Marianne CooperEdgard se negó a que le recogiese el sábado, alegando que tenía que hacer varios recados. Cuando me ofrecí a llevarle simplemente besó mis labios y dijo que él podía encargarse. Amanda ya estaba despierta cuando me levanté a las diez. Saltó sobre mí y me dio un abrazo.—¡Feliz cumpleaños! ¡Te hice magdalenas!Y por supuesto había una cesta con arándanos y magdalenas de plátano y nuez en el centro de la isla de la cocina junto a una taza de café recién hecho para mí. Le devolví el abrazo rápidamente antes de coger dos y tratar de comer mi desayuno caliente.—Entonces ¿qué planes tienes para hoy?—Bueno, en realidad…—No sabía cómo decirlo sin ofenderla.—Iba a hacer una cena para Edgard y me preguntaba si podría—¿Largarme esta noche? Ya lo había planeado. Jason y yo vamos a ir a un hotel. No estábamos seguros de donde os quedaríais. Queríamos dejaros el campo libre.—Rio tontamente, una pequeña sonrisa se extendió por sus labios.—¿Qué quieres decir con eso de que no sabíai
Marianne Cooper POVLa cena estuvo genial, junto con el postre, pero todo fue mucho mejor porque estuve sentada en el regazo de Edgard todo el tiempo.—Este es el mejor cumpleaños que he tenido.—Dije con sinceridad, besando el chocolate que tenía en la esquina de su boca.—No es mi cumpleaños pero soy muy feliz.—Bromeó.Sus manos siguieron explorando mis brazos desnudos, deslizándose hacia abajo por mi muñeca. Miré hacia abajo a la cinta de plata. Era encantadora. Odiaba no saber lo que decía en el interior, pero en cuanto pudiese buscaría la forma de averiguarlo.Caminé con él hasta el sofá, me senté en su regazo una vez se puso cómodo.—¿Qué te gustaría hacer?——Ya lo estoy haciendo.—Contestó con calma. Sus manos fueron hasta mis caderas, acercándome a él. Nuestros labios chocaron de nuevo por tercera vez esta noche. Con más fuerza en este momento, queriendo mas. Me aparté para mirarle. Su cabello estaba desordenado y la piel enrojecida, sus labios ligeramente brillantes por la humed
Edgard Barrington POVNo fui muy lejos. Anduve hasta el final del camino y me senté. Me quité las gafas y me limpié las lágrimas.Sabía lo que ella estaba haciendo. Sabía donde acabaría mi mano.Quería volver allí. Quería tocarla por todo el cuerpo.Pero entonces las dudas comenzaron a aparecer. Yo no era suficiente para ella. No era capaz de hacerla tan feliz como ella me hacía a mí. Era injusto que se quedase atrapada conmigo. Tenía que darle una vida normal. Se merecía lo mejor.¿Por qué tenía que actuar de esta forma el día de su cumpleaños? Era un enorme idiota. La hice gritar y llorar y me odiaba por eso. Era demasiado maravillosa para llorar.Me gustaba tanto. Quería estar con ella. Ella me había dicho que me quería, aun. No podía hacerla daño.—¿Qué demonios hiciste?—Chilló el alto tono de voz de Amanda en mi oído. Me estremecí, poniéndome las gafas.—Ser un idiota.—Susurré, Dejé que mi cara cayese en mis manos.—¡Eso ya me lo había figurado! Me llamó llorando. Tienes suerte d
Marianne Cooper POVEnrojecí mientras escuchaba lo que decía. Él tenía algo que decir de cada parte. No le creí, pero lo forma en la que lo decía… Nunca antes me había sentido tan querida y deseada. Toda mi ira anterior había desaparecido completamente. Hundí mis dedos en su cabello y le acerqué más a mí. Le besé profundamente, mi lengua le acarició con cuidado. Su mano fue a mi cadera por encima del vestido.Me aparté para observarle. Se mordía el labio inferior, su mano derecha se deslizaba por mi cuerpo. Rozó suavemente el lado de uno de mis pechos. Aspiré profundamente, un poco sorprendida. Retiró la mano un momento, pero luego la volvió a poner. La movió por la curva de mi pecho y la dejó descansar en mi cuello. Me acercó más, nuestros labios volvieron a rozarse.Toqué su mejilla y se inclinó hacia el roce. Entonces, un nuevo deseo creció en mí. Quería ver sus ojos. Antes no me había dejado, siempre mantenía sus gafas oscuras. Levanté ambas manos, con cuidado tomé las esquinas de
