[Narra Enzo].La brisa nocturna era un alivio contra la opresión de las luces del restaurante, donde Luca y yo discutíamos la última ronda de rumores que llenaban las páginas de las revistas. Fotografías de Brooke y yo en la inauguración del proyecto, acompañadas de titulares sensacionalistas que insinuaban un romance oculto.—Es ridículo. —Luca dejó su copa de vino sobre la mesa—. ¿Quién cree todavía en estas historias recicladas?Me limité a pasar una mano por mi cabello, agotado.—El problema no es quién lo cree, sino cómo afecta a Brooke. Esto es nuevo para ella.Luca alzó una ceja.—Entonces, ¿le preocupa cómo lo maneje?Iba a responder cuando mi teléfono comenzó a vibrar. El nombre de Matthew apareció en la pantalla. Fruncí el ceño. No solía llamarme a esta hora, y menos si no era algo urgente.—¿Qué pasa, Matt?Su voz llegó apresurada, como si intentara contener la urgencia.—Enzo, necesitas venir al hospital. Brooke… tuvo un dolor fuerte en el vientre bajo. Está bien, pero est
[Narra Brooke].—Todo está estable ahora, no hay ninguna anomalía pero noto que mi paciente, al parecer, ha estado atravesando situaciones de estrés. —le hablaba mi doctor a Enzo, quien estaba tomando mi mano.Él, cerró los ojos un momento y luego volvió a abrirlos.—Así es, pero me encargaré de que ya no sea así. —le dijo.—Eso espero, señor Lombardi. —le miraba serio y luego me miró a mí. —Si sigues así, tu embarazo se convertirá en uno de riesgo y entonces tendrás que vivir en este hospital si quieres que nazca.Mi corazón se aceleró con lo que me dijo. No podía seguir así, por mi bebé.—Lo siento. —fue lo único que dije.El doctor Wallace se había ganado mi confianza en los pocos momentos que hemos tratado debido a mi embarazo.—Una vez que acabe el suero, podrás irte. Una enfermera vendrá a revisarte para quitarte la aguja y te entregará los resultados de todo lo que hicimos. Recuerda mantenerte tranquila, comiendo saludable y evita situaciones que pongan en riesgo a tu bebé.Enz
Enzo respiró profundamente, aún de rodillas frente a mí, como si estuviera acumulando valor para continuar. Sus manos apretaban las mías, pero no de forma posesiva, sino con un toque de vulnerabilidad que pocas veces había visto en él.Mi estómago estaba revuelto al escuchar todo, aunque ya lo había sospechado. Me forcé a permanecer en silencio, dándole la oportunidad de hablar.—Ella era todo lo que yo creía querer en ese entonces: una mujer hermosa, ambiciosa y... aparentemente decidida a apoyarme. Pero no fue así. —hizo una pausa, su mandíbula apretándose al recordar. —Su ambición siempre fue más grande que nuestra relación.—¿Qué quieres decir con eso? —pregunté en voz baja, aunque temía la respuesta.—Quería más de lo que yo podía ofrecerle. En ese tiempo, aunque tenía el apellido Lombardi, no tenía el control del imperio que mi abuelo había construido. Estaba trabajando para ganarme mi lugar, para demostrarle a todos que no era solo un niño rico jugando a ser empresario. Pero pa
El silencio que siguió fue acogedor, como si todo lo que necesitábamos decir ya hubiera quedado entre nosotros. Aún recostada contra su pecho, sentí cómo Enzo volvía a acariciar mi cabello, esta vez con un ritmo más pausado, casi meditativo. Mi cuerpo comenzaba a relajarse por completo, y el agotamiento que había acumulado durante el día me empezaba a vencer.—Deberías descansar un poco. —dijo en voz baja, como si leyera mi mente.—No quiero dormir todavía. —susurré, aunque la pesadez en mis párpados me contradecía.Enzo soltó una pequeña risa, esa que rara vez dejaba salir y que siempre me hacía sonreír.—Eres tan terca...—Me conoces. Aprendí de ti.—Demasiado. —dijo, mientras me acomodaba mejor contra él, asegurándose de que estuviera lo más cómoda posible.Sus manos se deslizaron hacia mi vientre, y de repente todo su gesto cambió. Era como si sostuviera algo sagrado, como si temiera hacer el más mínimo movimiento que pudiera lastimarme.—¿Puedo...? —preguntó, titubeante, mientras
