[Narra Brooke].Era un nuevo día, uno que pintaba hermoso. Estaba en la terraza desayunando con Sophie y todo se sentía como cuando aún vivíamos con sus padres.—¿Quieres que vayamos a buscar algunas cositas para el bebé? —pregunta levantando su vista del teléfono para mostrarme lo que estaba viendo; artículos de bebé.—Aún no sé si es niño o niña, no quisiera apresurarme.—Pero hay cositas que se pueden comprar en colores mixtos como el verde bebé, por ejemplo.Sonrío de repente emocionada, ya quiero saber el sexo de mi bebé.—Sabes que no soy de esas que si es niña, todo será rosa o azul si es niño. Me gusta la idea del verde, es mi color favorito. Quizá también colores pasteles como el beige para la cuna y algunas mantitas blancas.Ella ríe aplaudiendo dándome la razón.—Me encanta, entonces podemos ir hoy en la tarde a buscar algunas cositas.—¿Y donde las voy a acomodar? Ni siquiera sé dónde vivo.Esa era una realidad que me acababa de golpear. Pasé de tener un hogar con los West
El día amaneció con una calma extraña, como si el universo supiera que algo importante estaba por suceder. Después de todo lo que habíamos hablado la noche anterior, Enzo y yo habíamos decidido intentarlo, apostar por nosotros, por nuestra familia. Sin embargo, no era tan simple como un "lo intentaremos". Ahora teníamos que reconstruir algo que había sido desgarrado, paso a paso, palabra a palabra.Estaba en la terraza con Sophie, tomando un té mientras el sol apenas calentaba el ambiente. Ella me miraba con una mezcla de curiosidad y aprobación.—¿Y? ¿Cómo te sientes después de todo? —preguntó con esa sonrisa suya que siempre lograba relajarme.Suspiré, tomando un sorbo del té antes de responder.—Rara vez tengo miedo, pero esta vez lo tengo. No de Enzo, sino de nosotros. De que no podamos superar lo que pasó, de que todo esto nos consuma.Sophie asintió, pero su mirada era firme.—Si ya decidieron intentarlo, entonces no pienses en lo que puede salir mal. Piensa en lo que tienen que
[Narra Brooke].A la mañana siguiente, desperté con una sensación diferente. Había algo en el aire, algo que me hacía sentir ligera, como si el peso de los últimos meses comenzara a disiparse. Tal vez era la conversación con Enzo, o la idea de que juntos estábamos encontrando una manera de avanzar.—Buenos días, mamá —susurró una voz grave cerca de mi oído, haciéndome abrir los ojos.Enzo estaba inclinado sobre mí, con una sonrisa traviesa y un café en la mano.—¿"Mamá"? —pregunté, adormilada, mientras me incorporaba en la cama.—Bueno, técnicamente lo eres. —Me tendió la taza—. Y pensé que te gustaría un café para empezar el día.Lo tomé, agradecida, y mientras el aroma del café llenaba mis sentidos, lo observé con atención. Llevaba una camisa blanca arrugada y pantalones de pijama oscuros, su cabello despeinado y su mirada tranquila. Este era el Enzo que pocos veían, el hombre detrás del apellido Lombardi y las apariencias.—Gracias. Aunque "mamá" suena raro.—Acostúmbrate, Brooke.
