Jelena y Mikhail se marcharon a Durham en el primer tren de la mañana, ella necesitaba pedir sus documentos en la universidad para trasladar sus estudios a otra universidad de la ciudad. Además, debía recoger sus pertenencias del apartamento que compartía con su amiga Rania. La iba extrañar mucho, les quedaba solo un año para graduarse y siempre pensó que lo harían juntas, pensó que tenía otro motivo más para odiar a su padre.Mikhail pasó a recogerla muy temprano, se bajó del coche con la intención de saludar a Ivanna y Gael y tomar la pequeña maleta de mano de su prometida. Cuando tocó la puerta, el ama de llaves lo hizo pasar al vestíbulo, poco tiempo después Jelena bajó de su habitación seguida por Ivanna y Karlen. El chico lo miró con desconfianza, era el prometido de su hermana y, según su padre, el hombre que la había deshonrado. Dirigió hacia él una mirada furiosa, antes de girarse hacia Jelena.―¿Por qué tienes que marcharte con él? ―A Jelena la pregunta le sonó a regaño ―No
Jelena despertó después del mediodía abrazada a una almohada, tenía hambre y el olor a comida hizo rugir su estómago. Se incorporó con lentitud, tenía el cuerpo pesado, pero al mismo tiempo satisfecho. Los orgasmos que había experimentado en su vida siempre provenían de su propia mano, o de algún juguete. Los que Mikhail le proporcionó fueron más intensos, más reales, no tuvo que forzar su mente a imaginarlo porque él estaba allí, llenándola con su pasión, podía sentir su olor y su posesión, la fuerza de sus empujes. Esa vez la realidad superó en mucho a todas sus fantasías.Y es que cada orgasmo que había experimentado en su vida tenía un nombre: Mikhail.Se levantó, fue al baño y se duchó, se puso una camiseta holgada y unas bragas y siguió el aroma de la comida hasta la cocina. El estómago le pedía comida con urgencia, no desayunó porque estaba muy nerviosa para comer, aunque había simulado indiferencia estaba alterada. Esas ganas de estar a su lado, de compartir la cama la tenían
Mikhail le quitó las llaves de su mano, abrió la puerta y le cedió el paso, una vez dentro pasó la llave a la cerradura encerrándolos en el apartamento, la tomó de la mano y la guió a la habitación. En el dormitorio, la miró a los ojos, luego bajó la mirada hacia sus labios, lentamente descendió sobre su boca y la besó suave y tiernamente. Jelena quiso profundizar su beso, sumergirse en el deseo que le corroía las entrañas, pero Mikhail la tomó por los hombros, separándola. Su mirada reflejaba un mundo de sentimientos que no supo interpretar, lo que la puso muy nerviosa. Trató de lanzarse sobre él, recurrir al deseo, que solo pensara en sexo intenso y apasionado, pero Mikhail la detuvo.―No, Jelena, déjame amarte.Jelena no supo qué contestar, su pecho se apretó ante una miríada de sentimientos que no quiso analizar, bajó sus ojos hacia los botones de su camisa y asintió con la cabeza. Mikhail volvió a sus labios, con besos largos y profundos fue quitando cada una de sus prendas de ve
Faltaban diez días para la boda cuando fueron a comprar su vestido de novia. Ivanna había tratado de llevarla con un diseñador exclusivo, pero por un motivo u otro le había dado largas, por lo que tuvieron que ir a una tienda que vendía trajes de novia ya confeccionados. Sus hermanas, Catherine, la primera esposa de su padre, Gema y Rania la acompañaron, sin embargo, la tristeza la invadió al pensar que su madre, la persona que más la había amado no estaría presente para verla vestida de novia. ¡Cuánto la extrañaba! Y, en los días especiales, la añoranza la consumía. Estaba en el probador con la asistente, probándose un traje de los que habían seleccionado. Era sencillo, tipo sirena, de tirantes y con flores bordadas en la falda. Era bonito, pero en realidad le daba igual, su boda era un matrimonio concertado donde debía cumplir con la obligación de casarse por lo que su entusiasmo era casi nulo. Ante Ivanna y Katerina disimulaba un entusiasmo que estaba lejos de sentir, Mikhail les
