Edgard Barrington POVLas once no llegaban lo suficientemente rápido para mí. Me desperté temprano y me preparé, afeitándome y vistiéndome. Para entretenerme comencé a tocar el piano, trabajando en una nueva pieza.La música fluyó fácilmente desde las puntas de mis dedos, algo que no había tocado antes. En lo único en lo que podía pensar era en Marianne. Su belleza, su aroma, su bondad. La canción trataba de cómo hacia que me sintiese.No oí abrirse la puerta, o a Jason moverse a mi alrededor.—Es muy bonita.—Dijo la voz tan familiar, tan dulce desde la puerta.—Es lo que siento cuando pienso en ti.—Le dije a Marianne con una sonrisa.Sentí que la cama se hundía un poco cuando se sentó a mi lado. Se inclinó junto a mí y me besó en el cuello.—Eres un hombre asombroso, Edgard Barrington.—Eres una mujer asombrosa…—Deslicé la nariz a lo largo de su mandíbula. Suspiró, con las puntas de sus dedos me acarició el rostro.—Si habéis acabado de besuquearos la cara nos pondremos en marcha.—Bro
Marianne Cooper POVNo sé porqué lo dije en voz alta. Lo había estado pensando durante toda la semana. La canción hizo que lo dijese. Pensé en mi madre pero no fui capaz de enfadarme. Mientras estaba en los brazos de Edgard me sentía a salvo y me encantaba. Le amaba. Las palabras simplemente salieron de forma tan involuntaria como las lagrimas de mis ojos.Edgard se apartó, su expresión era ilegible. Sus grandes manos calientes fueron a mi cara. Pude ver la preocupación en su rostro cuando sintió el mío resbaladizo por la humedad de las lágrimas. Se suavizó poco a poco y acercó su cara a la mía. Nuestros labios presionaron y tuve que impedirme llorar más fuerte.—Marianne, te amo. Mucho, mucho, mucho.—Susurró mientras se retiraba. Tenía la sonrisa más maravillosa sobre sus labios. Besó mis lágrimas con sus suaves labios. Me sentí tan bendecida en ese momento y no había nada en el mundo que pudiese hacerme más feliz.La canción llegó a su fin, al igual que la banda en concreto. Todos a
Edgard Barrington POVTras comprarle el anillo metí la pequeña caja en mi bolsillo. Marianne no discutió tanto como pensaba que lo haría y me alegré de eso. El resto de la tarde fue bastante tranquila aunque siempre que le preguntaba si se encontraba mal recibía la misma respuesta.—Estoy bien.Esa noche nos fuimos de mi dormitorio a casa de Marianne.—¿Puedo pasar?—Pregunté suavemente.—Claro.—Contestó con voz tranquila. Esto me preocupó más.Me llevó hasta su cama. Me senté y la puse sobre mi regazo. Envolví su cintura con mis brazos y olí su cabello.—¿Qué va mal?—Solo estoy cansada. No dormí bien.—Suspiró apoyándose contra mí.—¿Por qué?—No es nada, no te preocupes.—Presionó sus labios en mi mejilla.—Si no sé el problema no podré arreglarlo. Por favor, dimelo.—Puse pequeños besos a lo largo de su mandíbula y su cuello.—No puedes arreglarlo.—Se levantó de mi regazo, alejándose de mis brazos.—¿Cómo lo sabes si no me das una oportunidad?—Solo… ¡Ugh! Edgard, anoche hablé con mi mad
Edgard Barrington POVQue tu novia te diga que quiere que la sientas por completo es una cosa maravillosa. Cuando la imagen cruzó por mi cabeza, reí entre dientes. Escuché como Marianne se enfurruñaba y supe que estaba poniendo mala cara. Bajé la cabeza y la besé profundamente.—¿Qué es tan gracioso?—Me pregunto qué hice para ser un hombre tan afortunado.—La besé en el cuello, tratando de no volver a reírme.—Bueno, si continuas riéndote no seguirás siendo tan afortunado.—Refunfuñó.Era el final de aquel momento. Reí, ocultando mi cara en su cuello. Ella también comenzó a reir, me rodeó con sus brazos. Rodé hacia un lado y la puse sobre mí.—¿Qué te parece si simplemente nos relajamos? Mis pies están doloridos de caminar tanto.—Suena bien ¿Por qué no tomamos un baño? Tenemos esa vieja y grande bañera de metal. Es lo suficientemente grande para los dos y el agua caliente será agradable—La corté con un beso.—Marianne, no tienes que convencerme. Es una idea magnifica.Me levantó y me c