Edgard Barrington POVSentí la necesidad de enterrar la cara en su suave carne. Mis brazos rodearon fuertemente su cintura y comencé a besar los lados de sus pechos. Ella echó la cabeza hacia atrás y gimió en voz alta. Ese sonido me encantó, necesitaba escucharlo más. Besé y lamí el lado derecho de su pecho hasta que alcancé su firme pezón. Me lo llevé a la boca y comencé a chupar, dejando que mi lengua se moviese rápido contra él. Volvió a gemir, esta vez más fuerte. Llevé una de mis manos a su pecho izquierdo y comencé a masajear el hinchado montículo. Sentía su pezón duro contra mi palma, y por alguna razón eso me entusiasmó. Sus manos retorcieron mi pelo, sujetándome ahí.Me moví de derecha a izquierda, cambiando de manos. Masajeé la humedad que mi boca había formado en su piel, dejando que me ayudase a masajear aquel sensible punto. Sus dedos comenzaron a desabrochar los botones de mi camisa. Se tomó su tiempo haciéndolo, estaba seguro de que la distracción a la que la sometía no
Marianne Cooper POVTuve el más maravilloso de los sueños. Edgard y yo hacíamos el amor. De forma increíblemente apasionada. Besó cada parte de mi cuerpo, me adoró como si fuese una diosa. Cuando me desperté estaba completamente desnuda junto a mi propio dios, sonreí de oreja a oreja. Había sido real y me encantó a cada segundo, aun cuando sentí algo de dolor. Dormía cómodamente y no quería despertarle. Miré el reloj y eran sobre las siete de la mañana. Decidí que podría hacer algo para desayunar y que tenía que encontrar sus gafas. Sabía que si las perdía se alteraría.Me levanté, moviéndome cuidadosa y lentamente para no despertarle. Cogí la ropa del suelo y la tiré sobre la silla frente a mi ordenador. Atraje su camisa blanca a mi nariz e inhalé su aroma. Era delicioso. Me la puse, abotonándola con rapidez.Me llegaba casi a las rodillas y las mangas pasaban mis muñecas. Las doblé varias veces, tratando de arreglarlo. Por último, cogí mis bragas y me las puse.Entré en el oscuro ha
Edgard BarringtonNo quería marcharme, pero se estaba haciendo tarde y ambos teníamos clase a la mañana siguiente. Me llevó de vuelta a mi dormitorio ya que estaba lloviendo. Cuando finalmente llegamos a mi puerta una pequeña tristeza me inundó. Ya la echaba de menos y aun no se había marchado. La acerqué a mí y comencé a besarla en los labios con firmeza.La apreté contra la pared y se rió tontamente mientras sus brazos se enroscaban en mi cuello. Besé sus oídos, su mandíbula y hasta su nariz.—¿Vendrás a estudiar mañana?—Ah huh.—Fue todo lo que murmuró. Una de sus piernas se enganchó alrededor de mi cadera. Sujeté la parte superior de su muslo con una mano, acercándola más a mí.Nuestros labios se juntaron una y otra vez, ninguno de los dos estaba dispuesto a detenerse. Me encantaba poder perderme en mi propio mundo gracias a ella. Se convertía en mi todo cuando estaba con ella.—Maldición Edgard. Deja que la pobre respire.—Se rió Emmanuell a mi lado. Me eché hacia atrás, ocultando
Marianne CooperDespués de llegar a casa, tras mi amodorramiento por dejar a Edgard hice algunos deberes y le escribí un correo electrónico a mi madre. Había estado barbotando sobre su nuevo marido Tim. Parecía muy feliz. Me pregunté si estaría contenta por mí, por haber encontrado a alguien de quien cuidar intensamente. Decidí contarle algo de eso.Hola mamá,La universidad va muy bien. Me mantengo en un 3.5 pero acabo de empezar. Ya verás cómo voy subiendo a partir de ahí. Realmente estoy disfrutando de las clases, al menos de la mayoría. Me alegra oír que todo va bien con Tim. No le hagas daño bailando salsa. No le rompas los dedos del pie o algo así, podría necesitarlos.Gracias por tus regalos de cumpleaños. Me encantan los libros de cocina. No puedo esperar para probar algunas recetas. Solo tuve una más que suficiente cena de cumpleaños en casa. Sin bebida ni fiesta. Ya sabes cómo soy. Lo pasé solo con…Dudé y traté de encontrar el modo correcto de presentarle a Edgard a mi madr