Marianne Cooper POVEn realidad Edgard era bueno en todo esto. Él no quería, no le veía sentido. Pero, sacó varios CD´s para nuestros amigos con buena música para bailar y canciones apropiadas para Halloween.Miré mi reflejo en el espejo y me avergoncé. Pantalones de cuero negro y un corsé de seda negro. Desde luego Amanda y Roselyn me pudieron, incluso con la ayuda de Edgard. Eran más astutos que yo. Incluso me peinaron de forma salvaje, rizándomelo completamente. Una cinta negra y una cruz de plata alrededor de mi cuello eran mis accesorios, junto con mi anillo y la pulsera de los que nunca me separaba. Rodeé mis ojos con maquillaje negro y me pinté las uñas. Me parecía a esa famosa minoría. Me ajusté el incomodo corsé. Me alegraba que Edgard no me pudiese ver aun que trataría de verme .Cogí el maquillaje rojo de la encimera del lavabo, junto con el blanco y el negro.Edgard esperaba pacientemente en mi cama, ya se había quitado las gafas. Vestía unos vaqueros negros y una camiseta
Marianne Cooper POVTodo lo que quería era un poco de agua y entonces comenzó a seguirme un baboso idiota. No tenía ni idea de quién era pero se trataba de alguien muy testarudo y ni pillaba las indirectas.Cuando salí de la casa y fui hacia Edgard esperaba que por fin lo pillase.—Oh, venga. Dame un nombre al menos.—Preferiría no hacerlo.—Dije sin girar la cabeza para mirarlo. Fijé mis ojos en Edgard. Su cara estaba girada en mi dirección y sabía que podía oír lo que estaba pasando.—Por favor.—Dije que no. ¡Déjame en paz!—Casi grité.Agarró mi muñeca derecha y tiró de mi.—¿Vestida de esa forma esperas que te deje en paz?Me harté de este idiota borracho.—Quítame las manos de encima.—Grité en su cara.—Antes de que pudiese hacer nada Edgard agarró mi muñeca izquierda y tiró de mí. Di un paso y me apreté completamente contra su duro pecho.—Ha dicho que la dejes en paz.—No tuve que mirarle a la cara para saber lo amenazador que parecía.—¿Y qué vas a hacer?Me llevó un momento compre
Edgard Barrington POVEstaba más que feliz de llegar en mi dormitorio esa noche. Estaba cansado, el subidón de adrenalina ya había desaparecido. Sin embargo no lo habían hecho los efectos permanentes de las sustancias químicas creadas. Podía proteger a Marianne. Tal vez no contra todo pero sí contra algunas cosas.Me sorprendí cuando ella no discutió conmigo por el tema de su madre. Todo lo que quería era hablar con la mujer. Sabía que no iba a aceptarme pero por lo menos podría explicarle lo que sentía por su hija. Además, quería aclarar una cosa. Yo no iba a ir a ninguna parte y ninguna maldita cosa iba a cambiar. Solo Marianne tenía ese poder.Jason y yo habíamos salido, dejando a las chicas arrastrándose a la cama a la una de la mañana. Me alegraba de que no fuese a durar para siempre. Tenía algunos asuntos que arreglar cuando volviese.—Hey, Jason… ¿Cuál es el mejor hotel de Crossport?—¿Planificando una noche especial para Marianne y para ti?—Sí, algo así ¿Tienes alguna recomen
Edgard Barrington POVDespués de arreglar algo más metí unas cosas más en mi maleta e hice el camino a casa de Marianne. Mi nueva encontrada confianza todavía no dudaba pero estaba empezando a preocuparme por la llamada. No sabía lo que tenía que decir, o lo que ella diría. O si ella diría algo, en realidad.Llamé a la puerta y sentí unos pequeños brazos que rodeaban mi cuello. Me encontré siendo inundado por besos que cubrieron mi rostro y me reí, cogiendo a mi dulce Marianne.—¿Me echaste de menos?—Más de lo que alguna vez sabrás.—Contestó, solo había amor en su voz. Besó la curva de mi cuello, provocándome escalofríos en mi columna vertebral.—Bien, prometo que no me alejaré de tu lado hasta el lunes por la mañana.—Suena como el paraíso.—También para mí.—Admití con una sonrisa. Volví a colocarla sobre sus pies.—Venga, permíteme que hable con tu madre y termine con esto.—¿Puede esperar hasta la próxima semana?—Preguntó débilmente.—Marianne, cuanto antes mejor. No quiero que pier
