Mientras Román terminaba de arreglarse el traje, Frida tomaba una ducha, untando jabón sobre su anillo de bodas, en un intento desesperado por quitárselo sin que la lastimara, pero era inútil. —Frida, no tardes. Te estaré esperando en el salón junto con las niñas. Tienes veinte minutos —dijo Román
—¡Mira! Mis padres ya llegaron… —dijo emocionada levantando su mano para llamar la atención de sus padres. Estos se acercaron gustosos. Siempre habían querido ver a Román como su yerno y entonces estrechar más la relación entre ambas familias, pero July había cometido un grave error que solo logró
La noche había seguido su curso y las niñas habían sido arropadas por su madre mientras Román buscó privacidad para hablar con su abuelo. Cuando Frida iba a tomar asiento y fingir que no se percataba de las miradas insolentes en su contra, July se plantó frente a ella con una mirada que delataba sus
Antes de que Román pudiera responder a ese desagradable comentario, Frida lo interrumpió, buscando ser igual de refinada para contestar. —Estudié danza desde los cinco años, aprendiendo ballet clásico y presentándome en eventos como el lago de los cisnes y el cascanueces, y no hablo a nivel escolar
Frida llegó hasta el estudio donde se encontraba Román, rebasó la puerta y caminó con seguridad hasta el escritorio, sus pasos hicieron que Román levantara la mirada de sus documentos. —¿No acostumbras tocar la puerta? —preguntó molesto. —Tú me llamaste… —respondió Frida cruzándose de brazos. —Re
Román acarició el rostro de la niña con ternura y le sonrió. —Aunque no lleves mi apellido, siempre podrás contar conmigo, pero eso no significa que puedas hablarle así a mamá, menos frente a mí. Ahora límpiate esas lágrimas… —Tomó un pañuelo de su saco y limpió la cara de Emma con cuidado— …y píde
—¿Qué diría la gente si fuera más dulce con la institutriz de sus hijas que con quien dice ser su esposa? —July se acercó un poco más, disfrutando haber borrado la sonrisa del rostro de Frida—. Cuando el contrato termine, saldrás de nuestras vidas y todo volverá a ser como tiene que ser, por mientra
—Tienes razón… Tú y yo no somos de la misma talla… —agregó con odio—. Qué bueno que te das cuenta. Mordiéndose la lengua, July la vio regresar sobre sus pasos y perderse detrás de la puerta. El corazón le hervía en odio. —Claro que me di cuenta, Frida… desde el primer día en que te vi —dijo ent