La Heredera del CEO
La Heredera del CEO
Por: Francy Rojas
Capítulo 1

Narra Patrick.

- Disculpen la tardanza, las interestatales están atestada. Cosas de la ciudad.

Me dan la mano saludándome cordialmente.

- Nuestro vuelo sale en tres horas. - explica uno de los holandeses.

Una chica rubia de ojos azules me mira con interés.

- Pierda cuidado y no se preocupe por eso, lo importante es que ya está aquí. - sonríe descaradamente.

Siempre he causado ese efecto en las mujeres.

- Tomen asiento, por favor. - indico.

Ellos hacen caso y la rubia cruza sus piernas poniendo toda la atención en mis palabras, mientras les hablo sobre la empresa Miller y cómo nos especializamos en invertir y fusionar con empresas que tienen un gran potencial para posicionarse en el mercado nacional e internacional.

- Es un gusto, haber podido hacer negocios contigo. - dice guiñándome el ojo, la holandesa de grandes piernas.

Se despiden mientras el equipo de ejecutivos sale del lugar.

Me siento en la silla de mando respirando cansado.

- Como siempre has logrado un buen trabajo, hermano. - dice Erick con un tono ciertamente despectivo. - No por nada eres el favorito de papá, quizás ya esté considerando que seas su reemplazo.

- No empecemos ahora, por favor. - suspiro agobiado.

Una punzada pulsátil me inca sin parar. Me frotó la sien tratando de apaciguar la migraña.

Mi padre, Alonzo Miller nos ingresó a trabajar en la compañía cuando apenas estábamos recién graduados de la universidad, según él, teníamos que empezar a prepararnos para todo lo que algún día sería nuestro. Mi padre siempre ha depositado su confianza en mí, Erick aún es un muchacho inmaduro que tiene que aprender a través de la experiencia, es por ello, que ha tenido una especie de rivalidad conmigo.

Nunca ha soportado y asimilado el hecho de que siempre he destacado por encima de él en ámbitos sociales y laborales.

De repente mi secretaria entra rápidamente por la puerta.

- ¿Cómo te atreves a entrar de ese modo?

Se encuentra postrada en el lugar, con un nudo en la garganta y un silencio inquietante.

- Habla, ya.

- Señor... - se entrecorta. - yo, no sé cómo decirle esto.

- No me hagas perder más tiempo. - digo algo frustrado.

- Es su padre...

Me levanto del asiento inmediatamente tomando mi saco y teléfono. Corro cuánto antes tratando de repicar el número de mi madre, pero no contesta.

- ¿Qué sucedió con papá, Patrick?

- No lo sé.

Bajamos el ascensor entrando en el parqueadero, prendo mi auto y Erick se sube del lado del copiloto.

Empieza a llover de la nada eliminando cualquier rastro de calor en la ciudad, gotas de lluvia caen por los vidrios en cascada.

Transcurren aproximadamente veinte minutos cuando llegamos a la Villa del Sol, una propiedad campestre de mi padre.

El camino está enlodado, por lo que el carro se queda estancado. Trato de acelerar pero empeora la situación.

- Ni hablar, no puedo esperar más. - digo bajándome y caminando.

Erick camina a mi ritmo mientras nos enlodamos los pies hasta no poder más. Es preferible esto a luchar contra lo imposible.

La lluvia nos empapa haciendo que la ropa se adhiera a nuestros cuerpos.

Logramos vislumbrar al final del camino la hermosa casa blanca.

Aceleramos el paso lo más rápido que podemos entrando a la sala principal, subimos las escaleras de dos en dos llegando hasta la habitación de papá.

Mi madre se encuentra a su lado, llorando desconsoladamente.

Un frío se apodera de mi cuerpo al escuchar las palabras que profesa por su boca y en un hilo delgado pronuncia:

- Está muerto.

Caigo de rodillas en el piso dejando todo en otro plano.

El olor mezclado de flores frescas inundan el salón principal.

El sonido atorrante de la lluvia no cesa, el dolor de mi pecho es tan grande que me hace sentir en una especie de trance.

He perdido la noción del tiempo y espacio y mis ojos sólo se posan sobre el ataúd donde reposa el hombre que me dio la vida.

Mi madre me da un abrazo en modo de consolación, Alonzo Miller me preparó para todo menos para su partida.  

