Frida, con ambas manos sobre su pecho comenzó a forcejear. No lo quería cerca, le dolía. —¡Suéltame! ¡Déjame en paz! Román tomó su rostro entre sus manos, obligándola a levantar su mirada rota hacia él. —No… Ya no… Ya no quiero soltarte. Cada vez que te vas, los malentendidos arruinan aún más lo
Al abrir la puerta la encontró haciendo la maleta. Guardaba las joyas que Marco le había dejado, así como el vestido. Las niñas la ayudaban diligentemente. Cuando Frida volteó, pegó un brinco por la sorpresa mientras su hermano entraba al cuarto con una ceja levantada y una mirada cargada de desconf
—¿Por qué no me acompaña y le dice usted misma todo esto? Creo que al señor le ablandará el corazón saber que se preocupa por él —dijo Lorena a Frida, con la esperanza de que su decisión cambiara.—No… no me interesa que sepa eso. Esto es lo único que puedo hacer por él antes de no volver a verlo ja
Frida corrió al auto sin voltear atrás y cuando este avanzó, cerró los ojos, escuchando los lamentos de Cari que desde el asiento de atrás llamaba a su hermana. Frida apretó los dientes y cubrió su rostro para llorar desconsolada, siendo sus lamentos lo único que acompañó el viaje.Román caminaba
—Lorena, lleva a la niña a su habitación y arrópala, es noche y debe de dormir —dijo Román tomando el ramo de girasoles. Los vio con molestia, su aroma le desagradaba y el color chillante era horroroso. —Sí, señor —dijo Lorena y tomó de la mano a Emma mientras Román le entregaba el ramo a Celia y l
—¡Qué gusto verte! —exclamó la chica y la abrazó con fuerza.Marianne se volvió su amiga cuando ambas estaban en el ballet. Se volvieron inseparables, pero al crecer, después de que Frida huyera con Gonzalo, se habían perdido el rastro. Marianne era hija de un gran vinicultor. Su producto era recono
—Román, lo lograste… —dijo Benjamín con orgullo—. Ese es mi muchacho. —No, yo no lo logré… Tú lo hiciste… Supiste como manipularme con una mujer… —Esa no fue mi intención, hijo —respondió con tristeza—. ¿No la has encontrado? —No, pero ¿eso te interesa? Lo único que querías era la petrolera Tiz
—¿Estás tan segura? Su exesposa sigue siendo su adoración. Nunca había visto a un hombre tan obsesionado con una mujer. —Si lo abandonó entonces no lo merece. Pobre hombre… Yo alegraré su tristeza y se dará cuenta que soy una gran mujer, trabajadora, inteligente y sobre todo hermosa —dijo Mariann