―¿Ustedes se conocen? ―preguntó Mikhail curioso.―Sí, aunque estudiamos en la misma universidad, fue en un bar donde nos hicimos grandes amigos. ¿No es así, Jelena? ―dijo el hombre insinuante.Jelena se tensó ante lo que insinuaban sus palabras, pero ella no era de las que se dejaba amilanar así que levantó la barbilla y con voz gélida le respondió:―¿Cómo has estado, Benjamín?―Muy bien, querida, estás muy hermosa. Mi padre me comentó que cenaríamos con Mikhail y su prometida, así que asumo que esa eres tú.―Sí ―intervino Mikhail, extendiendo la mano para saludar al señor O´Brian―, nos casaremos en poco más de una semana. Tu padre recibió la invitación, ¿no es cierto, Patrick?―Sí, la recibí, ambos asistiremos, ya mi asistente envió la confirmación.―¿Y es reciente ese compromiso? ―preguntó Benjamín.―Nuestro matrimonio fue concertado por nuestras familiar ocho años atrás ―respondió Mikhail―, pero fue hace un mes que fijamos la fecha.―Bueno, solo resta desearles toda la felicidad de
La boda de Jelena duró dos días, el primer día comenzó en la mañana con una celebración en la casa de Ivanna y Gael, donde solo estuvo presente la familia y las amigas de la novia. Mikhail llegó acompañado de su hermano mayor, Dimitri, portaba en sus manos un cofre.Jelena lo esperaba en uno de los salones, para ese día vestía un traje corto de color crema adornado con encajes, se veía como una joven e inocente novia, pensó Mikhail.―Estás muy hermosa, prometida.El halago de Mikhail fue sincero, Jelena lo miró a los ojos y al ver su mirada de admiración se ruborizó de placer.―Gracias, prometido, tú también estás muy guapo.―Te traje un regalo, me gustaría mucho que mañana usaras lo que está en la bolsa de terciopelo ―dijo antes de entregarle la caja.Las manos le temblaban ligeramente, no esperaba otro regalo, su prometido hizo que su padre depositara su dote en el banco de Gael. Cuando su cuñado le entregó un estado de su cuenta casi se traga la lengua, era mucho dinero, el suficie
Mikhail había pasado el día observando a su prometida. Desde que se marcharon a Durham Jelena se comportaba de manera diferente. En primer lugar, su ropa era mucho más recatada y no es que a él le importara sus escotes o, mejor dicho, los que lucía cuando se transformaba en Katia la seductora, de hecho, le encantaban. En segundo lugar, no le había escuchado decir una mala palabra desde que regresaron de su viaje. Y, en tercer lugar, descubrió que Jelena era mucho más cariñosa, atenta y responsable de lo que le daba a entender a él. Esa mujer que estaba comenzando a vislumbrar le gustaba mucho más, no había vuelto a insultarlo ni a pelear con él. Bueno a excepción de la palabra demonios cuando vio todas las joyas que le había regalado, parte de estas pertenecieron a su madre, de hecho, el juego de diamantes que le pidió usar en la ceremonia fue el que uso su mamá en su propia boda. El resto lo fue adquiriendo en el transcurso de los años para la mujer que sería su esposa, como hombre d
A la llegada al templo Jelena se encontró que una multitud de paparazis estaban esperando para fotografiar a la novia de uno de los oligarcas rusos. Su boda, aunque preparada con poca anticipación estaba dado mucho de qué hablar por lo suntuoso del festejo. Jelena se bajó de la limusina, el equipo de seguridad había instalado vallas para contener a los periodistas, pero eso no evitó que las luces de los flases la cegaran por un momento, ni tener que escuchar toda clase de preguntas impertinentes. El reportaje de la noche en la que sedujo a Mikhail se había extendido como la pólvora y todos les pedían más comentarios, sus palabras «Él se casará conmigo» la habían hecho famosa.El pasillo desde la puerta de entrada de la iglesia hasta el altar donde la esperaba Mikhail se le hizo inmenso y largo. Su mirada se enfocó en la de él para poder seguir caminando, se dijo que lo único que debía hacer era poner un pie delante del otro hasta llegar al lado de su prometido. No miró a los lados por