Marianne Cooper POV Finalmente salió de mi y puso su cabeza en mi pecho, la palma de su mano descansó en mi estomago.—Te amo. —Te amo tanto. Gracias. —¿Gracias por qué?—Preguntó, al parecer, confundido. —Por dejarme ser como tú. Eres realmente sorprendente y yo nunca… podría hacer lo que tú haces con tanta gracia.—Jugué con su pelo, haciéndolo girar en mis dedos. —No lo hago muy bien, simplemente no me golpeo contra tantas cosas como tú.—Bromeó.—¿Estás segura de que, por lo menos, no tienes mal la vista? —20/20—Le empujé. Se rió y besó el lugar donde mi corazón todavía palpitaba con fuerza. Aun no se había calmado por completo .(con lo de 20/20 bromea sobre las dioptrías que tiene en cada ojo) —Edgard ¿sabes que te amo de cualquier forma? ¿Qué te amaría si pudieses ver o si fueses ciego y sordo? Al principio no dijo nada pero asintió despacio.—Me siento de la misma forma. Tú me llamas, Marianne. Cada parte de ti. No puedo vivir sin ti. Te necesito más que al aire.—Me abrazó má
Edgard Barrington POV —¡Eres un maldito bastardo bromista!—Dijo medio riendo y medio gritando. Me encantaba ponerla así de nerviosa. Después de mi interesante despertar se lo tenía merecido. Me pegó en el brazo y me dejó caer sobre mi estomago. Ella se tiró sobre mi y, dándome la vuelta, beso mi pecho.—¿Sabes que eres muy mezquino? —Yo solo estaba besando a mi novia.—Dije con inocencia. —Sí, claro, claro.—Bromeó. Juguetonamente mordió mi hombro. La gruñí y rió de nuevo. La cogí en brazos y le di la vuelta, poniéndola sobre su espalda. Sus brazos rodearon mi cuello. Estaba a punto de saltar sobre sus labios cuando su estomago gruñó audiblemente. —Me está hablando a mí.—Murmuré y descendí besándola. —¿Y qué dice?—Siguió con el juego. —Dice ¨Dame de comer¨. —¿Tienes hambre?—Preguntó. Asentí despacio poniendo mi cabeza en su hombro.—Supongo que no habrá un malecón por aquí cerca ¿No hay ningún IHOP?—(es un restaurante especializado en desayunos) —Yo me bebí un café… supongo que p
Edgard Barrington POV Reflexioné más de lo que hablamos mientras comíamos. No quería contarle a Marianne más cosas de cuando era pequeño. Lo enfadado que estaba, lo deprimido que me encontraba. Que tuve que ir a terapia y que se burlaron de mí, incluso algunos niños ciegos. Aunque, supongo que eso es común en todos los colegios. Tendría que contárselo algún día, pero no tenía que ser hoy. Caminamos por el paseo marítimo, soplaba la brisa fresca de noviembre. Levanté mi rostro al cielo, tratando de que me llegase algo de sol.—Dime que hay en cada tienda por la que pasamos.—Le pedí a Marianne. —Vamos a ver… hay una zapatería, una tienda de ropa de hombre y de mujer. Una tienda con velas y jabones, una perfumería, otra tienda de golosinas llamada Chocolate Crocodile.—Rió en la última parte. Sabía cuando habíamos pasado por la perfumería, el olor llegaba hasta afuera de la tienda. Arrugué la nariz y Marianne soltó una risita, notando mi expresión. —¿Por qué no compramos algo de choco
Marianne Cooper POV —¡Papá! ¡Te he extrañado tanto!—Corrí hacia mi padre y le di un rápido abrazo en el aeropuerto. Mi padre tenía mala pinta pero parecía contento de verme. Los viajes en avión nunca formaron parte de sus cosas favoritas. Él apretó suavemente mi hombro. —¿Cómo te va, muchacha?—Preguntó mientras cogíamos su equipaje. Solo era una maleta ya que apenas se quedaría dos días. No era suficiente, pero aceptaría lo que pudiese darme. Echaba de menos a mi padre. —Bien. Antes fui a comprar todo lo que necesitaba para la cena. Pavo, brócoli y queso, judías verdes, guisantes, maíz, el relleno y los panecillos. ¿Suena bien? —¿Estas intentando cebarme?—Se burló. —Oh, se me olvidaba la tarta de calabaza y las galletas. —Dios mío, niña ¿estás tratando de impresionarme?—Dijo riendo suavemente mientras subia de un salto a la vieja furgoneta que me había comprado por mi decimoséptimo cumpleaños. —En realidad, iba a decirte que Edgard cenará con nosotros. Dijo que no le gusta via
