Faltaban diez días para la boda cuando fueron a comprar su vestido de novia. Ivanna había tratado de llevarla con un diseñador exclusivo, pero por un motivo u otro le había dado largas, por lo que tuvieron que ir a una tienda que vendía trajes de novia ya confeccionados. Sus hermanas, Catherine, la primera esposa de su padre, Gema y Rania la acompañaron, sin embargo, la tristeza la invadió al pensar que su madre, la persona que más la había amado no estaría presente para verla vestida de novia. ¡Cuánto la extrañaba! Y, en los días especiales, la añoranza la consumía. Estaba en el probador con la asistente, probándose un traje de los que habían seleccionado. Era sencillo, tipo sirena, de tirantes y con flores bordadas en la falda. Era bonito, pero en realidad le daba igual, su boda era un matrimonio concertado donde debía cumplir con la obligación de casarse por lo que su entusiasmo era casi nulo. Ante Ivanna y Katerina disimulaba un entusiasmo que estaba lejos de sentir, Mikhail les
―¿Ustedes se conocen? ―preguntó Mikhail curioso.―Sí, aunque estudiamos en la misma universidad, fue en un bar donde nos hicimos grandes amigos. ¿No es así, Jelena? ―dijo el hombre insinuante.Jelena se tensó ante lo que insinuaban sus palabras, pero ella no era de las que se dejaba amilanar así que levantó la barbilla y con voz gélida le respondió:―¿Cómo has estado, Benjamín?―Muy bien, querida, estás muy hermosa. Mi padre me comentó que cenaríamos con Mikhail y su prometida, así que asumo que esa eres tú.―Sí ―intervino Mikhail, extendiendo la mano para saludar al señor O´Brian―, nos casaremos en poco más de una semana. Tu padre recibió la invitación, ¿no es cierto, Patrick?―Sí, la recibí, ambos asistiremos, ya mi asistente envió la confirmación.―¿Y es reciente ese compromiso? ―preguntó Benjamín.―Nuestro matrimonio fue concertado por nuestras familiar ocho años atrás ―respondió Mikhail―, pero fue hace un mes que fijamos la fecha.―Bueno, solo resta desearles toda la felicidad de
La boda de Jelena duró dos días, el primer día comenzó en la mañana con una celebración en la casa de Ivanna y Gael, donde solo estuvo presente la familia y las amigas de la novia. Mikhail llegó acompañado de su hermano mayor, Dimitri, portaba en sus manos un cofre.Jelena lo esperaba en uno de los salones, para ese día vestía un traje corto de color crema adornado con encajes, se veía como una joven e inocente novia, pensó Mikhail.―Estás muy hermosa, prometida.El halago de Mikhail fue sincero, Jelena lo miró a los ojos y al ver su mirada de admiración se ruborizó de placer.―Gracias, prometido, tú también estás muy guapo.―Te traje un regalo, me gustaría mucho que mañana usaras lo que está en la bolsa de terciopelo ―dijo antes de entregarle la caja.Las manos le temblaban ligeramente, no esperaba otro regalo, su prometido hizo que su padre depositara su dote en el banco de Gael. Cuando su cuñado le entregó un estado de su cuenta casi se traga la lengua, era mucho dinero, el suficie
Mikhail había pasado el día observando a su prometida. Desde que se marcharon a Durham Jelena se comportaba de manera diferente. En primer lugar, su ropa era mucho más recatada y no es que a él le importara sus escotes o, mejor dicho, los que lucía cuando se transformaba en Katia la seductora, de hecho, le encantaban. En segundo lugar, no le había escuchado decir una mala palabra desde que regresaron de su viaje. Y, en tercer lugar, descubrió que Jelena era mucho más cariñosa, atenta y responsable de lo que le daba a entender a él. Esa mujer que estaba comenzando a vislumbrar le gustaba mucho más, no había vuelto a insultarlo ni a pelear con él. Bueno a excepción de la palabra demonios cuando vio todas las joyas que le había regalado, parte de estas pertenecieron a su madre, de hecho, el juego de diamantes que le pidió usar en la ceremonia fue el que uso su mamá en su propia boda. El resto lo fue adquiriendo en el transcurso de los años para la mujer que sería su esposa, como hombre d
