Les van a dar duro a este par.
Matt pensaba que era una locura que Fortuna fuera a esa reunión. —No sabemos quién estará allí y porque quiere que nadie sepa. Fortuna sabía los riesgos y se acomodó el cabello dentro de una redecilla oscura y luego se colocó un labial suave. —Lo sé, eso ha aumentado mi interés en todo ese asunto. —Fortuna, tengo miedo de perderte. —Nadie sabe quién soy, iré como Elena Marriott, nada más. Matt se pasó una mano por su cabello castaño claro y le dijo a la joven: —Me estás sacando canas verdes. Ella se colocó una chaqueta oscura sobre una blusa verde y un pantalón jean, luego se puso una peluca negra y se volteó. —¿Cómo me veo? Matt la admiró: —Como Fortuna con peluca negra. Entonces le sugirió: —Anda trabajar, no puedes delegar siempre tu trabajo a otros. —¿Consideras que podría enfocarme contigo lejos de casa? Ella se acercó a él, lo abrazó con fuerza: —No va a pasar nada, te lo prometo. Matt acarició su rostro y le comentó: —De negro no me gustas, de dorado sí. Ella
Elisa veía el video en redes y los comentarios de personas que le preguntaban si estaba de acuerdo con lo que hacía su esposo, al que apodaban El loco obsesionado. Lo que más rabia le daba era que habían hecho una encuesta de a quién amaba más Alexis y Fortuna ganaba de largo. Otra cosa fueron los memes que hicieron de ellos en redes y de Fortuna riendo triunfal. Cerró la computadora y miró al frente, entonces vio la puerta de la habitación abrirse, era Alexis. —Tenemos que hablar. Claro, tenía que gritarse, porque hablar era de gente civilizada, ella quería sangre y guerra. —Lamento todo lo que ha estado pasando. Elisa en vez de estallar le preguntó con ironía: —¿Lamentas haberte puesto en ridículo frente a todos? —Lamento todo lo que ha sucedido. Ella se levantó de la cama: —¿Lamentas el hecho que todos se den cuenta de que amas más a esa muerta que a mí? Alexis le dijo entonces: —Te dije que lamentaba todo… —¿Y qué gano yo con eso? —Elisa debes entender… —Yo entiendo
Alexis la vio regresar pálida y nerviosa, eso lo desconcertó. —¿Quién era cariño? —Un amigo… —¿Pasa algo? Elisa miró a su hijo con temor y le dijo a su esposo: —¿Siempre me amarás? —¿Qué sucede? —Pase lo que pase, ¿me amarás? —Elisa, eres mi esposa. —Eso no es suficiente, porque no soy tu dueña, ¿me amarás? —Claro, siempre te amaré. Ella besó la cabeza de su hijo y pensó que ese vínculo era poderoso y nadie podría quitarlo. ** Margo revisaba unos documentos en su oficina, cuando recibió una llamada: —Ya es hora. —Perfecto —sonrió. Colgó y respiró hondo, no era fácil lo que iba a hacer y entonces marcó el número de Elisa, usó voz angustiada. —¿Elisa? —Margo, ¿Qué sucede? —Me llamaron de la isla de Habour —sollozó—. ¡No vas a creer lo que me dijeron! Elisa caminó hacia la ventana y vio el eclipse en su máxima expresión. —Me asustas. —Es que es de asustarse, me piden que vaya a… Allá… Es que me piden reconocer a una persona. Elisa no entendía nada y le preguntó: —¿
Fortuna veía la noticia de su regreso con una sonrisa, ya se imaginaba las pataletas de Elisa al respecto, se recostó en la cama feliz de poder moverles el piso a esos dos. Fue a la mañana siguiente que un especialista la fue a examinar y entonces le realizó algunas preguntas: —¿Usted recuerda que está casada? Fortuna entonces le preguntó: —¿Casada, yo? Mostró sorpresa: —¿Recuerda el nombre de Alexis Castle? Hizo como si no la conociera y meneó la cabeza: —Tal vez si lo veo… Entonces le dijeron que pasara. Él iba con muchas emociones encontradas y cuando la vio ella tenía la vista baja y… —¡Fortuna! Ella alzó la mirada, intentando no reflejar emoción alguna de ello. —¿Fortuna? La doctora le indicó: —Él es Alexis Castle, su esposo. Ella lo miró detenidamente y meneó la cabeza: —Todo es tan confuso… Recuerdo a mi padre leyéndome los libros del doctor Zeus… Recuerdo cuando no me dio dinero y vendí mi ropa… Luego pocas cosas… Alexis se acercó a ella con cautela y le pregun