Marianne Cooper POV—¿A dónde vamos?—Pregunté total y completamente sorprendida.—Horseshoe ¿Sabes cómo llegar?—Sí, Edgard, sé llegar. Es gigantesco ¿Cómo podría perderme? Es demasiado caro. No quiero que gastes tanto dinero en mi.—Me quejé.—Marianne, es para mi también. Por favor, sígueme la corriente.—Edgard…Estábamos en mi camioneta, pero aun no nos habíamos movido. Tiró de mí y me puso sobre su regazo.—Marianne, deja que te lleve a un sitio bueno. Tengo algunos planes especiales y ya están puestos en marcha. Sería horrible cancelarlos ahora.—Bien.—Refunfuñé. Él sonrió y apretó sus labios lisos contra mi mejilla.—Va a gustarte te lo prometo.—Me gustaría un motel si fuese contigo.Rió entre dientes antes de oler mi cuello.—Solo lo mejor para mi amante.La palabra amante me produjo escalofríos en la espalda y él lo notó. Me acercó más, besando mi oído. Capturó el lóbulo entre sus labios, succionando suavemente.—Eres un tramposo.—Gimoteé.—No soy un tramposo, solo el que mejor
Marianne Cooper POVMe sentó sobre una silla de tela.—¿Tienes hambre?—Preguntó dulcemente. Colocó sus manos a los lados de mis rodillas y me pareció que estaba arrodillado frente a mí.—Un poco.—Contesté. Por alguna razón me ruboricé. Sentir esta vulnerabilidad era muy extraño y me avergonzaba.—Para la mayoría de las personas la alimentación es una experiencia muy visual. No me sorprendería demasiado si alguna vez le dijiste a tu madre que no comerías algo porque parecía repugnante.—Todos los niños lo han hecho, bastantes veces de todas formas.—Solté una risita recordando algunas batallas que tuve con mi madre.—Yo solía decirle a mi madre que no comería algo porque olía asqueroso o lo sentía desagradable. ¿Qué dices a eso?—Se rió suavemente para él.—Ya sabes, algunas personas no pueden decir lo que comen sin mirarlo, a no ser que lo que estén comiendo tenga un sabor realmente fuerte.—Creo que yo podría.—¿Podrías decir lo que estás probando? ¿Oliéndolo?—Sí…—Sonó más bien como un
Marianne Cooper POV Besó mis labios, pero luego se alejó completamente. Busqué a tientas su cuerpo pero no pude encontrarlo. Gemí, echándole de menos ya.—Estas impaciente.—Rió entre dientes. La música comenzó a llenar el cuarto, suave y hermosa. Alguien comenzó a cantar en español o en italiano o en alguna lengua romántica. No pude concentrarme el tiempo suficiente para entenderlo. De cualquier manera era muy hermoso. Me senté sobre la cama y me desvestí. Empecé por mis zapatos, con la esperanza de no ponerlos en medio. Edgard me tocó los tobillos haciéndome saltar. Rió entre dientes un poco y avanzó sobre mí.—¿Nerviosa? —Un poco.—Admití con una pequeña sonrisa. Llevé mis manos a su cara, y las deslicé hacia abajo, sintiendo cada musculo. Gimió cuando llegué a su estómago, apretándose fuertemente bajo mi toque.—Si sigues haciendo este tipo de cosas no voy a ser capad de concentrarme para realizar todo lo que tenía planeado. —¿Qué planeaste? —Es una sorpresa.—Dijo con orgullo. G
Marianne Cooper POV Finalmente salió de mi y puso su cabeza en mi pecho, la palma de su mano descansó en mi estomago.—Te amo. —Te amo tanto. Gracias. —¿Gracias por qué?—Preguntó, al parecer, confundido. —Por dejarme ser como tú. Eres realmente sorprendente y yo nunca… podría hacer lo que tú haces con tanta gracia.—Jugué con su pelo, haciéndolo girar en mis dedos. —No lo hago muy bien, simplemente no me golpeo contra tantas cosas como tú.—Bromeó.—¿Estás segura de que, por lo menos, no tienes mal la vista? —20/20—Le empujé. Se rió y besó el lugar donde mi corazón todavía palpitaba con fuerza. Aun no se había calmado por completo .(con lo de 20/20 bromea sobre las dioptrías que tiene en cada ojo) —Edgard ¿sabes que te amo de cualquier forma? ¿Qué te amaría si pudieses ver o si fueses ciego y sordo? Al principio no dijo nada pero asintió despacio.—Me siento de la misma forma. Tú me llamas, Marianne. Cada parte de ti. No puedo vivir sin ti. Te necesito más que al aire.—Me abrazó má