—¿Qué diría la gente si fuera más dulce con la institutriz de sus hijas que con quien dice ser su esposa? —July se acercó un poco más, disfrutando haber borrado la sonrisa del rostro de Frida—. Cuando el contrato termine, saldrás de nuestras vidas y todo volverá a ser como tiene que ser, por mientra
—Tienes razón… Tú y yo no somos de la misma talla… —agregó con odio—. Qué bueno que te das cuenta. Mordiéndose la lengua, July la vio regresar sobre sus pasos y perderse detrás de la puerta. El corazón le hervía en odio. —Claro que me di cuenta, Frida… desde el primer día en que te vi —dijo ent
Cuando quiso jalar a Frida hacia él, un par de manos lo tomaron de los hombros y lo hicieron girar, encontrándose con el puño de Román. —¡¿Qué se supone que estás haciendo con mi mujer?! —exclamó furioso. Tenía ganas de destrozar a ese pobre diablo con sus propias manos. —¡Señor Gibrand! ¡No sabí
—Regresarás a casa a cuidar de Emma… Yo puedo hacerme cargo de mi esposa y mi hija, ya hiciste suficiente. —Román, Bastian ya está cuidando de Emma… —¿No me escuchaste? ¡Fuera de mi vista! —Yo no debería de ser la víctima de tu furia. Frida se alcoholiza hasta perder la razón y ¿yo soy la mala?
—¿Perdón? —preguntó Frida tragando saliva y retrocediendo encima de la cama. —Sí, estabas ansiosa porque te follara —dijo Román con esa mirada lasciva llena de lujuria. Posó sus manos en las rodillas desnudas de Frida y comenzó a recorrer sus muslos, escurriéndose por debajo de la bata que la cubrí
—Ese hijo de puta… —Sin dar más explicaciones, Román salió de la habitación y llamó a su abogado—. ¿Álvaro? Quiero que me digas quien fue el maldito que molestó ayer a Frida, dame un nombre y manda a los chicos por él. —Sí, señor… ¿A la bodega de siempre? —A la bodega de siempre —respondió Román
—Entonces… estás satisfecha con mi desempeño entre tus piernas —afirmó Román con media sonrisa. Orgulloso de su labor. —¿Qué necesitas, Román? ¿Qué papel quieres que firme ahora? —añadió Frida queriéndose esconder detrás de su orgullo. Sin esperarlo, Román la tomó por la cintura y la bajó de ese p
—…Te describirán como la mujer más hermosa que sus lentes hayan grabado, aclamarán tus bellos ojos y tu piel tersa, describirán la deliciosa figura que luces y muchos me envidiarán, no por mi dinero ni mi poder, sino porque nunca podrán tener en sus camas a una mujer tan apetecible —agregó mientras