La boda de Jelena duró dos días, el primer día comenzó en la mañana con una celebración en la casa de Ivanna y Gael, donde solo estuvo presente la familia y las amigas de la novia. Mikhail llegó acompañado de su hermano mayor, Dimitri, portaba en sus manos un cofre.Jelena lo esperaba en uno de los salones, para ese día vestía un traje corto de color crema adornado con encajes, se veía como una joven e inocente novia, pensó Mikhail.―Estás muy hermosa, prometida.El halago de Mikhail fue sincero, Jelena lo miró a los ojos y al ver su mirada de admiración se ruborizó de placer.―Gracias, prometido, tú también estás muy guapo.―Te traje un regalo, me gustaría mucho que mañana usaras lo que está en la bolsa de terciopelo ―dijo antes de entregarle la caja.Las manos le temblaban ligeramente, no esperaba otro regalo, su prometido hizo que su padre depositara su dote en el banco de Gael. Cuando su cuñado le entregó un estado de su cuenta casi se traga la lengua, era mucho dinero, el suficie
Mikhail había pasado el día observando a su prometida. Desde que se marcharon a Durham Jelena se comportaba de manera diferente. En primer lugar, su ropa era mucho más recatada y no es que a él le importara sus escotes o, mejor dicho, los que lucía cuando se transformaba en Katia la seductora, de hecho, le encantaban. En segundo lugar, no le había escuchado decir una mala palabra desde que regresaron de su viaje. Y, en tercer lugar, descubrió que Jelena era mucho más cariñosa, atenta y responsable de lo que le daba a entender a él. Esa mujer que estaba comenzando a vislumbrar le gustaba mucho más, no había vuelto a insultarlo ni a pelear con él. Bueno a excepción de la palabra demonios cuando vio todas las joyas que le había regalado, parte de estas pertenecieron a su madre, de hecho, el juego de diamantes que le pidió usar en la ceremonia fue el que uso su mamá en su propia boda. El resto lo fue adquiriendo en el transcurso de los años para la mujer que sería su esposa, como hombre d
A la llegada al templo Jelena se encontró que una multitud de paparazis estaban esperando para fotografiar a la novia de uno de los oligarcas rusos. Su boda, aunque preparada con poca anticipación estaba dado mucho de qué hablar por lo suntuoso del festejo. Jelena se bajó de la limusina, el equipo de seguridad había instalado vallas para contener a los periodistas, pero eso no evitó que las luces de los flases la cegaran por un momento, ni tener que escuchar toda clase de preguntas impertinentes. El reportaje de la noche en la que sedujo a Mikhail se había extendido como la pólvora y todos les pedían más comentarios, sus palabras «Él se casará conmigo» la habían hecho famosa.El pasillo desde la puerta de entrada de la iglesia hasta el altar donde la esperaba Mikhail se le hizo inmenso y largo. Su mirada se enfocó en la de él para poder seguir caminando, se dijo que lo único que debía hacer era poner un pie delante del otro hasta llegar al lado de su prometido. No miró a los lados por
Mikhail observaba a su esposa hablar con su mejor amiga cuando vio a su suegro acercarse a su hija, iba acompañado de otra chica.―Felicitaciones, hija, aunque me hiciste pasar vergüenza lograste el objetivo, eres una Kuznetsov ―expresó Iván.Jelena pensó que no pudo felicitarla sin meter una queja.―Te deseo mucha felicidad, hermana ―dijo Natalia.Rania se retiraba con discreción cuando sintió la mano de Jelena tomándola por el brazo para que no se marchara y la dejara sola con ellos.―Padre, obedecí su mandato, espero que de ahora en adelante Karlen se quede todo el tiempo conmigo.―Eso no fue lo que acordamos, Jelena, pero no me importa dejarlo más tiempo con tu esposo y contigo, siempre y cuando pase al menos dos semanas al año conmigo. Estoy seguro de que mi hijo querrá volver a su casa más seguido de lo que tu piensas.―Solo deseo la promesa de que, si Karlen desea quedarse conmigo, usted no interferirá.―La tienes.Jelena se giró a mirar a Natasha sus ojos azules le mostraban l
