose de la mesa, dejando a todos desconcertados. —¿Ahora qué te pasa, loca? —preguntó Gerard quien estaba jugando con la pequeña Cari en sus piernas. —Conseguí que mi amiga convenciera a su primo, que es un gran empresario, de ven
—Creo que ella no lo aceptaría. Hace un año tuvo la posibilidad de regresar con él y optó por huir. —Notó con incomodidad como Gerard sonreía. —Entonces… ¿Tengo el camino libre? —Si me preguntas a mí, te diré que no y que no te acerques a ella. —¿Y si le pregunto a ella? —Eso sería lo más corr
—¿Estás segura de que es confiable? —preguntó Frida mientras le ayudaba a Marianne a maquillarse. —¡Claro que sí! ¡Super confiable! —respondió su amiga emocionada—. Es tan sexy y encantador. Ya quiero presentártelo. —Me alegra mucho por ti —dijo Frida acariciando el cabello de Marianne. —También
—Pues… que rara cena de negocios —dijo Frida compartiendo la sonrisa de su amiga. —Es un hombre… Fascinante, magnético… y muy romántico. Solo pensar en lo que pasó anoche me hace temblar. —Se sentó a la orilla de la cama y se mordió los labios mientras sus ojos perseguían sus recuerdos por la habit
—Solo ten cuidado, ¿quieres? —dijo Gerry de manera protectora y abrazó a su hermana con cariño. —¡Ay! ¡¿Quién te dio esa flor?! —exclamó Mary saliendo del abrazo de su hermano y viendo con emoción la rosa en las manos de Frida. —Ah… —Yo se la di… —respondió Gerry orgulloso. —¡Creo que deberían
—No lo sé… Creo que hubiera preferido una hamburguesa con queso y papas —dijo Frida con una risita que Gerry compartió. —Dudo mucho que la vendan aquí. —Gerry la vio por encima del menú y se quedó pasmado ante esa carita pícara que acompañaba la broma—. Aunque podríamos preguntar. —¿Qué? ¡No! ¡¿C
Román entró con su altanería, su traje fino y esa mirada hostil que le congeló el corazón a Frida. Marianne corrió a sus brazos y lo estrechó con fuerza. Ella parecía completamente enamorada, mientras que él daba la apariencia de un cruel depredador.—¡Llegaste temprano! —dijo Marianne y depositó un
En el centro de la mesa un enorme arreglo floral llamó su atención. Eran rosas en abundancia y su aroma se entremezclaba con el de los alimentos. En la base, una nota solitaria parecía perdida. Al abrirla sus ojos se llenaron de lágrimas: «Cuando te ponga las manos encima…». Su labio inferior comenz