Fortuna intentó hacerla sentir solo un poco mejor. —Claro, de cierta manera, estaba muerta, sin memoria. Caminando descalza por los pueblos, hurgando en la basura para poder comer algo, teniendo miedo de todos a mi alrededor, ocultándome de los hombres atrevidos. Vista las cosas, así se escuchaba cruel y despiadado todo. Elisa entonces intentó paliar el asunto: —Y ahora estás aquí, amiga, viva, fuerte, viva. —Rica —recalcó Fortuna. —Sí, eso… —Tienes que tomar en cuenta que hasta hace unos días no disponía de ningún tipo de comida y ahora soy una auténtica millonaria. Elisa entonces sacó su móvil y le mostró: —Este es Denis, mi hijo. Fortuna lo vio asombrada: —¡Es bonito! Hermoso, se parece al papá. —Sí. Él es mi mundo y Alexis mi vida. —Y considerar que es mi esposo, ¿Piensas que yo hubiera podido darle un hijo así de bonito? Eso, incómodo a Elisa en demasía y le dijo: —Fortuna, tú eres mi amiga y te quiero mucho, sé que esto es incómodo para las dos. Fortuna le dijo ent
Alexis daba vueltas en el estudio, no podía imaginar que ella hubiera hablado de divorcio, se jaló el cabello ofuscado, no podía separarse de ella. Todo giraba con el dinero de Fortuna, su vida estaba en esas empresas, perder todo eso sería letal. Elisa entró y lo vio tan mal, entonces le preguntó: —¿Qué sucede? —Se quiere divorciar. Ella sonrió y al ver la molestia en su esposo preguntó: —¿Qué tiene eso de malo? —Elisa, el dinero de Fortuna ha sido el que nos ha dado una buena vida, tu ropa, las niñeras para Denis, lujos… Todo. Ella se sintió mal porque no tenía dinero propio. —No puedo dejar que ella me deje. —¡QUÉ! Entonces le explicó: —Soy su esposo, no firmamos separación de bienes. —Puedes obtener parte de su dinero, si te divorcias. —Yo lo quiero todo. Elisa enarcó una ceja y entonces lo miró, desconfiada. —¿Todo? —El dinero, el prestigio, el respeto… —¿Y qué puedes hacer? —No sé, tal vez convencerla de que la separación no es lo correcto. Elisa no ente
El plan que había hecho consistía en ir al médico y verse con Matt en el camino. Al bajar, Elisa la atajó: —¿A dónde vas? —A revisión médica. —Voy contigo. Ella se alzó de hombros y le respondió: —Perfecto. Salieron juntas, entonces Elisa le comentó: —¿Sabías que hay una joven que hacía de tu doble? —¿En serio? —Se parecían mucho. Casi nos confundimos. De repente le comentó. —Quiero conocerla. Eso sorprendió a Elisa que le preguntó: —¿No te molesta que alguien intente imitarte? —Me parece lindo, tan de moda. Me siento honrada. Eso no se lo esperó y Elisa le preguntó: —¿Cómo encontraste a tu papá? Fortuna dio un suspiro y le respondió: —Me siento tan afectada de verlo así. —Sufrió mucho tu pérdida. —Yo también sufrí mucho —entonces comentó—. Un día escapé de un hombre que quiso violarme. Elisa la miró horrorizada. —Era complicado cada día, robé ropa para cambiarme, me bañaba en el mar. Elisa se sintió incómoda. —No lo imaginé. Entonces Fortuna murmuró: —Nunca t
Alexis miraba como la pareja estaba compenetrada, se acariciaban y hacían mimos. Ese maldito médico la tocaba como si tuviera derecho sobre ella. —Señor Castle, ¿Señor Castle? Él volvió a la tierra y miró a los inversionistas: —Hablábamos con usted y se nos fue, ¿Se siente mal? Alexis tomó de su copa y les comentó: —Estoy bien —intentó sonreír. Fortuna miraba el menú con atención y vio la mezcla de mariscos con toques de especies. —Todo se ve delicioso, pero creo que probaré la langosta a la parrilla con salsa de ostras y trufas, por favor. —Me tientas —dijo Matt—, pero yo voy a pedir… Un mundo del Revés. —Cuidado y pongo tu mundo al revés —besaba sus labios. —Ya lo hiciste cariño. Alexis los veía muy compenetrados y entonces pidió excusas y se acercó a la mesa justo cuando recibían sus aperitivos. —Son los abrebocas del momento. Fortuna vio todo con deleite y le señaló a Matt una tapa con mariscos. —Se ve exquisita. —Vamos a probar —Matt tomó un bocado—, huele a dioses.