Ja, Fortuna se les ríe ríe la cara.
Alexis miraba como la pareja estaba compenetrada, se acariciaban y hacían mimos. Ese maldito médico la tocaba como si tuviera derecho sobre ella. —Señor Castle, ¿Señor Castle? Él volvió a la tierra y miró a los inversionistas: —Hablábamos con usted y se nos fue, ¿Se siente mal? Alexis tomó de su copa y les comentó: —Estoy bien —intentó sonreír. Fortuna miraba el menú con atención y vio la mezcla de mariscos con toques de especies. —Todo se ve delicioso, pero creo que probaré la langosta a la parrilla con salsa de ostras y trufas, por favor. —Me tientas —dijo Matt—, pero yo voy a pedir… Un mundo del Revés. —Cuidado y pongo tu mundo al revés —besaba sus labios. —Ya lo hiciste cariño. Alexis los veía muy compenetrados y entonces pidió excusas y se acercó a la mesa justo cuando recibían sus aperitivos. —Son los abrebocas del momento. Fortuna vio todo con deleite y le señaló a Matt una tapa con mariscos. —Se ve exquisita. —Vamos a probar —Matt tomó un bocado—, huele a dioses.
Gordon fue preparado para ese momento y entonces le mostró en una tableta lo que se sabía. Punto 1: Partieron de la recepción al Aleón a las 12 pm. Punto 2: Zarparon cuarto para las dos de la noche. Punto tres: El capitán Merino se reportó con la guardia costera a eso de las 4 pm, indicando todo con normalidad. Gordon entonces le preguntó: —¿Qué estaba haciendo usted en ese tiempo? Fortuna recordó: —Alexis me dijo que haría algo especial, una comida y que me llevaría al camarote nupcial. —¿Usted estaba en el camarote? —Sí, fui y me habían enviado unos obsequios que comencé a abrir, siempre había un protocolo para zarpar, el capitán Merino lo sabía. »Revisaba una vez más todo, recuerdo que brindé con Alexis en ese tiempo y charlamos sobre cosas de la fiesta, usaba mi vestido de novia. Gordon le mostró lo que seguía. —No hubo comunicación ni nada de parte del capitán Merino, después de esa hora, ¿A qué hora comenzó el incendio? Ella cerró los ojos y Margo le pidió: —Dilo to
Cuando Elisa Castle la llamó no se imaginó lo que quería de ella, a no ser que reclamarle por la última escena de su marido. Elena estaba esperando en el lobby del hotel y entonces le indicaron que fuera a una de las habitaciones, no sabía qué esperar, solo no quería una escena. Elisa estaba en la habitación y esperaba a la joven tomando un whisky y cuando llegó sonrió: —Elena. —Señora Castle, ¿cómo le va? —Mal, muy mal, pero puede irme mejor y a ti también. Eso le sorprendió mucho. ** Fortuna empujaba la silla de ruedas de su padre mientras le contaba los cambios que harían. —Ya comencé por el jardín, plantando rosas de distintos tonos, además redecoraré, pues los gustos de Elisa son fatales. Travis debía disimular, que no hablaba, ni caminaba, porque se supone que no tenía remedio. —Por lo demás, Elisa ya se fue, falta Alexis. Alexis salió a recibirlo y miró al anciano con su mirada de enojo: —Señor Ferris, bienvenido. Hubiera deseado decirle que era un falso, un traido
Elisa fue por la tarde a la empresa, debía hablar con su esposo y cuando se dirigió a la secretaria: —Quiero hablar con Alexis. —Señora. El señor Castle ya no es el presidente. Ella se frenó en seco y la miró sorprendida: —¿Qué dices? —Es que ahora la señorita Fortuna está a cargo. Ella frunció el ceño y le preguntó: —¿Y mi esposo? —Ocupa el puesto anterior, un piso abajo. Ella entonces le preguntó: —¿Puedo hablar con Fortuna? —Déjeme anunciarla. Fue anunciada y le dijeron que podía pasar y entonces al entrar la vio girando en la silla que fue un día de Alexis. —Mira Elisa, como gira el mundo. —Fortuna. —Me mareé —respiraba hondo y sonrió—. A veces dar vueltas, suele ser alucinante. Elisa miró todo y entonces le preguntó: —¿Le quitaste todo a Alexis? Ella le respondió: —Eso suena feo, quitarle algo a alguien, más bien tomé lo que era mío, ¿recuerdas? —hizo una pausa—. Dueña de todo. Elisa hizo una mueca y le dijo: —Que te aproveche. —Y lo aprovecharé muy bien, am