La limusina los llevó directamente al aeropuerto en un viaje sorpresa que había preparado Mikhail, no sería mucho tiempo porque ambos tenían obligaciones. Él estaba en plenas negociaciones con Patrick O’Brian y ella comenzaría el semestre en una universidad local.―Debí haberme cambiado el vestido antes de salir del hotel, tenía preparado lo que vestiría en el vuelo ―dijo Jelena mientras admiraba el lujo del avión que Mikhail había alquilado para el viaje.―Le pedí a Katerina que empacara tu ropa de viaje en tu maleta de mano, no quería perderme el placer de quitarte el vestido de novia ―expresó admirándola―. Cuando el piloto coloque la señal de quitarnos el cinturón de seguridad, podremos pasar al dormitorio a descansar un poco.―¿Estás seguro de que quieres descansar? ―preguntó provocadora.«Va a volverme loco», pensó Mikhail mientras la observaba con deseo. Estaba muy hermosa. Aunque siempre supo que se casaría con ella había tenido sus dudas sobre cómo les iría en el futuro, sin
Mikhail miró a su esposa roncar y pensó que quizás debió de haber esperado al día siguiente para hacer el viaje de luna de miel. Había estado loco por hacerle el amor en el aire y no pensó que ella estaría agotada y se dormiría inmediatamente después. Quizás el error estaba en el destino escogido: Grecia porque el vuelo era lo bastante corto por lo que no le dio a ella mucho tiempo para dormir. Acababan de aterrizar en Atenas y él debía despertarla.Jelena protestó y se arrebujó más en la manta que la cubría. Mikhail sonrió y continuo en sus intentos de despertarla, la joven pensó que la estaban torturando, no podía abrir sus ojos, sentía que tenía un camión de arena en cada uno. Con un gruñido se dejó vestir por su marido y a ciegas lo siguió tomada de su mano. Al pasar por inmigración Jelena casi no se mantenía en pie, los parpados le pesaban, literalmente se estaba durmiendo mientras andaba, por lo que Mikhail la sostenía contra su cuerpo. El oficial que los atendió frunció el ceño
El sol entraba a raudales por las puertas francesas de la habitación cuando Jelena abrió los ojos. Estaba sola en la cama, se levantó al baño, se aseo y al salir sacó una bata de su maleta se la puso y salió en busca de su esposo. Lo encontró sentado en la terraza que daba a la playa, vestido solo con su calzoncillo y una gran taza de café en la mano. A su lado un desayuno completo estaba esperando por ella. El movimiento de su bata atrajo la atención de su esposo, que al verla le dedicó una sonrisa.―Buenos días, dormilona. ―Se levantó para depositar un suave beso en los labios.―Buenos días, se me pegaron las sábanas ―respondió la chica con cara de sueño.―Me debes la noche de bodas ―reclamó Mikhail en broma.―¿Y lo del avión que fue? Anoche pudimos seguir, pero no me despertaste ―replicó ella levantando una ceja.Mikhail amaba esa pose atrevida y retadora de Jelena, no conocía ninguna mujer que pudiera hacer ese gesto y lucir tan sexy.―¿Despertarte? Ni con una excavadora hubiese
Los tacones de Jelena resonaron sobre el piso de mármol del hall de entrada de la torre Kuznetsov, saludó con la mano a Phoebe, la recepcionista, al tiempo que le bridaba una sonrisa. Óscar el guardia de recepción le hizo una cortés inclinación de cabeza. Jelena le devolvió el saludo. Aunque no eran sus amigos, Jelena sabía que ellos no avisarían a Mikhail de su llegada. Les había dicho una vez que su esposo amaba las visitas sorpresas que ella le hacía por lo que se volvieron sus cómplices a la hora de ir de inspección como ella se decía a sí misma.Beatriz la tenía harta, seguía enviándole mensajes a Mikhail y llamándolo, se suponía que si ella no trabajaba no debían seguir en contacto. Y no era que ella estuviese revisando el teléfono de su esposo, era que él mismo le pedía que se lo pasara o que atendiera la llamada si estaba haciendo otra cosa. Mikhail decía que no tenía nada que esconder de ella y quizás fuera así, pero la mujer seguía molestando y ese día estaba decidida a pone