El sol entraba a raudales por las puertas francesas de la habitación cuando Jelena abrió los ojos. Estaba sola en la cama, se levantó al baño, se aseo y al salir sacó una bata de su maleta se la puso y salió en busca de su esposo. Lo encontró sentado en la terraza que daba a la playa, vestido solo con su calzoncillo y una gran taza de café en la mano. A su lado un desayuno completo estaba esperando por ella. El movimiento de su bata atrajo la atención de su esposo, que al verla le dedicó una sonrisa.―Buenos días, dormilona. ―Se levantó para depositar un suave beso en los labios.―Buenos días, se me pegaron las sábanas ―respondió la chica con cara de sueño.―Me debes la noche de bodas ―reclamó Mikhail en broma.―¿Y lo del avión que fue? Anoche pudimos seguir, pero no me despertaste ―replicó ella levantando una ceja.Mikhail amaba esa pose atrevida y retadora de Jelena, no conocía ninguna mujer que pudiera hacer ese gesto y lucir tan sexy.―¿Despertarte? Ni con una excavadora hubiese
Los tacones de Jelena resonaron sobre el piso de mármol del hall de entrada de la torre Kuznetsov, saludó con la mano a Phoebe, la recepcionista, al tiempo que le bridaba una sonrisa. Óscar el guardia de recepción le hizo una cortés inclinación de cabeza. Jelena le devolvió el saludo. Aunque no eran sus amigos, Jelena sabía que ellos no avisarían a Mikhail de su llegada. Les había dicho una vez que su esposo amaba las visitas sorpresas que ella le hacía por lo que se volvieron sus cómplices a la hora de ir de inspección como ella se decía a sí misma.Beatriz la tenía harta, seguía enviándole mensajes a Mikhail y llamándolo, se suponía que si ella no trabajaba no debían seguir en contacto. Y no era que ella estuviese revisando el teléfono de su esposo, era que él mismo le pedía que se lo pasara o que atendiera la llamada si estaba haciendo otra cosa. Mikhail decía que no tenía nada que esconder de ella y quizás fuera así, pero la mujer seguía molestando y ese día estaba decidida a pone
Mikhail regresaba ese día, por lo menos eso fue lo que le dijo antes de irse de viaje a Rusia. Se marchó furioso cuando se negó a acompañarlo, después de la pelea inicial por lo de Beatriz intentó convencerla y al no conseguirlo, se lo ordenó. Jelena se rio en su cara. El día de su partida se marchó sin darle ni siquiera un beso de despedida y durante su viaje no se molestó en llamarla. Aunque lamentó perderse el cumpleaños de la tía Tatiana no tenía intención de volver a su país por ninguna circunstancia. Su padre y sus amenazas estaban en Rusia, además toda la familia que le importaba estaba en Inglaterra. Sus hermanas estaban viviendo la vida que querían, quien más le preocupaba era Karlen, por él habría estado dispuesta a volver, a sacrificarse, pero ya había pagado el precio de su libertad. Quien sí la había llamado fue Benjamín, diciéndole que tenía algo urgente que mostrarle, algo que cambiaría su vida. Insinuó que Mikhail tenía otra mujer, que él podía proporcionarle las pr
Jelena sintió su alma caer de la impresión. «¡No, no, no!», gritaba en su mente. No podía estar embarazada, no quería estar embarazada, «no en este momento, no después de lo ocurrido ese día» se dijo a sí misma. Además, su matrimonio tenía fecha de caducidad y si estaba embarazada no sabía si Mikhail la dejaría ir. Esa no era la vida que quería vivir. Quería tener un gran romance y casarse por amor, donde sus hijos fueran criados al estilo occidental, como Gema. Que tuvieran el derecho a tomar sus propias decisiones, a elegir lo que querían hacer con sus vidas. Había imaginado que después de su divorcio, volvería a Durham, trabajaría, conocería a alguien, se enamoraría y se casaría. Quería su casa con cerca blanca, un esposo con quien envejecer, dos hijos, un perro y algunos gatos. Una vida normal, con preocupaciones normales, que sus decisiones fueran qué haría de cenar o qué película quería ver en el cine. Estaba cansada del estrés que significaba hacer las cosas correctas para su c