Edgard Barrington POVMe senté más recto y rodeé su cintura con mis brazos. Se movió muy lentamente sobre mí, pero mi corazón amenazó con saltar fuera de mi pecho. Enterré la cara en su cuello besando y chupando la delicada y dulce carne. Suspiró mi nombre y mientras se movía, dejó caer la cabeza hacia atrás.—Te amo, Marianne Cooper.—Dije llevándome su mano derecha a los labios. Besé su tercer dedo.—Te prometo, que un día te haré mía para siempre.Ella me agarró más fuerte, su mano sostuvo la mía tan fuerte que pude sentir su pulso. Mi otra mano descansaba en su pequeña espalda ayudándola en sus lentos y constantes movimientos.—Edgard, oh dios, Edgard. Te amo tanto.Llegamos a la cima juntos, jadeando los nombres del otro. Se apoyó contra mí, mientras el agua comenzaba a enfriarse.Cuando finalmente la convencí de que era hora de salir, ella me ayudó a ponerme en pie. Nos secamos el uno al otro, utilizando esto como escusa para tocarnos un poco más.Lentamente fuimos a su cama, sin m
Marianne Cooper POVEn realidad Edgard era bueno en todo esto. Él no quería, no le veía sentido. Pero, sacó varios CD´s para nuestros amigos con buena música para bailar y canciones apropiadas para Halloween.Miré mi reflejo en el espejo y me avergoncé. Pantalones de cuero negro y un corsé de seda negro. Desde luego Amanda y Roselyn me pudieron, incluso con la ayuda de Edgard. Eran más astutos que yo. Incluso me peinaron de forma salvaje, rizándomelo completamente. Una cinta negra y una cruz de plata alrededor de mi cuello eran mis accesorios, junto con mi anillo y la pulsera de los que nunca me separaba. Rodeé mis ojos con maquillaje negro y me pinté las uñas. Me parecía a esa famosa minoría. Me ajusté el incomodo corsé. Me alegraba que Edgard no me pudiese ver aun que trataría de verme .Cogí el maquillaje rojo de la encimera del lavabo, junto con el blanco y el negro.Edgard esperaba pacientemente en mi cama, ya se había quitado las gafas. Vestía unos vaqueros negros y una camiseta
Marianne Cooper POVTodo lo que quería era un poco de agua y entonces comenzó a seguirme un baboso idiota. No tenía ni idea de quién era pero se trataba de alguien muy testarudo y ni pillaba las indirectas.Cuando salí de la casa y fui hacia Edgard esperaba que por fin lo pillase.—Oh, venga. Dame un nombre al menos.—Preferiría no hacerlo.—Dije sin girar la cabeza para mirarlo. Fijé mis ojos en Edgard. Su cara estaba girada en mi dirección y sabía que podía oír lo que estaba pasando.—Por favor.—Dije que no. ¡Déjame en paz!—Casi grité.Agarró mi muñeca derecha y tiró de mi.—¿Vestida de esa forma esperas que te deje en paz?Me harté de este idiota borracho.—Quítame las manos de encima.—Grité en su cara.—Antes de que pudiese hacer nada Edgard agarró mi muñeca izquierda y tiró de mí. Di un paso y me apreté completamente contra su duro pecho.—Ha dicho que la dejes en paz.—No tuve que mirarle a la cara para saber lo amenazador que parecía.—¿Y qué vas a hacer?Me llevó un momento compre
Edgard Barrington POVEstaba más que feliz de llegar en mi dormitorio esa noche. Estaba cansado, el subidón de adrenalina ya había desaparecido. Sin embargo no lo habían hecho los efectos permanentes de las sustancias químicas creadas. Podía proteger a Marianne. Tal vez no contra todo pero sí contra algunas cosas.Me sorprendí cuando ella no discutió conmigo por el tema de su madre. Todo lo que quería era hablar con la mujer. Sabía que no iba a aceptarme pero por lo menos podría explicarle lo que sentía por su hija. Además, quería aclarar una cosa. Yo no iba a ir a ninguna parte y ninguna maldita cosa iba a cambiar. Solo Marianne tenía ese poder.Jason y yo habíamos salido, dejando a las chicas arrastrándose a la cama a la una de la mañana. Me alegraba de que no fuese a durar para siempre. Tenía algunos asuntos que arreglar cuando volviese.—Hey, Jason… ¿Cuál es el mejor hotel de Crossport?—¿Planificando una noche especial para Marianne y para ti?—Sí, algo así ¿Tienes alguna recomen