Capítulo 2

Narra Patrick 

Eran aproximadamente las siete y media cuando nos entregaron las cenizas de mi padre. 

Tomo el cofre con cuidado para colocarlo en el salón principal.

Pierdo la noción del tiempo cuando Erick entra en el salón mirándome con desprecio, debajo de sus ojos dos bolsas grises se abultan, para nadie ha sido fácil este suceso. 

- Ya es hora. 

Asiento levantándome del lugar, acomodo mi corbata mientras subo el mentón en alto. Al llegar a la sala Donna se encuentra con su maletín admirando una de las obras que tanto le gustaban a papá en la pared. 

 - ¿Estamos listos?

- Más que listos. - finaliza mi madre bajando desde las escaleras.

El ambiente se vuelve tenso. Donna tomó asiento en el sofá mientras se disponía a sacar el documento del maletín, del mismo modo se ajustó sus lentes mientras Erick tomaba asiento, todos hicimos lo mismo. 

- Comencemos. - dice Donna. 

Con voz monótona, leyó las disposiciones del testamento

Mi padre había decidido dividir la herencia en tres partes, la mayoría era el 60% que lo manejaba una extraña, Eleanor Grant y el otro 40% entre mi hermano y yo.

Todos estábamos atónitos, en un estado de shock total.

¿Quién era esa mujer misteriosa? 

¿Por qué mi padre había dejado la mayor parte de su herencia a ella?

Eran preguntas que ninguno de nosotros podía responder en ese momento.

Mi hermano se encolerizó al igual que mi madre, que no dejaba de abanicarse la cara. 

- ¿Acaso estás loca? - gritó Erick a Donna.

- Por favor alguien tráigame agua. - pidió mi madre. 

De pronto volvió en sí, dándole una cachetada certera a Donna. 

Ella se llevó la mano a su mejilla aún roja. 

- Esta mujer es una traidora. - la señaló con desdén. - por tus patrañas y enredos mi marido me dejó fuera del testamento y les dejó a mis hijos migajas. 

- Vilma, debes calmarte, por favor. - pidió Donna. 

Erick tomó a mi madre entre sus brazos para tratar de apaciguar su ira.

Esta noticia ha sido un verdadero balde de agua fría, ni siquiera he terminado de procesar nada.

- ¿Quién es esa mujer, Donna? 

El pórtico principal se abre dejando entrar a la mujer misteriosa del velorio. 

Luce un grandioso traje que le hace resaltar sus curvas. 

Con determinación camina hacia donde nos encontramos mientras en la sala se crea un silencio inminente por parte de todos, lo único audible son los tacones de la mujer misteriosa que se posa frente nosotros. 

- Yo soy Eleanor Grant. - dice con seguridad. 

- ¿Acaso eres la amante de mi marido? - dice mi madre apretando sus dientes. 

- Soy la hija de Alonzo Miller y sobre todo soy la única y legítima CEO de Miller Company C.A 

- Esto debe ser una broma. - los pies de mi madre se tambalean mientras se desmaya de un momento a otro. Erick trata de darle aire pero nada la vuelve en sí. Se pone nervioso ante la situación. 

- Erick, mírame. - le digo tratando de que vuelva en sí. - trae alcohol rápido. 

Él asiente subiendo por el botiquín. Eleanor y Donna tratan de ayudarme a posarla sobre el sofá. 

- Si no despierta será mejor que llamemos a una ambulancia. - dice Donna. 

Erick vuelve cuanto antes con lo que le pedí, vierto alcohol en un trapo de seda mientras lo acerco por sus fosas nasales.

Luego de unos intentos abre sus ojos lentamente. 

- ¿Dónde estoy? - pregunta. 

- Tranquila, madre. Por favor. 

Sus ojos se posan en Eleanor mientras le dedica una mirada fría y despreciativa. 

- Sal de mi casa ahora. - se sienta lentamente. 

Eleanor se encuentra de brazos cruzados y con la mirada en alto al igual que su mentón. 

- Lamento decirle que está equivocada, señora. Esta casa es mía ahora, creo que tendrá que acostumbrarse a mi presencia, ya que a partir de este momento viviré aquí también, seremos una gran familia. - dice dedicándole una sonrisa triunfante. 

Mi madre la mira en silencio con ganas de eliminarla de la faz de la tierra. 

Luego voltea la vista hacia Erick y luego hacia mí. 

- Un gusto conocerlos, queridos hermanos.

Tomo a Eleanor por el brazo dirigiéndonos al pórtico principal de la casa. Erick nos sigue mientras el sonido chirriante de sus tacones se escuchan a nuestro paso.