Su grito resonó en la estancia, asustada se giró a mirar a su marido y lo encontró sentado en uno de los sillones al lado de la chimenea, había estado mirándola en la oscuridad. Vestía un traje formal lo que le daba un aspecto ligeramente distante y amenazador. Su mirada lo devoró, le había extrañado, a pesar de que no quería reconocerlo ante sí misma. En los dos meses que habían transcurrido desde su matrimonio se había acostumbrado a vivir con él, a dormir a su lado, a que le hiciera el amor todas las noches, a sus costumbres.Estaba guapísimo, tenía un rastro de barba que le indicaba que llevaba algunos días sin afeitarse. A medida que se miraban a través de la habitación sintió un poco de nerviosismo cuando vio que la rabia endurecía sus facciones, sus hermosos ojos verdes destilaban fuego, aclarando su mirada hasta un tono de verde casi felino. Un vaso de whisky reposaba en su mano, eso la sorprendió, Mikhail bebía muy poco, alguna copa de vino con la comida. Su postura era rígid
Mikhail salió de la casa dando un portazo, estaba furioso, tenía ganas de romper algo. Estrelló su puño contra la pared, pero el daño de su mano no amortiguó los sentimientos que le carcomían por dentro. Rabia, traición y dolor, por primera vez sintió que la vida lo pateaba. Sin saberlo había sido un hombre afortunado, nunca había sentido un dolor así, nunca había sufrido por una traición, nunca había estado tan ciego de rabia como en ese momento. Siempre había pensado que todo saldría bien, que podía hacer una vida al lado de Jelena, que tendrían hijos y envejecerían juntos. No había estado enamorado de ella, ¿cómo estarlo si era una niña cuando se comprometieron?Cuando la conoció como Katia había quedado cautivado, era hermosa e increíblemente sexy, le había gustado mirarla, la había deseado como nunca había deseado a mujer alguna. Estuvo intrigado y nervioso al percatarse de que era virgen, se sintió culpable de haberla lastimado y se prometió buscarla y explorar hasta dónde los p
El vuelo le pareció excesivamente largo a Jelena, a pesar de que durmió gran parte del mismo. Estaba muy cansada por lo que, cuando la azafata le ofreció la habitación principal del avión de Gael, no dudo en irse a descansar. Pensó que no podría dormir después de tantas emociones, pero el agotamiento la venció.Mucho tiempo después de que Mikhail hubiese salido azotando la puerta se obligó a sí misma a levantarse de la cama, buscó su móvil y llamó a Ivanna. Necesitaba huir y sabía que quien podía ayudarla era su hermana mayor, ella entendería su necesidad de esconderse, de ocultar su embarazo. No sabía qué le depararía el futuro, pero se prometió a sí misma que lucharía por su hijo con uñas y dientes. Si su esposo pensaba que ella se iría con él mansamente estaba muy equivocado, ella nunca sería mansa, ni sumisa, ni siquiera cuando se sentía vencida.Ivanna llegó a su casa pocos minutos después acompañada por Gael y Karlen. La preocupación marcaba sus facciones, aún tenía muy presente
Mikhail despertó sintiendo que su cabeza martilleaba, abrió los ojos lentamente para acostumbrarse a la claridad que percibía a través de sus párpados cerrados. La luz inundaba la habitación del hotel donde se alojó la noche anterior, sentía en la boca el sabor amargo del licor ingerido provocándole una ligera náusea. Se incorporó hasta quedar sentado en la cama, aún permanecía vestido, con el pantalón, la camisa y los zapatos puestos.Los recuerdos de lo sucedido en las últimas veinticuatro horas inundaron su mente como en una avalancha repentina, la rabia se había marchado dando paso a un dolor sordo en su pecho. Colocó los codos en sus rodillas, con los puños apretando sus ojos tratando de contener las lágrimas que pugnaban por salir. Reprimió las ganas de llorar, no lo había hecho desde que su padre murió hacía ya varios años. Él nunca lloraba, no había habido en su vida suficientes motivos para hacerlo, nunca había sido desdichado hasta Jelena. El recuerdo de su esposa provocó u