A la llegada al templo Jelena se encontró que una multitud de paparazis estaban esperando para fotografiar a la novia de uno de los oligarcas rusos. Su boda, aunque preparada con poca anticipación estaba dado mucho de qué hablar por lo suntuoso del festejo. Jelena se bajó de la limusina, el equipo de seguridad había instalado vallas para contener a los periodistas, pero eso no evitó que las luces de los flases la cegaran por un momento, ni tener que escuchar toda clase de preguntas impertinentes. El reportaje de la noche en la que sedujo a Mikhail se había extendido como la pólvora y todos les pedían más comentarios, sus palabras «Él se casará conmigo» la habían hecho famosa.El pasillo desde la puerta de entrada de la iglesia hasta el altar donde la esperaba Mikhail se le hizo inmenso y largo. Su mirada se enfocó en la de él para poder seguir caminando, se dijo que lo único que debía hacer era poner un pie delante del otro hasta llegar al lado de su prometido. No miró a los lados por
Mikhail observaba a su esposa hablar con su mejor amiga cuando vio a su suegro acercarse a su hija, iba acompañado de otra chica.―Felicitaciones, hija, aunque me hiciste pasar vergüenza lograste el objetivo, eres una Kuznetsov ―expresó Iván.Jelena pensó que no pudo felicitarla sin meter una queja.―Te deseo mucha felicidad, hermana ―dijo Natalia.Rania se retiraba con discreción cuando sintió la mano de Jelena tomándola por el brazo para que no se marchara y la dejara sola con ellos.―Padre, obedecí su mandato, espero que de ahora en adelante Karlen se quede todo el tiempo conmigo.―Eso no fue lo que acordamos, Jelena, pero no me importa dejarlo más tiempo con tu esposo y contigo, siempre y cuando pase al menos dos semanas al año conmigo. Estoy seguro de que mi hijo querrá volver a su casa más seguido de lo que tu piensas.―Solo deseo la promesa de que, si Karlen desea quedarse conmigo, usted no interferirá.―La tienes.Jelena se giró a mirar a Natasha sus ojos azules le mostraban l
La limusina los llevó directamente al aeropuerto en un viaje sorpresa que había preparado Mikhail, no sería mucho tiempo porque ambos tenían obligaciones. Él estaba en plenas negociaciones con Patrick O’Brian y ella comenzaría el semestre en una universidad local.―Debí haberme cambiado el vestido antes de salir del hotel, tenía preparado lo que vestiría en el vuelo ―dijo Jelena mientras admiraba el lujo del avión que Mikhail había alquilado para el viaje.―Le pedí a Katerina que empacara tu ropa de viaje en tu maleta de mano, no quería perderme el placer de quitarte el vestido de novia ―expresó admirándola―. Cuando el piloto coloque la señal de quitarnos el cinturón de seguridad, podremos pasar al dormitorio a descansar un poco.―¿Estás seguro de que quieres descansar? ―preguntó provocadora.«Va a volverme loco», pensó Mikhail mientras la observaba con deseo. Estaba muy hermosa. Aunque siempre supo que se casaría con ella había tenido sus dudas sobre cómo les iría en el futuro, sin
Mikhail miró a su esposa roncar y pensó que quizás debió de haber esperado al día siguiente para hacer el viaje de luna de miel. Había estado loco por hacerle el amor en el aire y no pensó que ella estaría agotada y se dormiría inmediatamente después. Quizás el error estaba en el destino escogido: Grecia porque el vuelo era lo bastante corto por lo que no le dio a ella mucho tiempo para dormir. Acababan de aterrizar en Atenas y él debía despertarla.Jelena protestó y se arrebujó más en la manta que la cubría. Mikhail sonrió y continuo en sus intentos de despertarla, la joven pensó que la estaban torturando, no podía abrir sus ojos, sentía que tenía un camión de arena en cada uno. Con un gruñido se dejó vestir por su marido y a ciegas lo siguió tomada de su mano. Al pasar por inmigración Jelena casi no se mantenía en pie, los parpados le pesaban, literalmente se estaba durmiendo mientras andaba, por lo que Mikhail la sostenía contra su cuerpo. El oficial que los atendió frunció el ceño