- Suéltame. - dice con altanería.

Se zafa de mi agarre con evidencia molesta.

- ¿Quién nos asegura que esto es cierto y no se trata de una vil estafadora y cazafortunas? - dice Erick a mi lado.

- Deberías guardar más respeto ante tu hermana.

Suelto un suspiro hastiado.

- Eres una extraña para nosotros - digo mirándola fijamente. - Espero que hayas traído pruebas de todo esto.

- No estuviese frente ustedes si no las tuviera en mi poder. - dice con determinación.

- Patrick, será mejor que llamemos al abogado de la empresa. No podemos fiarnos de lo que nos presente esta mujer ni mucho menos de Donna.

Asiento.

Se retira del lugar dejándome a solas con Eleanor la cual sigue con esa mirada de victoria.

Al poco tiempo llega Michael, abogado de la empresa, junto a un carro policial. Nos saludan al llegar y los pongo al corriente de lo que está sucediendo.

Eleanor nos mira en silencio observándonos con interés, le hace entrega a la policía los documentos que lleva consigo al igual que el testamento. Michael analiza todo detalladamente junto al policía.

- ¿Está todo en regla? - pregunto.

- ¿Qué validez tiene el testamento? - persiste Erick.

- Es un documento notariado, señor Miller - me mira Michael preocupado.

Me froto la sien tenso.

- Todo está en orden, señor - concluye la policía.

- Dentro de poco iré en busca de mis pertenencias, porque hoy mismo me mudo a Villa del Sol, pero es mi obligación ser honesta con ustedes antes de hacerlo y entregarles algo - ella dice.

- No llevas ni un día aquí y ya te crees la dueña de todo. - dice Erick irónicamente.

- Yo solo me creo dueña de lo que me pertenece, querido hermano.

Ambos se miraron en un ambiente tenso. 

Aparto a Erick ya que está muy alterado.

- Debe haber una forma de revocar ese testamento. - dice mi hermano alterado.

- Erick, debes calmarte un poco. - le digo.

- ¿Cómo me pides que me calme? ¿Qué acaso no ves lo que está sucediendo?

- Todo esto debe tener una explicación, hermano. Necesitamos tener la cabeza fría para poder pensar con claridad las cosas. Por eso tengo que pedirte que te comportes y actúes con congruencia.

Camina de un lado al otro mientras le da un golpe a la pared. 

- Ya viene hablar Don Perfecto. - dice desdeñoso.

- No es tiempo para esto, ¿está bien? Debes entender de una buena vez que soy tu hermano, no tu enemigo. Si realmente te interesa que todo esto salga bien debemos estar juntos para conseguirlo. - digo con decisión.

Él guarda silencio analizando mis palabras.

- Escuchemos que tiene para decir.

Asiente y nos acercamos nuevamente a Eleanor.

- ¿Qué es esto? - pregunto intrigado.

- Esta es la respuesta a todas sus preguntas - dice entregándonos una especie de sobre. 

Abro el sobre observando los perfectos trazos de la firma de Alonzo Miller.

Sin duda alguna nadie podía obviar el hecho de que esa era la letra de mi padre.

El corazón se me aceleró nuevamente y las manos volvían a sudarme repentinamente.

Algo no estaba bien, lo intuía, mi instinto me lo decía.

— Será mejor que yo los deje solos para que puedan abrir el sobre juntos — ahora sí me retiro.

Ambos quedamos en silencio, mientras ella se disponía a subir en su deportivo.

—¿Estás preparado? —le pregunto a Erick.

El asiente no muy convencido, sé que está sintiendo lo mismo que yo en este momento.

Acaricio el papel en mis manos, al palpar pude sentir el garabateado de la M. Solo él poseía este tipo de cartillas.

Les pido una disculpa por decirles esto a través de unas letras y no en persona. Su madre me engañó hace muchos años con respecto a la paternidad de ustedes y se encargó de esconder por muchos años a mi hija legítima, Eleanor. Quiero que entiendan que debía remediar de alguna manera todo el daño que causó su madre en el pasado a causa de sus engaños. Eleanor merece recuperar lo que le corresponde por ley. 

Un balde de agua fría fuese sido menos fuerte que esta noticia.

Erick vuelve su mirada hacia el horizonte , se encuentra igual de anonado, ambos nos miramos a los ojos sin decir ni una palabra, ya todo estaba más que claro. Sabíamos que nada era irreversible y que Eleonor Grant definitivamente se volvería sin duda alguna parte de nuestra vida.

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