4.La mujer que más desprecio

Capítulo cuatro. La mujer que más desprecio

"Narra Chloe"

Cuando voy a decir algo, aún con las manos en su pecho una hermosa rubia sale de detrás suyo envuelta en la otra toalla a juego con la que Maxen lleva y mi mundo y mis planes se hacen añicos en el suelo de su nueva casa.

Vamos a morir los dos si no consigo el cometido por el que me han enviado a aquí pero peor aun que eso es... que le quiero, la certeza de que aún le quiero y él me odia mientras está con otra es mucho peor que nada.

—¡¿Hola...?! — la rubia me saluda amistosamente colgándose de la espalda de su amante.

Me obligó a poner distancia entre ellos y yo mientras empiezo a pensar cómo consigo que él me dedique un poco de su tiempo otra vez. Estoy tan confundida que no sé ni como devolver el saludo a la chica.

—Angie esta es mi cuñada — explica él, astillando mi corazón —, que ya se iba. Esperame arriba que enseguida subo.

La forma en que me mira es hiriente, es una declaración de que no me importas nada y no eres más que la mujer del cabron de mi hermano.

—¡Un gusto, Chloe!

Cuando la rubia se da la vuelta y se va me quedan dos teorías en la cabeza...o él y ella tienen una relación más allá de las sábanas y se cuentan más que orgasmos o definitivamente Maxen no me ha olvidado y le ha hablado de mi. La forma en que el cierra los ojos me dice que la segunda es la mejor opción a sostener.

Su conocimiento de mi nombre me dice que han hablado de mi, que ella no es un simple acostón para él y que sin duda alguna sabe del poder que tiene ahora y la mala voluntad que nos tiene a nosotros por obvias razones pero que en el fondo, nos quiere hacer pagar por todo ese pasado en común.

Maxen se cruza de brazos con una actitud tan de poderío que abruma. Su postura indica que tiene la sarten por el mango y que soy una mosca que podría pisar si quisiera o aplastar con un matamoscas con tal de sacársela de encima. Todo se se complica cada vez más.

—Le has hablado de mí — acuso sin preguntar una vez que estamos solos de nuevo.

Él me pasea el cuerpo con esa sonrisa cínica y esos ojos inyectados en rabia como si fuera un atrevimiento por mi parte meterme en lo que comenta con su chica o no.

Hay un momento en que siento su odio viniendo a por mi. Como si sus recuerdos de lo que fuimos le hicieran recordar también lo que nos amamos provocándole tanto dolor que experimento en su mirada cierta ambigüedad: me ama aún probablemente pero también me desprecia. No puede disimularlo. Cuando su mirada cae a mis labios lo confirmo, descruza los brazos, puedo ver como se le eriza la piel y seria atrevida incluso al decir que lucha consigo mismo para no tirar de mi y meterme entre ellos para luego besarme cada espacio de mi boca que no puede dejar de observar.

—Vete de mi casa y no vuelvas a acercarte a mi —trata de cerrar la puerta haciéndome consciente de que no me equivoco, no puede gestionar más sus emociones frente a mi y pongo un pie en medio para que no lo logre —. No me hagas lastimarte.

—Aún te amo, Maxen — no le miento pero también aprovecho la oportunidad que su mirada me ha ofrecido para recordarle como éramos juntos y hacerle saber que aún podemos.

Un silencio tortuoso se instala entre los dos y presiento que ambos estamos buscando qué decir a continuación. No es fácil sostener esta verdad nuevamente. Para él es normal la incredulidad que roza sus ojos pero para mi es más doloroso reconocer en voz alta que nunca amaré a nadie como a él, que aunque hayan pasado los años, le pertenezca a otro y mi vida sea un mar muerto de complicaciones le amo y nunca podré amar a nadie más que a él.

—Ese es tu problema — escupe con desdén —. Y es lo peor que puedes hacerme porque tenerte delante solo me grita lo mucho que quiero acabar contigo. El daño que me hiciste no se compara con el que puedo hacerte a ti ahora mismo y desde luego a tu adorado esposo.