Edgard Barrington POV Les dije que era una mala idea, pero no me escucharon. En serio, no estaba preparado para conocer al Jefe Cooper pero Emmanuell insistió en invitarlos. Mantenía mis promesas. Yo ya había acordado comer con ellos. Simplemente quería hacer algo para mantenerme alejado de Marianne. Quería que pasase el día con su padre. Me sorprendí cuando aceptó la invitación. Imaginé que solo quería pasar algún tiempo con su padre. Él obviamente no tuvo ningún problema para aceptar. Parecía disfrutar con la idea de tener compañía. Así que, allí estaba, apretado entre Marianne y su padre en su furgoneta. Estuve a punto de preguntar si podía ir en el chasis de la furgoneta pero sé que Marianne no me dejaría hacerlo. Además casi estábamos a finales de noviembre y fuera hacia frio, al menos tanto frio como en Luisiana. Marianne sujetó mi mano mientras conducía. Me sentía incomodo con su padre estando tan cerca paro me encantaba demasiado tocarla como para rechazarla. Permanecimos
Edgard Barrington POV—Bien. ¿Qué tal un libro de nombres?—Dijo, con clara frustración en su tono.Debería de haberme advertido o algo así. Jesús ¿Estaba embarazada? El agua que estaba tragando bajó por mi tráquea haciendo que me atragantase. Tosí con fuerza, haciendo temblar todo mi cuerpo.No oí lo que pasó después, pero alguien comenzó a palmearme la espalda. Le di las gracias a quien lo hiciese, simplemente esperaba que Charles, no estuviese a punto de estrangularme por haber dejado embarazada a su hija.—¡No! ¡Dios, papá! No, es para mis escritos. Me gustaría hacer un poco de todo. Es difícil elegir los nombres y sería más fácil supiese el significado de cada uno. ¿Te has dado cuenta de que me estoy licenciando en filología inglesa, verdad?Agradecí mucho que dijese eso y esperaba que esa fuese la única razón. Adoraba a Marianne y quería pasar con ella el resto de mi vida pero no estaba preparado para ser padre.—¿Estás bien?Me limité a asentir, sin ser capad de hablar aun, a fin
Marianne Cooper POV—Me gustaría hacer algo para poder ayudarte.—Dijo Edgard en un tono dulce. Descansaba su barbilla sobre la palma de su mano a la vez que se inclinaba sobre la mesa de la cocina.—Estoy bien. ¿Por qué no vas a escuchar el futbol con mi padre?—Dije cortando el brócoli.—Prefiero el beisbol.—Murmuró cambiando el mentón a la otra mano.—¿Todavía le tienes miedo?—Me burlé. Nunca había visto a Edgard ponerse de pie tan deprisa como lo había hecho ayer. Estuvo a punto de hacer un sprint para volver a su dormitorio.—No.—Suspiró y se levantó.—Pero ¿Tiene que viajar con su arma?Me reí y él sonrió un poco. Le tiré unas verduras y me sacó la lengua. No pude resistirme a inclinarme y besarle. Se separó rápidamente de mi boca.—Está dormido.—Susurré. Edgard asintió y se inclinó de nuevo hacia mí.Nunca entendí todo eso del Día de Acción de Gracias y que los hombres se durmiesen frente a la televisión. Quizás fuese una tradición como el pavo.No pasó mucho tiempo hasta que todo
Marianne Cooper POVNo sé por qué me molestó tanto la llamada telefónica. Parecía tan feliz y tan triste al mismo tiempo. Parecían hablarse como si realmente se cuidasen el uno al otro. Era una relación autentica de padres e hijos, a diferencia de lo que yo tenía con los míos.Me sentí como si lo estuviese alejando de su familia. No quería ser la razón. Estaba seguro de que echaba de menos a sus padres más que yo a los míos.Cuando me preguntó si quería que se marchara me entraron ganas de chillar. Por supuesto que no quería que se fuese. Simplemente no quería que pensara que necesitaba que se quedase conmigo.Trató de tranquilizarme respecto a su familia, pero sinceramente no funcionó. Tendría que hablar con él más tarde sobre eso. Pero, de momento tuve que poner cara de valiente.—Quédate. Lo siento. Estoy cansada y sensible.—Dije suavemente, limpiándome las lagrimas que caían de mis ojos.—El embarazo es lo que tiene.—Dijo con una sonrisa en sus perfectos labios. Estaba tratando de