Margo le servía un té a su amiga y le explicaba la trama del libro: —Se trata de una chica rica que se involucra con un tipo con doble intención… Tienen un romance intenso y el tipo al final se enamora de ella. Fortuna bebía de su té. —Pero su exnovia no está de acuerdo y espera a que él se case con la chica y planea su muerte en el yate en el que se iban de luna de miel… Fortuna entonces comentó: —No sé por qué se me hace tan familiar. —Dice que la bomba la colocó en la video grabadora. Menciona paso a paso cada detalle. —Es sin duda una bruja bastante astuta… —Si aprendes a poner una bomba, puedes poner dos, solo es cuestión de astucia y perversidad Se dio cuenta de que Elisa nunca fue su amiga y eso le dolió mucho más. —¿Tan mala fui con ella? Margo le respondió: —No fuiste mala, ella te envidiaba… La envidia mata. —¿Envidiarme qué? —En una cabeza retorcida la envidia se da por pocas cosas. Fortuna entonces comentó: —Siempre la apoyé, íbamos juntas a comprarnos ropa,
Era momento de confesarse y Elisa se sirvió un whisky y llevó la botella en su otra mano, se sentó frente a él y comentó: —Cuando conocí a Fortuna Ferris, mi padre estaba en la ruina, todas en el colegio de monjas me evitaban porque los arruinados apestan. »Sin embargo, para Fortuna era diferente, era la pobre chica segregada a la que había que ayudar. Entonces intentó ser amable conmigo y me brindó su amistad y mágicamente todas dejaron de molestarme. —Ella es así, es una buena persona. —Buena, ja ja. Solo deseaba quedar bien con todo el que la veía, hizo obra de caridad con mi persona —decía con rabia—. La odié por eso. Se servía molesta otro trago. Alexis negó con la cabeza y comentó: —No lo veo de esa manera. —No sabes lo que se siente que te vean con pena y ser adoptada por la alfa mayor y que todos te vean siempre a su sombra. Asentó el vaso vacío con violencia. —Sé lo que digo. Fortuna siempre me miró por encima de su hombro, me obsequiaba vestidos, perfumes… Me hacía s
Elisa miraba el hueco oscuro en donde enterraría a su gran rival. —Todo tiene su fin, hasta las estrellas se apagan. Con su pie empujó la tierra y esta se deslizó hacia el interior, miró sus manos estaban maltratadas, pero valió la pena, ahora debía atraer a Fortuna a la trampa. Para eso Elisa debía de convertirse en un cazador y seguir a la presa a todos lados era la forma. Siguió a Fortuna por cerca de 15 días y parecía muy rutinaria: trabajo, casa, trabajo, casa, nada especial. Se acercaba el cumpleaños de Fortuna y debía de congraciarse con ella en todo sentido, la presa no debía sospechar lo que iba a suceder. ** Fortuna estaba terminando su jornada cuando Egan entró y la miró perfumándose: —¿Qué harás por tu cumpleaños? —Nada, estoy en una fase de introspección y deseos de pasarla abrazada con mi papá y comiendo cosas saludables. Él sonrió y la abrazó con mucho amor. —Te extrañé, loca, mucho en verdad. —Y yo a ti. —¿Vas a casa? —Pensaba en hacer unas compras, quiero d
Asistió junto a Egan a un exclusivo restaurante. —Aquí se come exquisito, prima. —Estoy ansiosa por probar colas de langosta. Su móvil sonó de nuevo, era Matt. —Linda, quiero verte. —Ahora estoy almorzando con mi primo. —Vamos, ¿cuánto tiempo tendré que esperar para poder darte un beso y un abrazo? —Haré un tiempo. Después de cenar con Margo. Matt se escuchó dolido: —Me envías a la cola de tus amistades. —Matt… No es eso, es que… Todos quieren felicitarme. —¿Y yo no? —Matt… —Entiendo, o sea, yo no puedo estar cerca de ti, bien Fortuna. Feliz día. Escuchó el cierre y Egan le preguntó: —¿Algún problema? —No, nada que no se pueda solucionar. La comida por demás estupenda y la compañía de su primo igual, luego fue un poco de trabajo e ir a casa a cambiarse. Tenía qué decirle algo a su papá y entró y lo encontró continuando su lectura. —Fortuna, hija, felicidades. —Papi… Todos están locos con lo de mi cumpleaños y desean tenerme a su lado. —¿Y qué te lo impide? —Quiero