—No me has olvidado, Maxen — susurro las palabras intentando que se las crea. Quiero creer que así es y ese rencor latente es la principal muestra de que aún me ama. Lo sé —. Te conozco y lo sé.

—Eres la mujer que más desprecio, Chloe... si quieres engañarte a ti misma tú solita es tu problema.

La dureza con la que me habla casi me ha hecho creerle pero he visto esos ojos rendidos ante mi ya, incluso varias veces en mi vida y sé sin duda alguna que él aún se afecta por mi. Ojalá todavía me ame como yo lo hago.

—Esta distancia que has impuesto entre los dos es más sospechosa.

Cambia el peso de su cuerpo empujando el mio hacia afuera y su cercanía es dolorosa pero aún así la agradezco. Habia olvidado el olor salvaje que siempre ha tenido y casi me mareo cuando me toma de los codos y me obliga a retorcer.

—Piensa lo que te parezca — me susurra muy cerca de mis labios —. No me importa nada de ti. Ni lo que creas, ni lo que te pase o te haya pasado. No me importas tu ni nada que tenga que ver contigo. Alejate de mi... Los dos sabemos que se te da de lujo. Tú — no — me — importas.

Esas últimas palabras separadas por un corto aliento entre ellas son demoledoras pero tengo un objetivo que lograr y no puedo amilanarme, sé que conseguiré que me tome en cuenta y hoy es solo la primera toma de contacto. Tengo que insistir. Entonces digo...

–No te creo — resopla.

—Pues peor para ti.

—Tu no me puedes dejar de amar así como yo tampoco puedo hacerlo.

Sus ojos miran en derredor como buscando algo que no entiendo y de repente me lanza una mirada tan agresiva que me hace sentir pequeña, imposibilitada ante su poder y siento que voy a fallar en mi cometido. Cuando Maxen toma una decisión es inquebrantable. Empiezo a dudar. Pero mis dudas rápido se disipan cuando me mira directamente a los labios y nos recuerda a los dos:

—Cuando te casaste con mi hermano dijiste poder. No hace falta que mientas si lo que buscas es un buen polvo o engrosar tu cuenta corriente.

Ahí está mi repuesta. Aún le duele tanto que no ha podido olvidar un detalle de aquella vez. Eso significa que no me ha olvidado o ya me habría borrado de su memoria, le conozco lo bastante como para saber que cuando él aparta algo de su vida es radical, no tiene término medio.

—Me lo merezco pero no miento — insisto.

—Pues no te creo — sostiene y me cabreo.

—Pues vete a la m****a.

—¡Pues sal de aquí!

Y me doy la vuelta para irme. Ha podido conmigo y aunque sé que le amo, que estamos en peligro los dos y que podría intentarlo mejor Maxen siempre ha tenido ese poder sobre mi, somos tan orgullosos los dos que cuando llegamos a un punto de no retorno ninguno cede y ahora mismo no pido seguir aquí, no vamos a llegar a ningún lado.

Entonces de pronto siento que me toma de la muñeca, tira de mi y me mete en su casa a una velocidad que me hace incluso perder un zapato y para cuando la puerta se cierra, su cuerpo está sobre el mio en el suelo y nuestras bocas respiran el mismo aire me doy cuenta de lo que pasa.

—¿Hay alguien que te quiera muerta o pretenden matarme a mi?

—No entiendo lo que dices —murmuro casi rozando sus labios.

—Hay un coche ahí afuera y un tipo te apuntaba directamente a la cabeza, Chloe.

Lo siguiente que oigo son los disparos que recorren todo el lugar y son sus brazos y su cuerpo sobre el mio en el suelo los que cubren mi vida, salvando la suya propia. No entiendo lo que está pasando pero de cualquier manera estoy en sus brazos, y su boca casi roza la mía... podría morir ahora mismo y me haría feliz.

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