Edgard POVFue demasiado fácil cuando comenzamos a hablar de mis deberes. Tres sencillas palabras y pude besarla. Quería probar su boca y estaba encantado cuando finalmente lo hice. Era tan sabrosa que me perdí en ella. La deseaba, aquí y ahora. Comencé a inclinarla hacia atrás con cuidado y lentamente.Por supuesto llamaron a la puerta. Mis estúpidas clases de guitarra. Estaba emocionado con ellas, simplemente no quería poner fin a lo que estaba haciendo ahora. Marianne se rió de mi frustración sexual y me sentí como si estuviese a punto de estallar. Oí que abría la puerta y hubo unos minutos de silencio.—¿Supongo que no eres Edgard Barrington, verdad? —Preguntó una profunda voz. Me parecía que sonaba joven. Pero no estaba del todo seguro.—No, lo siento. Aunque él está aquí dentro. —Dijo Marianne riéndose. Se acercó a mí y un segundo después se inclinó, sus labios debían de estar a pulgadas de los míos— ¿Dame un beso, verdad?—Sí, eso es. —Me eché hacia delante para darle un beso r
Marianne POVEdgard no habló demasiado en todo el rato y me sentí mal por no describirle cada habitación. Simplemente estaba perdía en mis pensamientos. Se las describirá mas tarde. Tenía que decirle que era el sitio perfecto para tener un piano. Sabía que le encantaría.Para mi sorpresa solté un jadeo cuando entramos en la habitación con la cama de matrimonio. Era enorme, había dos grandes armarios. Me pregunté si el cuarto de baño tendría el triple de tamaño que el de huéspedes. Era tan grande como el cuarto de invitados. En la esquina había una ducha de cristal en la que fácilmente cabrían dos personas, mientras que en la otra esquina había una bañera antigua enorme. Incluso había un tocador, con dos lavabos en él, uno para cada uno.Me sentí aturdida cuando volví otra vez al dormitorio. Edgard charlaba con Molly pero yo no estaba prestando mucha atención.—Entonces ¿Qué opinas?—Preguntó Molly con una sonrisa en la cara. Ella sabía que yo ya estaba enamorada de la casa y que pelear
Edgard POV—¡La tenemos!—Gritó cuando entró corriendo dentro de casa. Solo eran las diez de la mañana pero ella no parecía tener inconveniente en que alguien estuviese durmiendo.—¡La tenéis!—Chilló Amanda. No me sorprendería mucho si ambas estuviesen saltando rodeándose con los brazos la una a la otra.Acabábamos de terminar de firmar todo el papeleo con mi abogado y la agente inmobiliaria. No fue un proceso fácil. Un par de semanas antes se habían sucedido varias negociaciones e inspecciones hasta que finalmente pudimos firmar.—¡Sí! Los anteriores propietarios se mudan a finales de marzo. Vamos a llamar a Helena, la madre de Edgard, y le preguntaremos si quiere hacer algunas remodelaciones y decorar algo. ¡Estará todo listo cuando termine el curso!—Dijo Marianne emocionada. Oí otro grito y por lo menos dos pares de pies saltando.—Chicas, si vais a hacer eso ¿podíais hacerlo en toples?—Preguntó Emmanuell.Oí un fuerte tortazo y las chicas volvieron a soltar risitas. No estaba segur
Edgard POVMarianne sacó fotos constantemente. Nos hizo posar en posturas ridículas en distintos grupos y finalmente Amanda cogió la cámara para poder fotografiar a Marianne.No sé como pasaron las cinco horas, pero lo hicieron como una mancha borrosa. Permanecíamos sentados en el césped, mientras el número de gente parecía crecer y con ello el nivel de ruido. La música sonaba al fondo. De alguna manera todo era muy relajado.—Voy al cuarto de baño. Volveré en seguida.—Me dijo Marianne dándome un besito en la mejilla.—¿Quieres que te acompañe?—Pregunté.—Estaré bien.—Soltó una risita por mi preocupación. Me dio un beso en la cabeza antes de alejarse caminado.—Entonces ¿De verdad vas a hacerlo?—Preguntó Emmanuell, le oí sentarse en la hierba junto a mí.—¿Hacer qué?—Pregunté girando la cara en su dirección, ladeándola un poco.—Irte a vivir con Marianne.—Sí, por qué.—Pregunté confundido.—Es un gran paso. Eres más valiente que yo.—Admitió suspirando.—No es que no ame a Roselyn, simp