—He adquirido una propiedad a las afueras de la ciudad, para que estemos más tranquilos. —me dice en tanto vamos de camino.Ya se me hacía extraño que estuviésemos tomando un rumbo distinto. Pero no le quiero discutir nada, sé que lo hace por nuestro bien.—¿Y qué pasará con el apartamento?—Luego pensaré en eso, mi prioridad ahora es mantenerte a salvo. Sophie ya está con Matthew, dijo que se encontraba muy nerviosa para quedarse sola en su casa.Asentí, por lo menos eso me dejaba más tranquila.El trayecto hacia la nueva casa fue silencioso, cargado de tensión. Enzo manejaba con una mano en el volante y la otra descansando sobre mi muslo, como si necesitara tocarme para recordar que estoy bien, que seguía con él. Pero sus nudillos apretados contra el volante delataban la tensión de su interior, pero no sabía qué hacer para aminorar aquello.Yo, por mi parte, miraba por la ventana, intentando procesar lo ocurrido. Mi corazón aún latía con fuerza, y cada vez que cerraba los ojos, la e
[Narra Enzo].El peso de la noche se sentía más opresivo de lo habitual mientras miraba a través de las ventanas blindadas de la nueva casa. Afuera, la oscuridad se extendía como un manto pesado, interrumpida solo por las luces de los focos de seguridad que vigilaban cada rincón del terreno. Dentro, todo estaba en silencio. Brooke había logrado conciliar el sueño, pero yo... yo no podía permitirme ese lujo.Aún podía escuchar los ecos de los gritos, los pasos apresurados, y la mirada aterrada de Brooke mientras la protegía durante el ataque. Esa imagen me atormentaba más de lo que quería admitir. Había fallado. La seguridad del restaurante, mis hombres, mi plan... todo había sido vulnerado. Y lo peor es que ella había estado en medio de todo eso.Caminé hacia la barra en la sala y serví un vaso de whisky, esperando que el líquido ámbar calmara los pensamientos que me carcomían por dentro. La verdad era clara: los Rossi no solo querían enviarme un mensaje, querían que supiera que podía
[Narra Brooke].Habían pasado un par de semanas y ya tenía que ir a revisión, por el hecho de que tuve una entrada de emergencia. Solo de rutina.—¿Seguro que quieres ir? Está bien si no puedes. —le decía a Enzo mientras me ponía mi botín.—Que sí, quiero saber cómo está mi pequeño tesoro. —se acercó a mí luego de ponerse su costoso reloj y me besó la frente.No sabía si preferir que fuese conmigo o que se fuera a su empresa a solucionar sus problemas. Ayer salió una noticia que lo involucraba de forma negativa, también que lo habían visto conmigo y entonces eso ha generado confusión. Mientras salíamos de la casa, no podía evitar sentirme inquieta. La rutina de la revisión médica era algo que debería tranquilizarme, pero la presencia de Enzo solo añadía un peso más a mis pensamientos. Él había insistido en acompañarme, y aunque en el fondo me hacía sentir más segura, también sabía que su mente estaba dividida entre mí y los problemas que enfrentaba en su mundo.El camino al consultor
[Narra Brooke].El día siguiente fue un caos desde el primer momento. Me desperté con el sonido insistente del teléfono de Enzo vibrando en la mesa de noche. Él se levantó de inmediato, con el ceño fruncido mientras respondía la llamada. —¿Qué pasó? —preguntó, su tono cortante, aunque controlado. No pude evitar escuchar la conversación porque tenía su teléfono en altavoz para poder vestirse. Al parecer, uno de sus negocios había sido saboteado, otra vez. Otro golpe inesperado, otro ataque que seguramente al pondría al límite.—Voy para allá. —fue lo último que dijo antes de colgar y comenzar a vestirse apresuradamente. —¿Todo bien? —pregunté, aunque ya sabía la respuesta. Pero pretendía que recién me despertaba.—Nada de qué preocuparse, amor. Cuando regrese te cuento todo.Pero sus palabras no lograron calmarme. Su expresión decía lo contrario. —¿Puedo ir contigo?No ansiaba quedarme sola aquí. Me sentía segura, pero quería estar con él en este momento.—No, amor. Tú quédate
[Narra Alessandra].—¿Aún no te dan ninguna novedad? —me preguntó mi amiga, Camila.—Ya te dije que no, ni siquiera Vincenzo me contesta el teléfono. Enloqueceré. —caminaba de un lado a otro mientras revisaba mi teléfono. —Debo hacer algo mientras ellos se dignan a aparecer.—¿Y qué podrías hacer? Sola no te puedes acercar a Enzo, te lastimará.No, él jamás me haría daño. Él me ama.—Algo tengo que hacer.De pronto recordé las fotos que Vincenzo me había enviado hace días atrás, donde se podía apreciar a Brooke con un hombre. Parecían muy conocidos.—¿Dónde guardaste las fotos que te di? —pregunté.—En el cajón de tu habitación.Me dirijo ahí rápidamente y busco donde me dijo, ahí las encuentro. Paso foto tras foto hasta dar con la que busco. Ahí están, Brooke y ese hombre, quizá él la conozca o pueda llegar a ella por medio de él. Tengo que averiguar.Tomo mi teléfono y llamo a una de las personas que están encargadas de vigilar a Brooke. A los segundos me contesta.—Señorita Alessan