99: La cuarta es la vencida.

Mellyanna.

—¡No puedes huir de mí para siempre, Mellyanna Hugh!

Ante el reclamo cierro la puerta de mi casa; Ian ha aparecido con un ramo de flores azules. Luce encantador y eso me frustra, por lo que me deslizo casi dramáticamente por la puerta.

—Estoy gorda —digo en alta voz porque es lo primero que me frustra.

—¿Y eso qué? —grita él, con el acento texano del otro lado de la puerta.

La situación es tan patética, como yo.

El día en que dejó los tampones con mi madre aunque reí, en serio pensé que no podría perdonarlo tan fácil; y ha sido así.

La primera semana en que me dieron de alta, además de recibir visitas de Elian, Charles y mi padrino, también recibí de él, así que por supuesto que lo corrí.

La segunda semana seguí viendo a mis dos amigos, y de nuevo a Ian queriendo hablarme.

Para la tercera semana vino a verme Charles, Levi y por tercera vez en el mes el mismo Ian, con una caja de chocolates; fue mamá quien lo corrió esa vez.

Y ahora, ahora que ha pasado un mes ha vuelto a ve
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