Edgard Barrington POVSentí la necesidad de enterrar la cara en su suave carne. Mis brazos rodearon fuertemente su cintura y comencé a besar los lados de sus pechos. Ella echó la cabeza hacia atrás y gimió en voz alta. Ese sonido me encantó, necesitaba escucharlo más. Besé y lamí el lado derecho de su pecho hasta que alcancé su firme pezón. Me lo llevé a la boca y comencé a chupar, dejando que mi lengua se moviese rápido contra él. Volvió a gemir, esta vez más fuerte. Llevé una de mis manos a su pecho izquierdo y comencé a masajear el hinchado montículo. Sentía su pezón duro contra mi palma, y por alguna razón eso me entusiasmó. Sus manos retorcieron mi pelo, sujetándome ahí.Me moví de derecha a izquierda, cambiando de manos. Masajeé la humedad que mi boca había formado en su piel, dejando que me ayudase a masajear aquel sensible punto. Sus dedos comenzaron a desabrochar los botones de mi camisa. Se tomó su tiempo haciéndolo, estaba seguro de que la distracción a la que la sometía no
Marianne Cooper POVTuve el más maravilloso de los sueños. Edgard y yo hacíamos el amor. De forma increíblemente apasionada. Besó cada parte de mi cuerpo, me adoró como si fuese una diosa. Cuando me desperté estaba completamente desnuda junto a mi propio dios, sonreí de oreja a oreja. Había sido real y me encantó a cada segundo, aun cuando sentí algo de dolor. Dormía cómodamente y no quería despertarle. Miré el reloj y eran sobre las siete de la mañana. Decidí que podría hacer algo para desayunar y que tenía que encontrar sus gafas. Sabía que si las perdía se alteraría.Me levanté, moviéndome cuidadosa y lentamente para no despertarle. Cogí la ropa del suelo y la tiré sobre la silla frente a mi ordenador. Atraje su camisa blanca a mi nariz e inhalé su aroma. Era delicioso. Me la puse, abotonándola con rapidez.Me llegaba casi a las rodillas y las mangas pasaban mis muñecas. Las doblé varias veces, tratando de arreglarlo. Por último, cogí mis bragas y me las puse.Entré en el oscuro ha
Edgard BarringtonNo quería marcharme, pero se estaba haciendo tarde y ambos teníamos clase a la mañana siguiente. Me llevó de vuelta a mi dormitorio ya que estaba lloviendo. Cuando finalmente llegamos a mi puerta una pequeña tristeza me inundó. Ya la echaba de menos y aun no se había marchado. La acerqué a mí y comencé a besarla en los labios con firmeza.La apreté contra la pared y se rió tontamente mientras sus brazos se enroscaban en mi cuello. Besé sus oídos, su mandíbula y hasta su nariz.—¿Vendrás a estudiar mañana?—Ah huh.—Fue todo lo que murmuró. Una de sus piernas se enganchó alrededor de mi cadera. Sujeté la parte superior de su muslo con una mano, acercándola más a mí.Nuestros labios se juntaron una y otra vez, ninguno de los dos estaba dispuesto a detenerse. Me encantaba poder perderme en mi propio mundo gracias a ella. Se convertía en mi todo cuando estaba con ella.—Maldición Edgard. Deja que la pobre respire.—Se rió Emmanuell a mi lado. Me eché hacia atrás, ocultando
Marianne CooperDespués de llegar a casa, tras mi amodorramiento por dejar a Edgard hice algunos deberes y le escribí un correo electrónico a mi madre. Había estado barbotando sobre su nuevo marido Tim. Parecía muy feliz. Me pregunté si estaría contenta por mí, por haber encontrado a alguien de quien cuidar intensamente. Decidí contarle algo de eso.Hola mamá,La universidad va muy bien. Me mantengo en un 3.5 pero acabo de empezar. Ya verás cómo voy subiendo a partir de ahí. Realmente estoy disfrutando de las clases, al menos de la mayoría. Me alegra oír que todo va bien con Tim. No le hagas daño bailando salsa. No le rompas los dedos del pie o algo así, podría necesitarlos.Gracias por tus regalos de cumpleaños. Me encantan los libros de cocina. No puedo esperar para probar algunas recetas. Solo tuve una más que suficiente cena de cumpleaños en casa. Sin bebida ni fiesta. Ya sabes cómo soy. Lo pasé solo con…Dudé y traté de encontrar el modo correcto de presentarle a Edgard a mi madr