Mi hermano deposita una rosa en su urna. Por decisión de él, su cuerpo se cremara. 

Nunca le gustó la idea de verse reposando en un terreno con desconocidos. Deseaba que su alma al igual que su cuerpo sea libre. 

Erika, mi novia nominal, se acerca a mí, sus ojos emanan preocupación.

- Patrick, lo lamento. - dice abrazándome.

- Gracias. - digo cordialmente.

Ejecutivos vienen a mí con palabras de aliento, solo quiero que esto acabe ya. 

Donna entra dedicándome una mirada comprensiva, llega hasta nuestro sitio mientras Erika la detalla de arriba a bajo.

Donna ha sido una de las mejores amigas de mi padre, además, su abogada. 

- Pat. - dice. 

- Erika, podrías dejarnos solos un momento. 

Me mira con cierta indignación, quiere decir algo pero al final se lo reserva yendo hasta el sitio donde se encuentra mi hermano. 

Me retiro con Donna hasta un lugar más privado. 

- Te busco a ti, Patrick, porque eres el más resistente y el que sabrá manejar la situación con madurez. Mañana se leerá el testamento en su casa. Tu padre lo decidió así antes de su muerte. Quizás tu hermano y tu madre piensen que es muy pronto para ello, pero quiero que se los notifiques.

- Entiendo, Donna. Pierde cuidado, yo me encargo de eso. 

- Te pareces tanto a tu padre, Patrick. 

Le dedico una sonrisa caída. 

Vuelvo junto al ataúd mientras observo su rostro reposar serenamente. 

- No te decepcionaré, papá. Verás que te haré más orgulloso de lo que ya estabas desde donde te encuentres. Haré que tu legado siga en pie y Miller seguirá manteniéndose en el alto rango que siempre ha estado. 

Poso mi mano encima del vidrio que nos separa mientras dejo la M marcada con pequeños y sutiles trazos. 

Salgo un momento al balcón tratando de tomar aire fresco, la lluvia ha reducido y pequeñas gotas caen sobre mi rostro. 

Noto como un auto deportivo parquea, no sé de donde salen tantas personas. 

Deseo que este espectáculo protocolar finalice, el ochenta por ciento de estos encorbatados solo están acá buscando oportunidades de lucrar y llenar más sus bolsillos. 

El auto aparca mientras una mujer de tez blanca cierra la puerta a su paso. Trae un bolso de mano y un sombrero negro que no me deja divisar su rostro.

«Qué extraño » pienso para mis adentros. 

- Aquí estabas. - dice Erika posando sus manos en mi espalda. 

Me toma totalmente desprevenido haciendo que me exalte. 

- Disculpa, no quería asustarte. - se entrecorta - sólo, necesitaba estar contigo. Sé lo mucho que querías a tu padre. 

Me quedo en silencio por un momento al ver que la mujer misteriosa levanta la vista haciendo contacto visual conmigo. 

Es realmente hermosa, su rostro parece estar esculpido en porcelana con rasgos delicados y perfectos, tiene labios rojos y protuberantes y sus ojos, sus ojos de un color intenso denotan el mismo misterio que su presencia.

Su aire misterioso y belleza eran sin duda alguna embriagadores. 

Erika frunce el ceño al notar la presencia de la chica que nos observa. 

- ¿Acaso la conoces? - dice en tono molesto. 

La mujer sigue su paso adentrándose al salón principal. 

- Realmente no la había visto en la vida. 

- Si, claro y por eso la miraste así, ¿no es cierto? 

Cierro los ojos con frustración. 

- ¿No te parece que no es el mejor momento para una de tus escenas de celos?

- Yo - suspira. - tienes razón Patrick, lo lamento. 

- Creo que necesito estar solo, Erika. - digo a secas. 

Ella asiente no sin antes depositar un pequeño beso en mi mejilla. 

- Sabes bien lo que siento por ti, Pat, te esperaré pacientemente. 

Guardo silencio volviendo mi vista hacia donde la tenía, mi mente es un caos en este momento. 

Devuelvo mi vista hacia bajo y noto que la presencia de la mujer del sombrero negro, camina con determinación y gracia; es un espectáculo. 

Antes de subirse al auto se quita el sombrero mirando hacia el lugar donde me encuentro, como despidiéndose en silencio. 

Termina de entrar dejándome cada vez atrás con el dolor de mi pecho.

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