Edgard POV —¿Mamá qué demonios estás haciendo aquí?—Dijo Marianne con voz dura. Era baja y peligrosa, un tono que nunca había escuchado salir de sus hermosos labios. ¿Mamá? ¿Su madre? ¿La mujer que me odiaba? Maldición . Pensé para mis adentros. Nuestra noche se iba por el desagüe. —No me has devuelto las llamadas ni los correos electrónicos, por lo que ¿Tu qué crees que debería haber hecho? ¡Y no utilices ese lenguaje conmigo, jovencita!—Gruñó la Sra. Dwigth. Me daba la impresión de que estaba a diez pasos de nosotros, muy probablemente en medio de la puerta. —¡No te he respondido porque te dije que no, que tu no… puedes… comportarte de esta manera!—Volvió a gritar. —¡No tienes derecho a ignorarme! —Tengo todo el derecho a hacerlo. En primer lugar, solo porque sea tu descendencia no significa que puedas tratarme como a una niña. En segundo lugar, te dije lo que pasaría, pero tú no me escuchaste.—Contraatacó Marianne rápidamente. Tenía la sensación de que no era la primera vez qu
Edgard POVDio otro gran suspiro.—Puedo pagar la habitación y el taxi. No me marcharé hasta que hable otra vez con Marianne.——Lo sé, pero esta noche no hablará con usted. Dele tiempo hasta mañana por la mañana para que así se calme. Sorprendentemente no hay forma de acceder a ella si no está de buenas. ¿Ha comido algo?—Le pregunté de repente.—No.—Admitió.—¿Quiere que le traiga algo de dentro? Sé que Marianne se enfadará pero no creo que quiera que usted se muera de hambre, incluso aunque no quiera hablar contigo.—Me puse de pie, apoyando la mano en el picaporte de la puerta.—Ha cerrado la puerta con llave.—Dijo rápidamente.—Entonces es algo bueno tener la llave. Así que ¿Qué me dice sobre la comida?—Pregunté otra vez, sacando las llaves del bolsillo.—No, gracias.—Dijo suavemente, su voz casi era distante.—Quédese el teléfono hasta que consiga una habitación. Puede traérselo a Marianne mas tarde.—Abrí la puerta y entré.—Sra. Dwigth entiendo porqué no le gusto. Desearía que pudie
Marianne POVMe desperté sintiéndome cálida y segura, lo que me sorprendió. Junto a mi estaba Edgard. Él era mi salvador. Mi felicidad. En su sueño parecía tranquilo. A mi lado solo llevaba puestos los bóxers, era una vista hermosa. Alejé todos los pensamientos de la noche anterior. Aun no quería recordarlo.No me importaba que acabase de despertarme y que probablemente oliera mal, ya que no me había duchado después del desfile. Que yo supiese, él tampoco se había duchado. Por lo tanto no importaba. Pasé los dedos por su cabello desordenado, tratando de apartar los ojos de él sin suerte. Es como si tuviesen vida propia. Al menos los dos olíamos mal y teníamos el pelo revuelto, pensé con una pequeña sonrisa.Mis dedos fueron hasta sus labios. Que se separaron ligeramente bajo mi toque. Sus labios eran lisos y suaves, cálidos y confortables. Eran tan besables. Me incliné y rocé su labio inferior, mordiéndolo. Lo succioné suavemente. Siempre con lentitud empezó a devolverme el beso. Sus
Edgard POVEstuve tumbado en la cama durante un minuto, lamentando que Marianne no se encontrase en mis brazos. Me sentía como si estuviese atrapado. No estaba seguro de cuanto iba a durar, pero estaba seguro de que no iba a terminar bien.Decidí quedarme en su habitación hasta asegurarme de que me necesitaba o que Julianne se había marchado. No quería empeorar la situación dándole a Julianne la baza de haber pasado allí toda la noche.Finalmente salí de la cama y me vestí, dejando las gafas a mi lado. Me senté en su cama, apoyando la espalda contra el cabecero y tapándome la cara con las manos. Me restregué los ojos mientras pensaba en algunas cosas.Antes que nada sentí una punzada de culpabilidad en el pecho. Culpable por dejar a Marianne sola en la guarida del león mientras yo me escondía como un cobarde. Pero no estaba seguro de si la ayudaría o lo empeoraría todo, por lo que prefería esperar. Me sentía culpable por no ser el hombre que Marianne necesitaba en todas las formas que