Marianne Cooper POVOdiaba cuando hacia pucheros porque siempre conseguía lo que quería. Odiaba que supiese esto y que lo utilizase con frecuencia cuando sentía que yo le iba a dar problemas.Le di un pico en los labios una vez más y me marché. Jason pasaba por el hall.—Nos vemos mañana, Marianne.—Me dio una palmadita en el hombro mientras pasaba.Me alegré de que Edgard y yo tuviésemos tan buenos amigos. Estábamos empezando a congeniar poco a poco. Algo que ninguno de nosotros se imaginaba cuando llegamos aquí. Me gustaba. Por primera vez en mucho tiempo me sentía como si perteneciese a algún sitio.Cuando llegué a casa Amanda estaba sobre el sofá mirando la televisión.—Hey, tu madre llamó, dijo que la llamases en cuanto llegases a casa.—Vale, gracias.Francamente no tenía ganas de telefonear a mi madre pero me sentía culpable por no hacerlo más a menudo. Marqué su número rápidamente.—¿Hola?—Hola mamá ¿Qué pasa?—Pregunté casualmente, con la esperanza de que no ocurriese nada. Per
Edgard Barrington POVLas once no llegaban lo suficientemente rápido para mí. Me desperté temprano y me preparé, afeitándome y vistiéndome. Para entretenerme comencé a tocar el piano, trabajando en una nueva pieza.La música fluyó fácilmente desde las puntas de mis dedos, algo que no había tocado antes. En lo único en lo que podía pensar era en Marianne. Su belleza, su aroma, su bondad. La canción trataba de cómo hacia que me sintiese.No oí abrirse la puerta, o a Jason moverse a mi alrededor.—Es muy bonita.—Dijo la voz tan familiar, tan dulce desde la puerta.—Es lo que siento cuando pienso en ti.—Le dije a Marianne con una sonrisa.Sentí que la cama se hundía un poco cuando se sentó a mi lado. Se inclinó junto a mí y me besó en el cuello.—Eres un hombre asombroso, Edgard Barrington.—Eres una mujer asombrosa…—Deslicé la nariz a lo largo de su mandíbula. Suspiró, con las puntas de sus dedos me acarició el rostro.—Si habéis acabado de besuquearos la cara nos pondremos en marcha.—Bro
Marianne Cooper POVNo sé porqué lo dije en voz alta. Lo había estado pensando durante toda la semana. La canción hizo que lo dijese. Pensé en mi madre pero no fui capaz de enfadarme. Mientras estaba en los brazos de Edgard me sentía a salvo y me encantaba. Le amaba. Las palabras simplemente salieron de forma tan involuntaria como las lagrimas de mis ojos.Edgard se apartó, su expresión era ilegible. Sus grandes manos calientes fueron a mi cara. Pude ver la preocupación en su rostro cuando sintió el mío resbaladizo por la humedad de las lágrimas. Se suavizó poco a poco y acercó su cara a la mía. Nuestros labios presionaron y tuve que impedirme llorar más fuerte.—Marianne, te amo. Mucho, mucho, mucho.—Susurró mientras se retiraba. Tenía la sonrisa más maravillosa sobre sus labios. Besó mis lágrimas con sus suaves labios. Me sentí tan bendecida en ese momento y no había nada en el mundo que pudiese hacerme más feliz.La canción llegó a su fin, al igual que la banda en concreto. Todos a
Edgard Barrington POVTras comprarle el anillo metí la pequeña caja en mi bolsillo. Marianne no discutió tanto como pensaba que lo haría y me alegré de eso. El resto de la tarde fue bastante tranquila aunque siempre que le preguntaba si se encontraba mal recibía la misma respuesta.—Estoy bien.Esa noche nos fuimos de mi dormitorio a casa de Marianne.—¿Puedo pasar?—Pregunté suavemente.—Claro.—Contestó con voz tranquila. Esto me preocupó más.Me llevó hasta su cama. Me senté y la puse sobre mi regazo. Envolví su cintura con mis brazos y olí su cabello.—¿Qué va mal?—Solo estoy cansada. No dormí bien.—Suspiró apoyándose contra mí.—¿Por qué?—No es nada, no te preocupes.—Presionó sus labios en mi mejilla.—Si no sé el problema no podré arreglarlo. Por favor, dimelo.—Puse pequeños besos a lo largo de su mandíbula y su cuello.—No puedes arreglarlo.—Se levantó de mi regazo, alejándose de mis brazos.—¿Cómo lo sabes si no me das una oportunidad?—Solo… ¡Ugh! Edgard, anoche hablé con mi mad