La noche avanzaba, y el silencio entre nosotros se sentía más como un refugio que como un vacío. Enzo seguía recostado contra mi vientre, sus dedos trazando suaves círculos en mi piel. Había algo en su expresión, una mezcla de paz y vulnerabilidad que rara vez permitía mostrar.—¿Qué estás pensando? —pregunté, rompiendo el silencio.Él levantó la cabeza, su mirada fija en la mía. Había algo profundamente sincero en sus ojos miel.—En nosotros. En todo lo que nos espera. —su voz era apenas un murmullo—. Y en cómo voy a hacer para que nunca dudes de lo que siento por ti.No pude evitar sonreír. Había un encanto infantil en su determinación, como si creyera que podía resolverlo todo con fuerza de voluntad.—No necesitas prometer nada, Enzo. Solo necesito que estés aquí. Conmigo. —dije, y mi voz sonó más suave de lo que esperaba.—Siempre. —respondió, sin un segundo de duda.El cansancio comenzaba a ganar terreno, pero no quería que ese momento terminara. Había algo mágico en la quietud,
[Narra Enzo].Después de la conversación con Brooke, no pude quedarme en la habitación. Necesitaba respuestas y, sobre todo, un plan. Me dirigí a mi despacho, donde Vittorio y Luca ya me esperaban. Había confianza en ambos hombres, pero incluso ellos parecían tensos. El asunto del saboteo estaba escalando rápido, y la aparición de Alessia no podía ser una simple coincidencia.Vittorio estaba de pie, revisando un informe en su tableta, mientras Luca tomaba notas en su cuaderno habitual. Cerré la puerta tras de mí y tomé asiento, el cansancio empezaba a acumularse, pero no podía permitirme una pausa.—Díganme todo lo que saben —dije, directo al grano.Vittorio fue el primero en hablar.—Hemos detectado varias filtraciones de información clave. Proyectos en desarrollo, contratos aún no firmados… todo está llegando a manos de nuestros competidores antes de que podamos protegerlo.—¿Tienen sospechosos? —pregunté, aunque ya temía la respuesta.Luca asintió lentamente.—Es alguien con acceso
[Narra Enzo]El eco de los tacones de Alessandra aún resonaba en mi mente mientras me dirigía a la sala de reuniones. Vittorio y Luca caminaban tras de mí, ambos con semblantes serios. Esta vez no podíamos dejar cabos sueltos.—Quiero un informe completo sobre cada movimiento de Alessandra en las últimas semanas —ordené, sentándome a la cabecera de la mesa—. Amigos, contactos, reuniones... no importa qué tan insignificante parezca.Vittorio asintió.—Ya estamos en ello. Tenemos hombres vigilándola las 24 horas.Luca, por su parte, abrió su cuaderno y deslizó una hoja hacia mí.—Además, he contactado con nuestro equipo de ciberseguridad. Están rastreando las conexiones remotas para determinar desde dónde se han filtrado los datos.Tomé la hoja, revisando la información. Era un rompecabezas, pero estaba decidido a armarlo. Alessandra había declarado la guerra, y yo no pensaba retroceder.Mientras hablábamos, el intercomunicador volvió a sonar.—Señor Lombardi, hay alguien en recepción q
[Narra Brooke]Enzo no perdió tiempo. Apenas confirmé con un asentimiento que confiaba en él, ya estaba haciendo llamadas rápidas y susurradas, mientras metía mis cosas esenciales en un bolso. —¿Qué estás haciendo? —le pregunté, viendo cómo recogía mi pasaporte, mi billetera y hasta un abrigo que había dejado colgado. —Preparándome para sacarte de aquí —respondió sin mirarme. Su tono era seco, cortante, como si el tiempo se estuviera acabando. —¿Sacarme de aquí? ¿A dónde, Enzo? ¡Esto es mi hogar! —exclamé, plantándome en medio de la sala. Él se detuvo por un segundo y me miró, su expresión era una mezcla de frustración y algo más… algo que no entendía del todo. —Brooke, no entiendes. Esto no es un juego. Alessandra y los Rossi no se detendrán. Si te quedas aquí, no podré protegerte. —¿Y crees que simplemente puedo desaparecer de mi vida? ¿Dejarlo todo porque tú lo dices? —¡Sí! —gritó, sorprendiendo a ambos. Sus ojos ardían con una intensidad que nunca antes había visto.